La alta costura dijo ayer hasta pronto tras los desfiles de Zuhair Murad y Valentino, dos de las firmas favoritas de las famosas y con muchos motivos para ello: diseños femeninos y románticos, pero siempre con esa nota de carácter que les convierte en iconos de la alfombra roja. Aunque también imperaron otros modelos, como los de Jean-Paul Gaultier. En sus creaciones de alta costura para el otoño, Murad propuso tonos beige, verdes, azules y berenjenas en modelos cargados de encajes y bordados. El modisto rejuveneció esas apuestas tan propias de la realeza valiéndose de arriesgadas transparencias, pero también acortando los largos o añadiendo atrevidas aberturas en los laterales para lucir piernas. La mayoría de los looks iban acompañados por sombreros de ala ancha que añadieron al estilismo un aire misterioso y bohemio, una tendencia que la pasarela recupera con frecuencia pues sus creativos saben que gusta y, por tanto, es una apuesta segura. Y si Murad se preocupó por humanizar a las princesas, a Valentino no le molestó trasladar su desfile a la realeza de siglos pasados en una colección teatral en la que se mostraron diseños cuya confección ha llevado más de 470 horas.