Considerado por T. S. Eliot el mejor poeta en lengua inglesa en los años veinte, la controvertida figura del sudafricano Roy Campbell, con una vida de leyenda, ha estado siempre en la sombra por su vínculos políticos y religiosos. Una biografía escrita por Joseph Pearce arroja ahora luz sobre su vida y su obra.

«España salvó mi alma» es el título de la biografía que acaba de aparecer en castellano, editada por Libros Libres, un volumen en el que su autor, el profesor de Literatura inglesa Joseph Pearce, ha invertido años de investigación con el fin de que se levante ese manto de silencio que tan injustamente se dejó caer sobre este poeta iconoclasta.

Roy Campbell (Durban, Sudáfrica, 1901-Setúbal, Portugal, 1957) estuvo vinculado en su juventud al círculo de Bloomsbury de Virginia Woolf, un movimiento del que le alejaron y se alejó por sus convicciones religiosas, que ya plasmó en uno de sus primeros y célebres poemas, «The flaming terrapin» («El galápago llameante»).

«En 1930 publicó una obra muy satírica, "The Georgiad", en la que atacaba muy enfáticamente al grupo de Bloomsbury. Después de ese ataque a este grupo hubo una especie de consigna para silenciar su obra, y ahí empezó su mutismo», argumenta Pearce.

No obstante, después comenzó una trayectoria vital imparable. Se trasladó con su mujer, Mary Campbell, a España en 1935. Vivió en Altea (Alicante), donde ambos se convirtieron al catolicismo «al enamorarse de la liturgia en España». Luego se fueron a Toledo cuando estalló la Guerra Civil y se pusieron al lado de los nacionales, y fue precisamente en la capital manchega donde comienza uno de los episodios clave en la vida de Campell.

Y es que la orden de los Carmelitas Descalzos, de cuyos miembros los Campbell se hicieron muy amigos -incluso llegaron a esconder a muchos de los religiosos perseguidos-, le encargó que custodiara todos los manuscritos de San Juan de la Cruz, escondidos en un baúl, para que no pudieran ser dañados o perdidos en la contienda.

Tras varias peripecias, Campbell y su mujer volvieron, primero, a Madrid, y después al Reino Unido. El poeta regresó solo otra vez a Toledo como periodista, con un pase especial, y pudo confirmar que los manuscritos de San Juan de la Cruz y el baúl estaban tal como los había dejado. De este período es su poemario «Los Carmelitas de Toledo».

A partir de ese momento, Roy Campbell se hizo la promesa de traducir al inglés toda la obra de san Juan de la Cruz, «una de las mejores traducciones todavía no igualada por nadie».

El poeta, autor de más de veinticinco libros, murió en un accidente de tráfico en Portugal en 1957, cuando iba a la Semana Santa sevillana. Campbell, en palabras de su biógrafo, es «uno de los escritores conversos más fascinantes, al igual que Chesterton o Tolkien».