La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De espaldas a Aristébano

La necesidad de preocuparse todo el año por el legado vaqueiro

Uno de los pocos los días en el año en que se rinde el adeudado reconocimiento al pueblo vaqueiro y a su cultura es el último domingo de cada mes de julio. Desde hace casi seis décadas, vaqueiros y xaldos se juntan en esta fecha en el privilegiado alto de Aristébano, cerca del cielo, en el límite que separa artificialmente una única tierra, la vaqueira. Allí se celebra una tradición que, aunque paradójicamente reciente, forma ya parte de la vida de muchas generaciones de habitantes del maltrecho occidente astur; tradición que ninguna de esas actuales aplicaciones de móviles será jamás capaz de emular, el Festival Vaqueiro y de la Vaqueirada, con boda incluida.

Este enlace matrimonial entre vaqueiros, que para nada precisa de las sobrecargadas puestas en escena que caracterizan las bodas de hoy en día, es un buen motivo para reivindicar la cultura del pueblo vaqueiro pero, lo que es más importante, para no olvidar nuestras raíces. Un festival fundado por personas de esas que ya no abundan, por personas que sí supieron luchar por su pueblo, como los entonces alcaldes de Valdés y Tineo, Ramón Muñoz y José Velasco, o nuestra sin igual Carminina, entre otros. Hoy en día tiran de este carro, con escasos recursos y menos apoyo, un puñado de grandes personas: Gonzalo, Rubén, José Luis? Ellos, con el político oportunista de turno como Presidente del Gran Consejo Rector del Festival Vaqueiro y de la Vaqueirada, hacen posible que por un día lo vaqueiro sea, como se dice ahora, "tendencia".

Mientras tanto, los gobernantes de los concejos vaqueiros, y, cómo no, los de Oviedo, viven 364 días al año de espaldas a Aristébano. Ese último domingo de julio, revestidos por un día de vaqueiros, compartiendo gastronomía y payecha reivindican por un día lo vaqueiro, aunque al lunes siguiente, vuelven a olvidarse del pueblo del que tanto han de aprender. Vacíos de ideas y de proyectos que vayan más allá de bachear los maltrechos caminos de los pueblos, asisten despreocupados y cínicos al despoblamiento total de sus concejos y de su región.

Cuántas cosas por hacer en el ámbito vaqueiro. Cuántas ideas por llegar para potenciar un festival que reivindique el espíritu de las tierras altas de los concejos vaqueiros. Cuántas propuestas por materializar para evitar el ocaso de todas y cada una de las brañas vaqueiras.

¿Cómo los xaldos podemos vivir en nuestras grises y anodinas capitales municipales del occidente asturiano de espaldas a nuestras raíces, donde seguramente podamos encontrar muchas respuestas? ¿Por qué ya no surgen personas con el espíritu valiente y luchador de Rogelia o de tantas y tantas vaqueiras?

Seguramente debemos darnos la vuelta, dejar de dar la espalda a Aristébano y mirar hacia nuestras tierras vaqueiras. Quizá podamos subir un día cualquiera del año por Aristébano, por Escardén, por Leiriella? y escuchar en silencio cantar a Rogelia, a Carminina y a tantas otras mujeres anónimas del nuestro pasado vaqueiro. Desde allí aún se las escucha, si se quiere.

Compartir el artículo

stats