La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mar de Oviedo

Hoyo en uno

La señora del servicio doméstico, al planchar la ropa, se encontró unas bragas en el bolsillo del pantalón de mi amigo y, al no reconocerlas, preguntó a la esposa si eran suyas, o de su hija; la señora negó lo primero y fue a preguntarle a su hija lo segundo: "¿Son tuyas estas bragas?", se las mostró y la adolescente dijo que no, pero que eran de su prima, que había pasado en esa casa el fin de semana. Iniciados los trámites de divorcio ocurrió algo parecido; esta vez, la muchacha de servicio encontró un calcetín en los bolsillos del pantalón de mi amigo cuando los sacó de la lavadora para tenderlos en el patio. Entonces, se percataron de que, en el centrifugado del demonio, es posible que una prenda pequeña se introduzca en los bolsillos de un pantalón. La señora se deshizo en disculpas y trató de salvar el matrimonio, pero mi amigo aprovechó el azar y se largó a Cancún con su sobrina.

Compartir el artículo

stats