Más de una hora antes de que los aviones comenzaran a volar, el arenal gijonés ya estaba abarrotado aprovechando el magnífico día de playa con el que amaneció ayer Gijón. El mejor del verano, según los registros de Salvamento de Gijón. Hasta 28 grados de temperatura ambiental. Ideal para que miles de personas poblaran San Lorenzo. Hasta 270.000 siguieron el desarrollo del festival, como así indicaban los portavoces municipales.

Porque quien no estaba en la playa estaba por el Muro o por el Cerro; hasta en el agua había decenas de embarcaciones. Cualquier sitio era bueno para los gijoneses y los visitantes que en esta novena edición del festival disfrutaron, sobre todo, con la Patrulla Águila y sus acrobacias cuasiimposibles, y el sonido atronador del Harrier. Este año también hubo condiciones idóneas para deleitarse con algunos aviones históricos como el Mustang, llamado "el Cadillac" del aire. Como único punto negativo a señalar, un parón en la salida de la Patrulla Águila del aeropuerto que retrasó el espectáculo una media hora, lo que alargó el festejo durante más de tres horas.

Asturianos de todos los rincones, turistas que disfrutan de sus vacaciones en la ciudad y visitantes llegados expresamente desde otros puntos de España, conformaban ayer el público del festival. El leonés Roberto Rodríguez y su familia llevan cuatro años viniendo a Gijón para disfrutar de la exhibición aérea. Por eso se lo sabe todo. De esta edición, Rodríguez, que vestía ayer polo y gorra de la Patrulla Águila, destacaba la presencia del "P51 Mustang, aunque falta el F18". Muy distinto es el caso del bilbaíno Alejandro Del Río y los suyos, que pasan unos días en Gijón y no tenían "ni idea" de que había que mirar al cielo: "Fue una sorpresa".

Entre los apasionados gijoneses está Laura Novoa: "Vengo siempre y me encanta porque es espectáculo en estado puro. Además, el ambiente es genial. Hoy está aquí todo el mundo, es como el día de los Fuegos", afirmaba mientras varios ultraligeros y una avioneta atravesaban la bahía para ir abriendo boca. Otro gijonés, Fermín Cachón, gran aficionado a la aviación militar, sólo se ha perdido la exhibición una vez. "En España cualquier acercamiento a la aeronáutica es muy complicado porque no hay la tradición de otros países. Por tanto, el Festival Aéreo de Gijón tiene mucho valor".

Dos reliquias de la guerra de Vietnam, juntas en España por primera vez

Las palabras del speaker cordobés Antonio Hinojosa, "las condiciones para el vuelo son perfectas, leve brisa y cielo totalmente despejado", marcaron el inicio del Festival Aéreo "con la puntualidad de un reloj suizo". Los primeros, los miembros de la patrulla PAPEA, uno de los cinco mejores equipos de paracaidismo del mundo. El teniente José Luis Roma, segundo jefe de la PAPEA, se dirigió al público para explicar las maniobras y recalcar que "es un orgullo estar aquí y abrir un festival tan bonito".

La patrulla realizó tres movimientos. Primero, siete integrantes se tiraron desde 2.500 metros en caída libre formando una estrella. Después, saltaron dos haciendo la maniobra llamada "espejo" que "es muy peligrosa, se alcanzan velocidades muy altas y se separan muy cerca del suelo". Para acabar, tres paracaidistas uno encima de otro, desplegaron una bandera española de 54 metros cuadrados.

El segundo en tomar el cielo gijonés fue el helicóptero de la Armada "Seahawk 60", la versión marina del famoso Blackhawk. Este antisubmarino se paró varias veces a lo largo del arenal gijonés para que nadie se perdiera sus detalles. El zamorano Ignacio Romano destacaba que "para los que nos gusta la fotografía este festival es una maravilla".

A la tercera fue la vencida y tras dos años de intentos frustrados, el OV 10 Bronco, sobrevoló Gijón. Junto a esta aeronave voló la Cessna Bird Dog, "una primicia nacional, nunca en España habían volado juntos estos dos aviones de la guerra de Vietnam", aseguraba Hinojosa. El piloto Eloy destacó "lo bonito que está Gijón desde el cielo", y se despidió con un "viva Asturias y viva Gijón".

Llegó el turno de los rescates, primero Salvamento Marítimo con el "Helimer cantábrico" y el avión "CN 235", hicieron un simulacro sacando un maniquí del agua. A continuación, los Bomberos de Asturias hicieron otra maniobra con dos helicópteros. Uno se encargó del rescate y otro recogió agua en el mar para lanzarla sobre un fuego imaginario. El ecuador del festival estuvo marcado por la acrobacia; primero el piloto Carlos Bravo con su Superdecathlon hizo unos ejercicios de acrobacia básica. Era una pequeña ración para abrir boca. Mientras el avión rojiblanco de Bravo se perdía camino de la Providencia, aparecía por encima de San Pedro el "Staudacher 300" de Jorge Macías, representante de España en los campeonatos del mundo en "Acrobacia ilimitada". Cuatro niños escogieron las maniobras que el piloto tenía que ejecutar. Macías, desde el aire agradeció "a Gijón la posibilidad de participar en un festival tan bueno en una ciudad magnífica".