Anteayer fue el día de los camiones. En Gijón uno quedó atrapado siete horas entre Sotiello y Porceyo por culpa de un error en el funcionamiento del GPS. El vehículo transportaba mercancías peligrosas, con el consiguiente riesgo para los vecinos de la zona donde quedó atrapado. Horas después un camión con matrícula polaca arrasó un mercado navideño en pleno centro de Berlín y segó una docena de vidas y alguna más de heridos graves que, por ejemplo, se han quedado sin piernas. Un atentado terrorista más. Ese camión de Berlín sí que llevaba mercancías peligrosas, pero no en la caja sino en la cabina. No se confirma que el conductor fuera un refugiado paquistaní asilado en Alemania. Da igual. El atentado demuestra, una vez más, que Europa no se libra de la barbarie. De camión a camión hay una diferencia notable. La lógica nos obliga a preferir un camión atrapado en un camino rural que otro atrapado por la locura humana.
