Gijón, E. CASADO

El teatro Jovellanos tuvo ayer una cita con la música rusa contemporánea, pero también con la historia, la economía y el lujo. Porque por mucho que las notas de Mikhail Kopelman, Boris Kuschnir, Igor Suyliga y Mikhail Milman, los integrantes del Cuarteto «Kopelman», sonaran a gloria, muchos ojos estaban puestos en lo que Kopelman y Kuschnir tenían entre manos. «Un trozo de madera», en versión irónica de Mikhail Kopelman, valorado en dos millones de euros. Los que vale un Stradivarius construido en el año 1718, en plena época dorada del luthier italiano más célebre.

Para más inri, en el escenario gijonés se juntaba ayer con otro de semejante valor: el ejemplar conocido como «La Rouse Boughton», construido en 1703. Todo un fondo de garantía que por algo es propiedad del Banco Nacional de Austria (el primero es propiedad de un luthier inglés). Porque hay violines que cuando suenan hacen subir el pan.

Los dos que ayer sonaron en Gijón son, incluso, de la «gama barata» de los Stradivarius, si se comparan con otros que, según Kopelman, pueden alcanzar hasta los siete millones de euros. El precio varía en función de la calidad de sonido o el estado de conservación, aunque lo más complicado es encontrar un violín que cueste menos de un millón. Y se pueden alcanzar valores históricos si el instrumento, además, lo ha tocado un gran solista.

A pesar de estas cifras, los músicos del Cuarteto «Kopelman» (dos violines, un violonchelo y una viola) dicen «vivir tranquilos» cuando viajan con los instrumentos -sólo compran plaza de avión para el chelo, debido a sus grandes dimensiones-, que preceptivamente están asegurados. Unas «joyas» que a ellos les llegan en préstamo para ocasiones y actuaciones como la de anoche en Gijón. No existe ninguna norma escrita sobre a qué profesionales se les ceden, pero tampoco hace falta. Hay que ser un músico reconocido, como los cuatro integrantes del Cuarteto «Kopelman». A ellos, Florian Leonhard, el luthier inglés dueño de todos los instrumentos -menos el del Banco Austriaco-, les mostró hasta siete violines. Los probaron en conjunto y acabaron seleccionando los cuatro que combinaban de forma especial. En el Jovellanos los extraordinarios violines sonaron acompañados de una viola creada por Vincenzo Panormo y un violonchelo fabricado por Giovanni Battista Ceruti.

El Cuarteto «Kopelman» es una formación que ofreció su primer concierto en Cangas de Onís hace una década. Los cuatro músicos habían sido compañeros en el Conservatorio de Moscú, pero cada uno siguió su camino. Volvieron a juntarse 30 años después en Asturias. Por esta razón, han querido «celebrar aquí» su aniversario. «Tocar aquí es muy nostálgico para mí», reconoce el violonchelista, que, al igual que Igor Suyliga, pasó una larga etapa de su vida en Asturias. La de anoche fue su primera actuación como cuarteto en el Jovellanos. El concierto, «muy ruso», según Mikhail Milman, abarcó cuartetos de cuerda de Borodin, Prokofiev y Shostakovich. Con permiso de los maestros, muchos les miraron menos a ellos que a sus instrumentos.

«Vivimos tranquilos a pesar de tocar instrumentos de millones de euros», afirmó el chelista del cuarteto