En la convulsa Nueva York de los años 30 y 40 del pasado siglo, un reportero gráfico se hizo célebre por la potencia de sus fotografías y por su capacidad para llegar a la escena del crimen al tiempo, o incluso antes, que la policía. El sagaz fotero se llamaba Arthur H. Fellig y era un inmigrante ucraniano que había arribado de niño a la gran manzana. Pero su talento para estar en el lugar apropiado en el momento preciso para tomar la foto más impactante le hicieron merecedor de un singular apodo: " Weegee", una palabra que alude a la pronunciación fonética en inglés de "ouija". Una selección de más de un centenar de sus mejores fotografías se expone desde ayer, y hasta el próximo mes de marzo, en la sala Sabadell Herrero de Oviedo.

Comisariada por Pepe Font de Mora, director de Fotocolectania, la exposición, "Weegee by Weegee" sólo se ha podido ver en otra ciudad española, Barcelona, antes de su llegada a Asturias. "Es la primera vez que se ve en España una muestra de Weegee de este calibre, con más de un centenar de sus mejores fotografías seleccionadas entre las más de 500 que componen el fondo de Michel y Michèle Auer, que tienen la mejor colección de fotografías de Weegee", explica Font de Mora.

La historia de cómo este matrimonio suizo llegó a reunir ese ingente fondo de fotografías de Weegee tiene también su encanto. "Ellos acogieron en su casa de París a un amigo de Weegee que poseía esta colección. Esto fue hace varias décadas. A ellos les encantaban las fotos, y acordaron cambiar su casa por el fondo. El amigo de Weegee consideraba que estaban locos, porque estaban cambiando una casa por esas imágenes, pero con los años demostró ser una gran inversión", relata Font de Mora.

Weegee alcanzó el éxito profesional en vida. Llegó a publicar libros de fotografía que, como "Naked City", se convirtieron en clásicos del oficio. A mediados de la década de 1940, incluso fue reclamado por Hollywood, donde trabajó como asesor durante dos décadas. Pero fue tras su muerte, en 1968, que se convirtió en un mito del fotoperiodismo. Tanto es así que su figura llegó a inspirar personajes como el de los protagonistas de El ojo público (con Joe Pesci encarnando al fotógrafo) o Nightcrawler (con Jake Gyllenhaal interpretando a un reportero sin escrúpulos). También el del inolvidable Sid Hudgens al que dio vida Danny DeVito en L.A. Confidential.

Personajes todos ellos dedicados cien por cien a capturar la instantánea más efectista, aún a costa de su vida personal. Como el propio Weegee, que reconocía una entrega total al oficio: "Mi coche se convirtió en mi hogar. Era un modelo con dos asientos y un maletero enorme en el que podía guardar todo lo que necesitaba: una cámara de repuesto, cajas para los flashes de lámpara, portanegativos listos para usar, una máquina de escribir, unas botas de bombero, cajas de puros, salami, carretes infrarrojos para hacer fotos en la oscuridad, uniformes, disfraces, una muda, y zapatos y calcetines por si acaso". El precio de una obra irrepetible.