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Con sabor a guindas

Llora la primavera

Lágrimas de lluvia, frío y nieve para estrenar la estación

La primavera, caprichosa en sus destinos, nos llega con altibajos de lluvia, frío, soles tibios y nieve, en un tiempo irregular y cambiante.

Por ello, cada año veo más triste a esta estación que llama en estos días a nuestra puerta.

Pienso si será por todos esos acontecimientos adversos que cada día aparecen en este complicado mundo. Quizás la naturaleza, herida por unos meses llenos de incertidumbre, se una a todo ese equipo humano que pide mejoras de futuro y salga, a su vez, en manifestación compartida, ofreciendo su tristeza a la espera de mejores horizontes.

Ya no es lo que era, aquella que cantaba Fray Luis de León, ese príncipe de los poetas, en aquel sentimiento que la naturaleza acogía: "Del monte en la ladera / por mi mano plantado / tengo un huerto / que con la primavera de bella flor cubierto / ya muestra en esperanza el fruto cierto".

Me hace esto recordar mis viajes al Jerte, a la compra de guindas para mis alambiques, y contemplar, desde el puerto de Honduras, en las alturas de sus árboles su mar de pétalos blancos, donde acaso hoy sea la nieve la que pide sus raíces y atrase sus cosechas.

Les confieso que siempre he tenido por la primavera un amor especial. Gozando de esos mil colores, al cobijo de un sol cálido, bajo la capa de un cielo azul, que nos hace alterar esa sangre que anuncia el viejo refrán, y anima nuestras vidas caminos de muy fundadas esperanzas.

Esperar a la primavera y pasearla, viviendo el colorido de la naturaleza, era un compromiso anual que nos hacía disfrutar sobre los campos de mi tranquila aldea donde habito.

Con todos aquellos mimbres, que anunciaba su llegada, hacíamos el más delicado canasto donde depositar nuestras ilusiones.

Sin embargo, hoy, acaso de asomarme a la ventana de mi hogar, la lluvia azota desatada con cielo encapotado de nubes bajas que ocultan la cercanía de los montes del Cuera y el horizonte de una mar que alcanzo con mis manos.

Estoy en la confianza que esto será breve y los lloros constantes de los cielos sirvan para fecundar los campos, hacer más verde nuestra tierra, abriéndonos la puerta de una próxima Semana Santa para disfrute de un buen tiempo.

Que se cumplan nuestros deseos y respete, si penitencia alguna, esta petición que acompaño con un rezo para que no acabe en inútiles razones.

Lo importante es que no decaiga nuestro ánimo. Busquemos la prudencia y dejemos la preocupación ausente dejando a los acontecimientos que dicten sentencia.

Sigo pensando que ella, esta primavera que nos llega, quiere agradar pero, no puede, algo la ata a una realidad, que quiere compartir, para unirse con toda la humanidad, y dar consuelo, a esa ley de protestas que en estas últimas fechas pisan las calles y plazas en busca de soluciones y mejoras con la ilusión de alcanzarlas.

Dios quiera que el llanto de las nubes abrileñas nos traigan una primavera llena de solidaridad con acertados mensajes de esperanza para aliviar a todas aquellas personas que con su esfuerzo y lucha logren alcanzarlo.

Así las cosas, quisiera ofrecerles mi pensar, quizás lleno de una olvidada poesía, y decirles que cuando llega la primavera sobre mi mente vuele ese viento de dulce calma y me traiga recuerdos de viejos tiempos.

Diría que es todo como un recogido gozo, tesoro fiel de mi memoria, que envuelve mi niñez, juventud y madurez en una especie de brote de alegría que como manantial preñado de aguas claras, en meditación pausada, se haga bravo y luego me dé calma al encuentro de una felicidad buscada.

Para mí sería un honor si me acompañan, preparen su equipaje, y si entre todos lo logramos que gran ocasión para compartirla a la espera del mejor de los futuros.

Si es así, seguro que contamos con la ayuda de la primavera.

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