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Presidente de Cavastur

Una ley de participación vecinal y ciudadana más justa

El papel de las asociaciones en la política y la necesidad de tener unas posiciones claras

Las asociaciones vecinales nos hemos ganado el reconocimiento en el mundo de lo local: los medios de información suelen atender a las asociaciones o federaciones que plantean sus reivindicaciones e incluso buscan nuestra opinión como contraste a las decisiones que los gobiernos municipales van tomando. Sin embargo, son realmente curiosas las resistencias que hay que salvar a medida que intentamos organizarnos, tanto a nivel autonómico como local. ¿Cuál es la razón de que esto sea así? Puede que encontremos diferentes respuestas pero podíamos hacer la pregunta al revés: ¿Qué ocurriría si Cavastur y las diferentes Federaciones fueran una organización más fuerte?

Si el movimiento vecinal ganara en auto-organización no sólo responderíamos puntualmente a los aspectos correctos de nuestro barrio, si no que la respuesta a la aplicación de leyes estatales y autonómicas, sería mucho más eficaz, o los casos de corruptelas serían menores, o la democracia sería más participativa.

Una fuerte organización social sería la garantía de los derechos de la ciudadanía, una garantía del mantenimiento del estado de bienestar, cuya desaparición persiguen desde siempre las fuerzas antisociales, tras el liberalismo mercantil que nos invade. Seríamos interlocutores sociales con compromiso y responsabilidad. Contribuiríamos a un tejido social fuerte, soporte de cambios positivos para el conjunto de la población.

La idea de reforzar el papel de movimiento vecinal, es una necesidad social y prioritaria que pasa por mejorar los equipos con personas que se dediquen ello, dispongan de tiempo y, tengan las ideas claras.

Las asociaciones vecinales nacen como una necesidad imperiosa de unirse, sacrificarse de una forma de participación y reivindicación, de poner en valor la solidaridad, un concepto cada vez más devaluado.

Las capacidades de la gente organizada son enormes ¿Cuántas veces hemos observado que lo que plantean las asociaciones frente a políticos, técnicos y asesores, suelen ser buenas soluciones que a priori son rechazadas para finalmente, con el transcurrir del tiempo, darnos la razón?

No contamos con una Ley de Participación Ciudadana y la Ley de Asociaciones no se ajusta a la realidad del movimiento vecinal. La participación vecinal y ciudadana queda al criterio y arbitrio de la concejalía de turno o del consejero autonómico y, es prácticamente imposible a nivel estatal sin que se disponga de derecho efectivo propio para intervenir, debatir o deliberar los asuntos que legítimamente nos atañen e involucran en nuestro entorno territorial.

Las asociaciones de vecinos se pierden en el "totum revolutum" de los cientos de tipos de entidades, que tienen sus derechos, que no discutimos, pero que tienen poco que ver con nuestra actividad. La reivindicación de una Ley específica de asociaciones de vecinos toma cada vez más fuerza y es una necesidad. De nuevo retomaremos la iniciativa y realizaremos los esfuerzos necesarios para que esta Ley sea promulgada.

Otro de los aspectos que va en la misma dirección es la salida de la crisis ¿De qué lado estamos? ¿Del pensamiento que ve una oportunidad de hacer desaparecer el estado del bienestar o del pensamiento que quiere protegerle y profundizarlo? En estos momentos todos contestarían afirmativamente a la segunda pregunta, pero a continuación y, de forma oportunista, se diría que sin pagar impuestos. Esto no es posible, los impuestos son la expresión de la solidaridad y de la distribución de la riqueza en forma de servicios tan importantes como la educación, la justicia, la sanidad, las infraestructuras, la asistencia social, la dependencia o las pensiones.

No sólo hay que exigir una gestión eficiente, transparente y participativa, sino que hay que exigir corresponsabilidad social en su mantenimiento y; eso son los impuestos. La concreción de los mismos debe ser progresiva, pero la calidad de los servicios recibidos está en directa relación con los impuestos que se pagan y con su gestión limpia, honesta y eficiente. Los impuestos importantes y necesarios, pero para que sean justos han de ser impuestos directos donde se explicita que paguen más quien más tiene. Las diferencias salariales extremas son inmorales, especialmente cuando la distribución de las cargas fiscales es manifiestamente injusta. Estamos sin duda por incrementar el papel del estado, en todos sus niveles, para afrontar la crisis, no sólo como agente subsidiario sino como motor de un nuevo sistema productivo.

¿Qué papel podemos jugar las organizaciones sociales en la salida de la crisis? Somos entidades sin ánimo de lucro y estamos dispuestos a desarrollar iniciativas, apoyadas por las administraciones, para facilitar mediante pequeños proyectos la reinserción laboral, la inclusión social al objeto de evitar segregaciones en nuestros barrios.

Nosotros no podemos apostar en ningún caso por quienes han forzado desde el Gobierno, el aumento de la pobreza y el intento de desmantelar la sanidad, la reforma laboral, la imposición de la Lomce, etc? los nuevos aires que aparecen en autonomías y municipios son necesarios para desbloquear asuntos que necesitan consensos políticos y apoyo social y, que hay otra forma de hacer política.

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