No hay manera de dejar de pensar en Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) como en un tipo del Renacimiento al que le ha tocado vivir en la bisagra de dos siglos en los que se glorifica la especialización. No sólo habla cinco o seis lenguas, incluido el tagalo, sino que también canta, compone música, escribe poemas, pinta, esculpe o dirige cine. Ayer mostró, ante el público que casi llenó el teatro Jovellanos, algunos de esos variados talentos. Era uno de los conciertos esperados de la cuarta edición del Gijón Sound Festival, una cita ecléctica en la que ha de tener peana, claro, uno de los más carismáticos cantautores españoles. Y más cuando lo que el creador de "Al alba" trae en su voz es, nada más y nada menos, que un recorrido por algunas de las muchas canciones que forman parte de la mejor banda sonora peninsular del último medio siglo.

Porque la gira "Luna", el título del concierto con el que Aute celebra los cincuenta años de su entrada en un estudio de grabación (fue en noviembre de 1966), es la antología espigada por amigos y admiradores de un clásico que sigue en plena forma a sus 72 años. Lo contó ayer en la penumbra del Jovellanos, después de entrar en materia con "Me la vida en ello" y de un breve contratiempo con su micrófono: "Es un concierto muy especial con el que celebramos esos cincuenta años; no tenía conciencia de que había pasado todo ese tiempo, pero un amigo me lo recordó".

Antes de que el artista desplegara esa selección de grandes canciones, algunas de ellas himnos generacionales que siguen desplegando su magia, el público pudo ver la película de animación "Vincent y el Giraluna", dibujos y textos en los que Aute reflexiona, desde la figura agónica de Van Gogh, sobre el arte y sus mutaciones. Del peso y la trascendencia del cantautor en la música española -desde antes de la Transición hasta ahora mismo-, da idea el homenaje que rindieron al maestro los nuevos cantautores, en 2015, en "Giralunas".

Aute, bien acompañado musicalmente ayer, ha resumido su repertorio de más de cuatrocientas canciones en una treintena de temas. Poeta del amor y del desamor, maestro de la ironía y cantor siempre de la vida como confluencia de la luz y de la sombra, recuperó "De paso", Rosas en el mar", "Aleluya", "Pasaba por aquí" (seguida por el público con palmas), la siempre estremecedora "Siento que te estoy perdiendo", "Hafa Cafe", "Dos o tres segundos", "Imán de mujer", "Las cuatro y diez", "Una de dos"... Pocos cantautores españoles tienen tanto donde elegir y tan bueno. Un concierto en el que, como suele ocurrir con los más grandes, fue cita intergeneracional. Hay que ser agradecidos.