Miguel Alarcos ha vuelto a hablar claro, como ya lo había hecho su padre, el ilustre filólogo Emilio Alarcos Llorach (y junto con él, Jesús Neira, Gustavo Bueno, Modesto G. Cobas y muchos otros), respecto al bable o "llingua llariega", afirmando con todas las letras que se trata de un apaño que beneficia a "políticos y filólogos paletos". Los filólogos, algunos de ellos, quiero decir, tal vez son, en efecto, unos paletos; pero los políticos, y buena parte de los otros filólogos, defienden, utilizando la "llingua", posiciones más radicales, más políticas que filológicas, evidentemente. ¿Para qué vamos a mencionar aquí el separatismo, latente en los defensores de una "llingua" que se extingue (si se extingue es porque nunca se habló como ellos la proponen) como vehículo para constituir una nación, tal como Fichte proponía el alemán en sus célebres "Discursos a la nación alemana"? Y Gustavo Bueno relata cómo uno de los promotores de la "llingua" en la fase inicial de "Conceyu Bable", animaba al filósofo a escribir unos "Discursos a la nación asturiana" de los que se sucedería la creación en Asturias de una conciencia lingüístico-nacional. Lo que no deja de sorprender es que este sujeto, esposo de una gran dama de la "nomenklatura" socialista, haya tenido la jeta de participar en un homenaje a quien en otro tiempo él y sus colegas consideraban un tremendo enemigo, insultándole e incluso amenazándole. ¿O es que nos hemos olvidado de aquel mensaje lanzado por un salvaje anónimo en el que pedía, para la buena marcha de la causa, arrojar un cadáver sobre la mesa, que bien podría ser el del autor de la "Fonología española"?

Alarcos no era un enemigo del bable, sino uno de sus principales estudiosos. De lo que era enemigo era de su politización con claras intenciones radicales y separatistas. En consecuencia, no estuvo fuera de lugar Miguel Alarcos oponiéndose a que el bable "batua" figurara en un homenaje a su padre. Como respuesta, la poetisa agraviada ya ha movido ficha, solicitando al Ayuntamiento de Oviedo que retire las subvenciones a la Fundación Emilio Alarcos. Este Ayuntamiento va a ser el "cabezaleru" de la barbarie en una de las ciudades hasta ahora más cultas de España. Ya han emprendido el intento de demolición de la Fundación Gustavo Bueno, ahora van a por la Fundación Emilio Alarcos. Por ese camino, se acabará instaurando en la ilustrada ciudad una incultura mestiza cuyos ideólogos prohibirán todo aquello que les disguste o que no esté de acuerdo con sus planteamientos ideológicos, siguiendo el precepto evangélico a que "quien no está conmigo, está contra mí".