Todo es posible en Cabrales. Hasta vender prendas de abrigo y mantas en pleno mes de agosto, con treinta grados de temperatura y un sol desbocado. Lo aseguran Laurentino de Cabo y Miren Barettini, que ayer instalaron su puesto de artesanía de mantas y artículos de lana en el Mercáu Astur de Arenas, preonado ayer por Héctor Braga y que se clausura hoy. El mercáu, con alrededor de treinta artesanos, es uno de los principales atractivos de la Semana del queso de Cabrales, que concluirá el domingo con el certamen anual y la subasta de la mejor pieza.

De Cabo asegura que en Cabrales siempre vende "porque la gente ya piensa en el invierno", aunque sea verano y esté de playa. Hasta sayal para escarpinos vende en Arenas este leonés, uno de los últimos artesanos que se dedica a elaborar ese tejido, que según afirma los legionarios romanos utilizaban en su calzado de invierno, tras haberlo "copiado" a cántabros y astures. ¿Aún se hacen escarpinos? Sólo por encargo y para las empresas de alquiler de trajes de porruanu, pero el sayal también se utiliza en Cabrales para preparar cuencos en los que se echa sal para atraer a las cabras cuando llega la hora de ordeñarlas, según el artesano.

Aunque esta es la semana del cabrales, sólo hay un quesero de la variedad local en el mercáu: Pedro Díaz Herrero, de Tielve, que confía en que se registren buenas ventas. ¿El precio? Quince euros el kilo, igual que hace ya "muchos años". La "competencia" corre a cargo de un puesto de quesos "El Caxigón", "elaborado en Cabrales, pero no cabrales", con pequeñas piezas de cabra y piezas de oveja. Y la canguesa de Ixena Susana Martínez, que vende queso de Gamonéu del valle a 20 y 23 euros el kilo (las piezas enteras, inmensas, son las caras).

Elia Caso, de Arangas, es la responsable de la cocina del puesto de la banda de gaitas "Picos de Europa DOP Quesu Cabrales". Prepara frixuelos, chocolate y café del pote, que se acompañan con barquillos, rosquillas, pastas y otras viandas, todas artesanas.

Comida hay para un ejército en el mercáu cabraliego. Pilar Fernández, de Vibañu (Llanes) tiene empanadas de todas las clases imaginables, bollos preñaos, borona preñada y sin preñar, tortos con picadillo, casadielles, palmeras de chocolate... A su puesto acudieron a eso de la una de la tarde dos turistas cartageneros, Fernando Vidal y Lorena Blanco. Les llamó la atención la borona. Una vez probado hubo disparidad de opiniones. A Lorena Blanco no le gustó, "quizá es porque yo soy muy de dulce y me había imaginado que sabría parecido a un bizcocho. Me ha parecido muy sosa", añadió. Su compañero, por el contrario, se llevó una buena impresión del plato asturiano: le supo "a maicena, a lo que me hacía mi madre de crío. Me ha traído muy buenos recuerdos, me ha gustado", indicó.

Ana María Moradiellos, de Arenas, Flori González, de Berodia, y Carmen Vázquez, de Inguanzo, capitaneaban el rincón de la Asociación de Jubilados y Pensionistas de Cabrales. Unas tejen y otras "jilan", mientras que unos metros más allá el holandés Noldi Visser hace las delicias de los más pequeños con su tiovivo a pedales, un clásico ya del mercáu astur de Arenas.

Juanrapín con sus pines de profesiones y sus joyas artesanas asegura que el mercáu de Porrúa, celebrado el pasado fin de semana, lo ha dejado "tocado". Muy cerca, Rosa Capdevila y Mirta Garrido, catalana y argentina, respectivamente, atienden su puesto de utensilios de cocina y miniaturas. Elaboran casi todos los objetos con madera de boj. La razón es muy simple: "el boj crece muy lento, así que su madera es muy compacta, no absorbe la humedad, no se pone negra y no absorbe el sabor de las comidas", subraya Capdevila, encantada en Cabrales porque los lugareños son "muy amables".

José Luis López en su puesto de embutidos de León, asegura que Cabrales es "una apuesta segura" en materia de ventas. Sin embargo, Cristina Iglesias, que elabora piezas de artesanía entre las que destacan sus tejas decoradas a mano, no las tiene todas consigo, porque las ventas "han bajado en todos los sitios", asegura. Carmen Bustillo es capaz de pintar hoy el Picu Urriellu con tinta china y mañana las ruinas de Petra en acuarela. Gijonesa de nacimiento y residente en Trescares, ayer le preguntaron mucho por sus obras, pero vendió poco.