La gran mentira es lo que mejor define la relación de Joseph y Magda Goebbels, un matrimonio en el que eran tres: ella, él y Hitler. Verdadera admiración y sumisión mostraba la pareja hacia el dictador: el ministro de Propaganda y, al final, nombrado Plenipotenciario para la Guerra Total, babeaba cada vez que le oía hablar, y la que fue considerada como "madre modelo del Tercer Reich", más de lo mismo, aunque en este caso quién sabe si la berlinesa estaba enamorada de su Führer.

Hitler los unió, tuvo que mediar de vez en cuando para evitar el divorcio y se puede decir que los separó. Los Goebbels se suicidaron en 1945, después de que lo hiciera el dictador y su mujer, Eva Braun. Todos llevaban días viviendo juntos y revueltos en el búnker, bajo un Berlín en llamas, destruido y asediado por las bombas de los aliados.

El matrimonio Goebbels, de puertas afuera considerado perfecto, inmaculado y ejemplo de los cimientos sobre los que construir la Alemania nazi, era simplemente una gran farsa. Su amor ha hecho historia, pero como uno de los más perversos, nocivos, rancios y falsos. Si después de conocerse en un mitin del Partido Nazi en 1930 hubo algo de atracción y fidelidad entre ambos -como se vendía de puertas afuera-, todo se disipó al poco de su boda, un año después. La obsesión enfermiza por las mujeres de Joseph era de sobra conocida; lo mismo le pasó con Magda cuando dijo al conocerla: "Voy a dejar las mujeres y dedicarme enteramente sólo a una". Palabras que llevó el viento, pues éste estuvo a punto de fugarse con una actriz (no Impero Argentina, con la que también se dice que tuvo un "affaire" cuando ésta acudió a Berlín a rodar, una historia en la que se basa la película "La niña de tus ojos"). Si no llega a ser por Hitler, que se lo impidió, Magda se hubiera quedado en Berlín no sola (pues ella también tenía sus amantes), pero sí sin marido y con unos cuantos hijos. Hasta seis llegaron a tener, todos rubios, con voces celestiales y con nombres empezados por "H" en homenaje al "tío Hitler". La gran familia aria, sana y ejemplar se completaba con Harald Quant, de un anterior matrimonio de Magda.

Si el matrimonio ha resultado ser un fraude y mucho menos ejemplar, resulta que ahora se ha dado a conocer que por las venas de la "madre modelo del Reich" corría sangre judía, algo que haría removerse en su tumba, de tenerla, al Führer, y echar espumarajos por la boca a su ministro de Propaganda, si es que éste no lo descubrió en vida.

El diario "Bild" acaba de publicar un reportaje sobre la investigación del historiador Oliver Hilmes, quien ha descubierto documentos que prueban el origen judío de Johanna Maria Magdalena Behrend. Así fue asentada la pequeña Magda al nacer, con el apellido de su madre Auguste, el 11 de noviembre de 1901. La mujer se casó ese año con el empresario alemán Oskar Ritschel, quien no adoptó a la niña. En 1905 la pareja se divorció y tres años después Auguste Beherend se casó con el que había sido su amante tiempo atrás, Richard Friedländer, un comerciante judío del que se había quedado embarazada de Magda.

Del origen judío de la señora Goebbels -de la que no hay que explicar que para ella era una vergüenza, como poco- siempre se sospechó. Ésta siempre hizo todo lo posible por borrar las huellas de su pasado, del que sólo permitió que se conociera la existencia de su hijo Harald Quandt. Es posible que hasta de su mente borrase un hecho que en la Alemania nazi se consideraba un motivo más que suficiente para ser exterminado. En 1938, cuando su padre fue arrestado y enviado a morir a Buchenwald, ella ni se inmutó.

Su frialdad no llama la atención. Más que nada porque Magda tuvo el valor suficiente para matar, uno a uno, delicadamente con una ampolla de veneno, a su dulces y rubios seis hijos mientras dormían en el búnker, ya que no podía soportar que vivieran en un mundo "posthitleriano": "El mundo que viene después del Führer y del nacionalsocialismo no merece que se viva en él, y por eso me he traído aquí a los niños. Son demasiado valiosos para la vida que vendrá después de nosotros, y un Dios misericordioso me comprenderá si los libero yo misma", escribió a su hijo mayor, según recoge Joachim Fest en "El hundimiento".

Si el señor Goebbels sabía o no lo de su mujer, es un misterio. Pero en 1934 escribió en su diario que había descubierto "algo terrible" sobre ésta que les "separaba en su interior". Lo cierto es que no les separó, y la pareja siguió junta hasta morir junta en 1945, quizá con los remordimientos de haberle ocultado a su adorado Führer que la mamá ejemplar era judía.