Leonor nació princesa en 2005, cuando su padre era príncipe y heredero a la Corona. Creció en años difíciles para el país, tiempo de crisis económica y paro galopante y, más recientemente, de desestabilización territorial aún no resuelta. En ese contexto de algo más de una década, el abuelo Juan Carlos abdicó y a papá le coronaron. Y Leonor de Todos los Santos, madrileña con sangre asturiana, se instala -la instalan- en el primer puesto de la sucesión monárquica del reino de España.

Un "regalo" que compromete. Tiene 12 años y mañana recibirá el Toisón de Oro, la máxima distinción de la Corona, una Orden fundada por Felipe III en 1430 que distingue, entre otros, a los herederos. Hay que entender el "premio" porque una niña no se gana un Toisón, sino que el acto de entrega es de alguna manera el primer paso sucesorio, el que inicia un, seguro que dilatado, ritual simbólico en el que Leonor de Borbón Ortiz irá asumiendo progresivo protagonismo público.

Con 13 años, se ha recordado este asunto hasta la saciedad, el príncipe niño Felipe dio su primer discurso en la ceremonia de los premios "Príncipe de Asturias" en Oviedo. El acto oficial de mañana en el Palacio Real abre un nuevo escenario para la niña, a la que sus padres han tratado por todos los medios y con éxito de preservar de la vorágine mediática. Sus apariciones fueron en familia, en el cole las cámaras se quedan fuera y aún no se la ha visto en octubre en Asturias, en esos días en los que la monarquía recibe un espaldarazo anual entre ilustres premiados. Asturias clama por "su" princesa, pero sus padres nunca han caído en el error de poner fecha al debut institucional de la pequeña.

El futuro está ahí. Así que Leonor, colegiala que encara los primeros estudios de Secundaria, es un misterio en formación, un carácter que se va perfilando. No sabemos cómo es, pero sí intuimos lo que le espera a relativo corto plazo: enseñanza de élite, exigente, como le sucedió a su padre, y cuando nos queramos dar cuenta, entrada en la Universidad, con más que probable paso complementario por alguna institución extranjera.

La Zarzuela acaba de abrir sus puertas, aunque sea levemente, y mostrar retazos de intimidad familiar a modo de "un día en la vida de la Familia Real". Ahora sabemos que Leonor es, como poco, ambidiestra, y que pierde mal la sonrisa, aunque todo esto forme parte del anecdotario. Felipe, Letizia, Leonor y Sofía desayunan y cenan juntos cuando la agenda lo permite, y niñas y madre beben agua en vaso de sidra. Letizia es "mami" que se siente muy a gusto cuando en el coche camino del colegio Santa María de los Rosales la Princesa Leonor le recita la tabla de los elementos químicos.

El recuerdo de Covadonga. En octubre del pasado año Leonor de Borbón posó para su primera foto oficial en solitario, justo treinta años después de que su padre realizara la primera visita oficial a Asturias, en noviembre de 1977. A Covadonga llegó Felipe con 9 años, en compañía de un padre que era algo parecido a un rey novato y en una España incierta, con un grado de duda infinitamente mayor que el actual. Quizá Leonor repita en 2018, año de centenarios marianos en el santuario de Asturias, aquella visita de quien hoy es su padre. Sería una cita con la Historia.

Una generación y una reina para el siglo XXI. Lo va a ser también la ceremonia del Toisón de Oro. Felipe VI lo tiene, por concesión paterna real, desde mayo de 1981. Junto a Leonor estarán presentes niñas y niños de todos los territorios del Estado, entre ellos uno de Asturias. Todo tiene una razón de ser.