Le hicieron falta más de 100 clases prácticas para superar la prueba, celebrada en Luarca

San Tirso de Abres, T. CASCUDO

María Rosa Castaño -Maruja, como la conocen en San Tirso de Abres- es una mujer fuera de lo común. Al menos por la valentía que demostró al animarse a sacar el carné de conducir recién cumplidos los 69 años. Desde hace poco menos de un mes Maruja es una orgullosa conductora novel y podrá disfrutar del verano con la libertad que da un coche.

Esta santirseña se decidió hace apenas un año a sacar el carné y tuvo a medio vecindario en vilo hasta que logró aprobar la parte práctica el pasado 23 de junio. Y es que la teoría la sacó a la primera, incluso presumiendo de alumna aventajada en la autoescuela: «Cuando era joven ayudaba a la maestra del pueblo y a veces la sustituía cuando faltaba. Lo de los libros siempre se me dio bien, aunque nunca tuve la oportunidad de estudiar una carrera. Fue una pena; me hubiera gustado».

En el examen, celebrado en Luarca, respondió correctamente las treinta preguntas planteadas. «Treinta preguntas, treinta respuestas correctas», dice satisfecha. Y es más, las escribió del tirón y le sobró tiempo: «Me las sabía todas y terminé antes de tiempo, pensé en repasar pero lo tenía claro». En cambio, la práctica se le resistió hasta cinco veces. Al sexto intento obtuvo, por fin, el visto bueno del examinador.

Cuenta Maruja Castaño, natural de la localidad santirseña de Prado, que vivió casi cuarenta años en Oviedo. En la ciudad nunca le hizo falta el coche y por eso no se planteó antes lo de sacar el carné. Pero cuando hace nueve años regresó a San Tirso, donde reside ahora, la situación cambió. En el pueblo el vehículo es esencial: «Incluso para ir al centro de salud, que está aquí al lado. Pero te pones a andar y te lleva un buen rato». Animada por sus hijos y su marido, Avelino Ron se puso manos a la obra. Por las mañanas en la cama se dedicaba a preparar la teórica y no tuvo dificultades para memorizar el Código de Circulación. La cosa se complicó con la práctica, pues nunca jamás se había puesto al mando de un vehículo.

Le hicieron falta más de 100 clases prácticas hasta que se sintió segura para ir al examen. El monitor encargado de acompañarla en las clases, José Ramón Couso, explica que al principio no se le daba demasiado bien, pero destaca sus ganas: «Para tener la edad que tiene no lo hacía tan mal y la verdad es que la admiré desde el primer día que empezó». Con el carné en la mano, Castaño se defiende con soltura a bordo del coche familiar, un Suzuki Vitara diésel. «Cojo el coche sin problema. Ya fui a Castropol, a Pontenova... a pueblos de la zona. Eso sí, respeto todas las señales y no corro mucho». Su marido también está encantado, ya que con Maruja pilotando se ahorra muchos viajes «de recadero».

Al regresar al pueblo conducir se convirtió en indispensable: «Lo necesitas incluso para ir al centro de salud, que está aquí cerca»

San Tirso de Abres, T. C.

«Casi prefiero a una señora mayor que a un chavalín de 18 años con la cabeza loca. Una persona como Maruja no arriesga tanto al volante, va más despacio y lo que pueda faltarle en reflejos lo suple con prudencia». Lo explica Federico Fernández, propietario de la Autoescuela Occidente, el centro donde Maruja Castaño aprendió a conducir.

Fernández asegura que es poco frecuente encontrar casos como el de la santirseña, ya que la media de edad para sacar el permiso de conducir ronda los 30 años.

«Puedes encontrar unas dos o tres personas al año de esa edad, pero son pocos. No obstante, mientras reúnan las condiciones pertinentes pueden sacarlo ya que no hay límite de edad fijado». Lo dice con conocimiento de causa, ya que Autoescuela Occidente dispone de seis centros distribuidos entre Luarca y Vegadeo.

Explica que las capacidades de los mayores de 65 no son las mismas que las de los jóvenes, pero suelen tener mucho cuidado al volante. Esta afirmación la hace extensiva a la mayor parte de conductores noveles. «Eso de que son peligrosos por llevar la L es un tópico. La gente que acaba de sacar el carné va mucho más atenta porque no se fía. En cambio, cuando llevas tiempo con el carné te confías y bajas la guardia».