Hace algunos años, levantando la casa de unos parientes -por fallecimiento de la última representante- encontré un librito en cuya portada decía: "Carlos Bousoño Prieto. Quebrando albores". (Versos. México 1940).

Dentro, en la dedicatoria, rezaba: "A doña Amalia de Aurre Prieto y sus hijas. Aquí, en este libro, os entrego mi alma desnuda, mi corazón, apenado a veces, y mis alegrías". Firmado, Carlos Bousoño, 11-4-40.

Mi sorpresa fue grande ya que había conocido a Carlos y jamás había sabido que era pariente de mi abuela materna, Amalia de Aurre Prieto. Y jamás había escuchado nada en absoluto sobre que el segundo apellido de Carlos fuese Prieto.

Con motivo de su reciente fallecimiento, ofrezco a los lectores de LA NUEVA ESPAÑA estos versos escritos cuando Carlos Bousoño tenía 14 o 15 años.

"De pequeño mi madre me decía / con voz afable y tierna: / Cuando tú seas mayor recorreremos / desconocidas y lejanas tierras; veremos las ciudades más grandiosas, / las más ricas y bellas, / e iremos, también, a los museos / donde se encuentran el Arte y la Belleza.

Todo esto que mi madre me decía / yo la escuchaba y, con mi alma inquieta, / concebía mil planes y llenaba / de mil ideas audaces la cabeza.

Pero estas ilusiones / estas esperanzas tan risueñas, / las destruyó una noche / la muerte que del duelo es mensajera.

Y se murió mi madre... / Y con ella murieron mis ideas / de visitar ciudades populosas / y museos de arte y de belleza.

En mi imaginación queda tan sólo / grabado lo que un día de abril viera / y, este recuerdo para mí imborrable / es el recuerdo de mi madre muerta".