Gijón, Ángel CABRANES

«Illa, Illa, Illa, Villa maravilla», cantaban las gemelas Bárbara y Alejandra Gómez sin quitar la vista del televisor. Porque, en Gijón, los nervios dieron poco tiempo a la charla. Más bien fueron frases cortas, como la de Gilberto Morán: «Ganamos fácil», o la de su amigo Juanma Roces: «Con un gol me conformo». Ambos vieron la semifinal como buena parte de la ciudad: en el bar y a través de una gran pantalla.

Casi pegados a la televisión de Casa Zacarías estaban Jorge Díaz y Sergio Diéguez, «dame pipas, que estoy que no me aguanto», comentan cuando el balón echa a rodar en Sudáfrica. «¡Huy!», grita desde la barra el dueño del local, Zacarías del Campo, tras una oportunidad de la Roja. «Hay que ir con España a muerte», añade mientras anima a que el bullicio no decaiga entre su clientela. El eco del resto de locales hosteleros acompaña cada acción de peligro. «Tranquilos, que vamos sobraos», advierte Chano Suárez en el pub Bypass. Mientras, en la explanada del parque Hermanos Castro, varios miles de personas acompañaban con sus gritos cada jugada del combinado nacional. Con el gol, llegó la locura. «Goooool», exclama Juan Prendes cuando ve a Puyol rematar a la red de tremendo testarazo. Los abrazos con su novia llegan al son de los pitos de los coches. «Lo sabía, estamos en la final», concluye emocionado.