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Mario Antuña

Siete leguas

Mario Antuña

Una larga y dura resaca

Las movilizaciones mineras de 2012, posiblemente las últimas que viva el sector, tienen una larga resaca. Todavía se celebran juicios contra mineros que participaron en las protestas. Suelen enfrentarse a acusaciones de desórdenes públicos por cortes de vías de comunicación y atentados contra la autoridad por enfrentamientos con la Policía Nacional o la Guardia Civil. En casi cuatro años, cincuenta y nueve trabajadores de la minería han sido ya juzgados. En la mayoría de los casos, pactaron penas para reducir las condenas y evitar la entrada en prisión. Las negociaciones incluyen el reconocimiento de las acusaciones, aunque los mineros afirman ser inocentes de los cargos que se les imputan. Las protestas de nada sirvieron. Tuvieron defensores y detractores. La minería vive una pronunciada agonía camino de su desaparición. Una muerte que tiene fecha en una lápida ya diseñada. Estos juicios son la puntilla de un espíritu combativo que labró su leyenda durante décadas, pero que comenzó a resquebrajarse en la derrota del verano de 2012. De la que aún perdura una larga y dura resaca.

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