Lo que arranca como un inolvidable viaje en un lujosísimo tren a través de Europa (de Estambul a París) se convierte de pronto en un misterio cargado de glamour, suspense y emoción, cortesía de la afilada pluma mojada en sangre de Agatha Christie. La dama del crimen consiguió uno de sus mayores éxitos con la historia de trece viajeros aparentemente extraños que se encuentran aislados en un tren. Y se produce un horrendo crimen: uno de ellos es acuchillado sin piedad por motivos que se desconocen. Todos sospechosos. Y un hombre de mente privilegiada inicia una carrera contrarreloj para averiguar la identidad de la persona que cometió el asesinato antes de que actúe nuevamente. No es un hombre cualquiera: estamos en manos del legendario detective belga Hércules Poirot.

El papel de Ingrid Bergman se ha convertido en la hispana Pilar Estravados, encarnada por Penélope Cruz. El nombre procede de un personaje de otra novela de Christie, "Navidades trágicas". Cruz, precisamente asegura que el actor y director británico Kenneth Branagh ha logrado "mantener la esencia clásica de Agatha Christie y hacer algo muy moderno al mismo tiempo". "Vi la primera película y me gustó mucho. Ahora Kenneth ha conseguido algo muy bonito y muy bueno: mantener la esencia original de Christie y, al mismo tiempo, hacer algo moderno, que conecta con generaciones que no han visto el filme original", explicó Cruz a la agencia Efe en Londres. "Me atraía mucho trabajar con tantos actores reconocidos, pero, he de decir, que también me intimidaba un poco", reconoció Penélope Cruz. "Nos citaban muy pronto; salíamos de los hoteles a las cinco de la mañana, y entrar en ese tren y ver a todas esas estrellas, gente a la que tanto admiras, era lo que te despertaba definitivamente", añadió.

"Curiosamente, todos dicen lo mismo, que también se ponían nerviosos. Y eso es lo bonito de esta profesión, que en cada película empiezas de cero: da igual la edad que tengas y los filmes que hayas hecho. Todos compartíamos ese miedo y esa inseguridad, y eso es lo más bonito de este trabajo", comentó.

"Había leído la novela hace muchos años y había visto la película original, pero Kenneth nos dijo a todos que ni la viéramos de nuevo ni leyéramos el libro, ya que no quería que intentáramos repetir nada. Sé que eran actores maravillosos, que todos admiramos mucho, pero no quería copiar nada", señaló la actriz. Cruz reconoció que Branagh, "un director maravilloso y un actorazo", no le tuvo "que convencer mucho" tras ofrecerle el papel. "Me llamó y me contó el personaje que me proponía , y le dije que sí, que quería trabajar con él. Es un lujo y un placer rodar con alguien como él".

Sir Kenneth Branagh, apasionado "desde que era adolescente" de las novelas de Christie, considera que la nueva versión está "adaptada al tiempo actual", pero "intentando siempre mantener "el glamour y el lujo que había en el Orient Express". "Mi madre me empezó a leer sus historias cuando era un adolescente y luego ya no paré. He sido seguidor de Christie desde siempre", reconoció Branagh. "Era una maestra del suspense; nadie como ella lograba mantener vivo el interés en 12 ó 15 personajes en una obra", agregó. Aseguró que le "encantó" disfrazarse de Poirot y ensayar el marcado acento belga.

Había ganas de películas con el sello de Christie. La prueba es que el estudio Fox pretende llevar a la pantalla "Muerte en el Nilo", que también tuvo una versión cinematográfica en 1978. Michael Green, guionista de "Asesinato...", repetirá, al igual que Branagh como actor y quién sabe si tras las cámaras. Y es que "Asesinato en el Orient Express" ha recaudado hasta ahora en todo el mundo más de 150 millones de dólares, una cifra nada desdeñable.

Karra Elejalde protagoniza la nueva película de Ana Murugarren, "La higuera de los bastardos", una tragicomedia surrealista sobre la memoria histórica, donde el actor pasa de ser un matón falangista al ermitaño custodio del legado de los vencidos, una metáfora "de lo que debería ser y no es". Basada en la novela de Ramiro Pinilla, la cinta es una mezcla tragicómica con un punto surrealista que pone el dedo en la llaga de la memoria histórica sin más pretensión que "hacer ver que este país tiene un problema, y a veces -afirma Murugarren- con el arte se consigue mucho más que con mil discursos".