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Poco fútbol, escaso sentimiento

Al Oviedo de los últimos tiempos le faltan varias cosas, la mayoría futbolísticas, pero el principal problema tiene que ver con la identificación. Es un plus que da a los equipos rendir por encima de las posibilidades. Se da cuando una plantilla siente lo que hace o cree firmemente en lo que se le dice. No parece que sea el caso de este Oviedo desnaturalizado, sin gente de la casa y con un rumbo errático desde el banquillo. Una situación que ha surgido desde la salida de Egea, en un terremoto provocado por los diferentes estamentos del club, sin hallar ninguna solución pacífica. Los futbolistas son profesionales, viven de los resultados y a todos les convienen los éxitos del club. Pero falta algo máas. Ante el Almería, con 0-1 en el marcador quedando 25 minutos ese plus es el de ver a tu equipo a las puertas del éxito. Ese mismo instinto que tiene que aflorar en otra final en lo que podía ser la última bala. Ese es el comportamiento que sí tuvo el Lega, un equipo que cree a pies juntillas en lo que hace. Y el que se echa de menos en el Oviedo de Generelo, un equipo que no transmite, que muestra una imagen plana y que apenas conecta con la grada.

Buena parte de la culpa reside en la ausencia de símbolos. Esteban sigue la debacle desde el banquillo. Y eso que Miño ha estado bien en la mayoría de partidos. Pero es otra cosa. Johannesson también salió de las listas antes de que su lesión llegara. El último en desparecer del mapa es Diego Cervero, el tipo de la grada que goza del privilegio de defender la camiseta que siente como suya. Se me ocurren algunas razones futbolísticas para que al menos entre en las convocatorias y un sinfín de razones sentimentales, nada despreciables ahora que el sentimiento se echa de menos.

Algunas razones futbolísticas

Explicó Generelo al final del choque que el equipo no había sido capaz de superar la primera línea de presión del Leganés. Una característica que. por otra parte, parecía previsible en los de Garitano. El aumento de las horas de estudio del rival no ha tenido en la nueva etapa los frutos deseados. Pero no toda la culpa debe recaer en Generelo. El Oviedo arrastra un problema en la construcción del juego desde el inicio del curso. Cuando el rival va a buscarle arriba, el defecto sale a la luz. Ocurrió ayer, con un gremial Leganés. Las opciones de salida pasan por dos centrales abiertos y un pivote que viene a recibir. Erice, encargado de las labores de intendencia, no parece el más adecuado para construir desde atrás. A Bedia, que crece con el contacto con la pelota, la salida de la jugada le coge en una posición demasiado retrasada. Al Oviedo le falta un pivote desde la pretemporada y tampoco la llegada de Míchel, más mediapunta que "cinco" clásico, le ha quitado la preocupación. Bueno, sí tiene uno: Cristian Rivera, pero las inquietudes del entrenador parecen dirigidas en otra dirección

El ejemplo del Lega

Mientras el Lega es un equipo de autor, de Garitano concretamente, el Oviedo es una colección de canciones desordenadas. Un mix de éxitos del verano: con tirón por separado, pero algo forzado cuando se escuchan seguidos. Siempre da la impresión de que falta algo. Al Lega, en cambio, le sobra trabajo de su entrenador. Los pepineros también tienen sus golpes de inspiración. Ausente ayer Omar Ramos todos los asuntos en ataque parecían recaer exclusivamente en Szymanowski, extremo zurdo de los clásicos, de los que convierten cada partido en un duelo individual con su par. Ayer, las opciones de ataque de los visitantes se inclinaron por inercia hacia la izquierda, a la banda del argentino de apellido impronunciable.

El gol como consecuencia

Las jugadas a balón parado suelen seguir su propia historia. Aparecen en el partido al margen de lo que ha sucedido. Ayer el Oviedo volvió a recibir a balón parado, le sucedió lo mismo en Almería, pero no parecía un accidente. Al descanso, con empate en el marcador, la sensación era que el Leganés estaba más cómodo sobre el césped. Como si los de Garitano se mostraran más inconformes con el empate. Para los visitantes la victoria siempre fue un premio que perseguir; para los azules, una forma de evitar problemas. De ahí el diferente énfasis en la búsqueda.

Tampoco con el plan B

Hay entrenadores capaces de cambiar un partido con un par de decisiones. En Oviedo siempre se recuerda a Irureta por ese don. También Egea fue alabado en muchas ocasiones por sus retoques desde la banda, A Generelo no le están funcionando las soluciones improvisadas. Ayer volvió a insistir con una estrategia que hasta la fecha no le ha dado ningún beneficio: la defensa de tres hombres. Probó en Palamós y Almería sin resultados positivos y repitió ayer. Sí se agradeció desde la grada el último cambio. Entró al campo Viti, juvenil que juega a ritmo de sprint, y la afición rugió a la primera carrera. Queda una vez más demostrada la importancia de sentirse identificado con el equipo. Pero la alegría contenida por el estreno de un canterano parece un caso aislado en un final de temporada que exige soluciones desesperadas. No entrar en el play-off sería una decepción pero no parece que merezca tratarse como un fracaso. El fracaso llegaría si, dado ese caso, el club no tomara medidas para remediar lo que ha fallado esta temporada. Empezando por cuidar lo que es patrimonio del club. Sus símbolos.

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