Contaban los organizadores del evento que antes de abrir (por la mañana) el centro comercial Los Prados ya había gente de guardia para la firma de discos de Melendi. Y la firma estaba prevista para las seis de la tarde. La representante de la compañía Warner había puesto el "corte" en firmar novecientos discos, pero la impresión, cuando ya iba un buen rato de autógrafos, era que el "corte" se iba a quedar corto. Porque la cola recorría de un lado a otro, y desde la calle, la planta baja de Los Prados, en Oviedo.

Al final el acto se prolongó durante cinco horas, más allá de las once de la noche, y el cantante ovetense estampó su autógrafo en más de 2.000 discos. Aún así hubo algunos cientos de fans que se quedaron a las puertas.

Melendi, que llegó con su nuevo look capilar, está en plena promoción del disco "Un alumno más" y ya sólo con la cantidad de ejemplares que vende en las firmas que hace en las distintas ciudades amortiza el álbum en pocos días, algo que es noticia en estos tiempos en que casi nadie vende un colín.

A los primeros que saludó fue a sus padres, Gonzalo y Loli. Después atendió a varios niños y adolescentes. Un ejemplo evidente y muy visible en el recinto era Paula, que iba acompañada de su tía Beatriz y, sobre todo, de su guitarra. Con esa guitarra toca Paula "todas las canciones de Melendi". Desde Foz (Lugo) se pegó un buen viaje para ver al cantante en Oviedo, donde la esperaba su tía ovetense Beatriz. Logró el objetivo: que Melendi le firmara el instrumento. Como Juan, un crío con cara de buena persona, inteligente, futbolero (fino lateral izquierdo) y muy sociable, que logró un buen botín entre fotos y rúbricas en el disco. No le fue mal a la ovetense Carla Fernández, que se llevó el autógrafo de Melendi hasta en la tableta. Escucha canciones de Melendi desde que tenía 4 años.

Son casos concretos que representan a los centenares de fans que copaban Los Prados y que abrazaban y besaban al cantante, que causa furor allá por donde va y al que el paso de los años no le impide ir generando seguidores: jóvenes, niños, padres, abuelos... Y es que el "efecto Melendi" es algo inusual. Tan es así que más que una firma lo de ayer parecía "la guardia" de un concierto, con la muchachada sentada en el suelo haciendo corrillos con sus discos y pósteres en la mano para ir matando el tiempo de espera.