El Niño de Elche es de subrayar cada verso con un riff de guitarra eléctrica. Así lo hizo, al menos, con el primer y larguísimo tema que interpretó anoche en el auditorio del Centro Niemeyer: "Notificaciones", casi un cuarto de hora siguiendo los pasos escritos por el poeta Enrique Falcón: "Me dijeron / que / con botines impermeables / con camisas sin hilo en el final de los tiempos / con botonaduras de catástrofe". Todo con voz quejumbrosa y electricidad a flor de piel. El puñado de seguidores que se juntó en el auditorio del complejo de la ría se congeló con cada sílaba que salió de una garganta privilegiada.

Francisco Contreras es el nombre en el siglo del Niño de Elche. Ya no es de la ciudad alicantina. Vive en Sevilla y muestra devoción por la tradición, tanta como para tratar de modificarla. Lo hizo con "Voces del extremo" y cosechó admiraciones y denuestos. Todo junto. Pero Contreras sigue su camino libre.

La música del Niño de Elche es extraña, sorprendente, embrujadora. Elige poetas vivos para dar vida a melodías que van de la guitarra a las bases pregrabadas. "No lleves a tu amigo a los pies del impostor", declamó todo eléctrico en Avilés, donde sembró público. Volverá.