Bertín Osborne se ha convertido en Mariló Montero. El presentador y cantante ha ocupado el lugar en el centro de la diana que la presentadora dejó tras abandonar la televisión rumbo su desconexión en las "Américas". Criticado y defendido cada semana, los datos de audiencia, aunque peores de los que conseguía en Televisión Española, avalan su continuidad y desatan las críticas al igual que lo hace gran parte de la programación de Telecinco. Siempre lo más visto, siempre lo más criticado.

Cuánta culpa tiene el presentador en esta dinámica es uno de los puntos interesantes a analizar. Su imagen de galán español, macho alfa y cuñado gracioso, explotada por él mismo durante años, cimienta muchas de las críticas y hace poco creíbles la mayoría de sus explicaciones.

Acostumbrado a generar una polémica tras cada emisión, las acusaciones de machismo acaparan los titulares de prensa semana tras semana. "Esa es una gilipollez propia de cortitos mentales. Parece que estamos en un país de gilipollas con las cosas que se dicen, yo no he sido machista en mi puñetera vida y el que lo crea, que le den por el saco, que a mí me da igual", se despachaba el presentador en un acto público. Su defensa, aparte de atacar y descalificar, es presentarse como una víctima de la dictadura de lo políticamente correcto.

El problema de Bertín Osborne es que sus numerosos errores parecen fruto de su forma de ser y de pensar y no una equivocación fortuita. A Iker Casillas le preguntó si Sara Carbonero cocinaba bien, a Malú cómo no tenía novio con lo "bien costeá que está"; aconsejó a Rajoy que no se manchará para que no le riñera su mujer y, recientemente, le dijo a Miguel Poveda que se llevara el delantal del programa para que se lo regalase a su novia o a su madre. Sus comentarios sobre el autismo, su actitud al entrevistar a los políticos y su apoyo primero a Ciudadanos y luego al Partido Popular también le han puesto en el ojo del huracán.

La cocina ha sido, sin duda, el origen de casi todos sus males. Desde que demostró que no sabía ni encender la vitrocerámica, ha convertido ese momento de su programa en un espacio para el "postureo" y tiempo de jamón, vino y risas. Cuando el entrevistado tiene la mismas habilidades culinarias que el presentador y cantante, siempre aparece la mujer o la madre del invitado. Incluso Fabiola, la mujer de Bertín, ha llegado al rescate en alguna ocasión. El programa en el que entrevista al futbolista Joaquín puede ser bastante ilustrativo.

¿Todo es negativo en el programa? Ni mucho menos. El éxito del "Mi casa es la tuya" tiene muchas justificaciones. El carácter de Bertín Osborne y su manera de entrevistar son la cara y la cruz del programa. Muchos de los entrevistados parecen olvidar que están en un programa de televisión y narran sin tapujos muchas vivencias que nunca antes habían contado en público. Además, vemos relajados a muchas de los famosos que normalmente ya no conceden entrevistas más allá de la pura promoción comercial.

Los numerosos intentos de copiar el formato demuestran también su éxito. La realización y el montaje del programa han sido elogiadas desde sus inicios, al igual que la selección musical del programa, con las versiones como seña de identidad.

Este miércoles, con Iker Jiménez y Carmen Porter como invitados, el programa consiguió ser líder de audiencia con un 15.7% de share y 2.420.000 de espectadores. Ni la espantada del presentador al final de la entrevista para no escuchar una psicofonía ha perturbado sus buenos datos. Un éxito que, en parte, es un misterio.