La actriz Bárbara Lennie (Madrid, 1984) no es la primera vez que estrena en el teatro Palacio Valdés, en Avilés. En 2013, por ejemplo, formó parte del "Misántropo", de Miguel del Arco, y esta noche (20.15 horas) hará lo propio, pero con "El tratamiento", la última comedia de Pablo Remón, uno de los dramaturgos más destacados del momento, una apuesta del Pavón Kamikaze. Este es, precisamente, el teatro que cogestiona Del Arco como empresario en Madrid. Sin embargo, la última vez que Lennie trabajó en Avilés fue con el drama fiero "La clausura del amor": dos monólogos sangrantes consecutivos muy alejados de la aventura escénica que comienza hoy. Esta conversación se desarrolla en el "foyer" del Palacio Valdés.

- Casi está como en su casa.

-"Misántropo" la estrenamos aquí en Avilés. Y aquí he hecho también "La función por hacer" y "Veraneantes". Hemos venido con todas.

- ¿Y qué le parece?

-Un privilegio. Me encanta este teatro desde el primer día que lo pisé. Me encanta esta cosa de poder tener ciertos días antes para poder llegar al estreno con más tranquilidad porque ya has testado, porque ya has visto lo que pasa con el espectáculo que te traes entre manos. Y, además, me gusta la ciudad muchísimo. Vienes de ensayo, ensayo, ensayo... cuarenta y cinco días de una rutina y, de repente, tienes un paraíso de cuatro en los que entras en otro ritmo y, a la vez, abres la puerta para lo que va a venir después de la obra.

- La última vez que la vimos fue con "La clausura del amor": una cosa muy bestia.

-Sí.

- "El tratamiento" no tiene nada que ver, ¿no?

-Sí, no tiene nada que ver. Es una comedia, pero no lo es. A Pablo Remón no le gustan mucho las clasificaciones. Igual que no podemos saber qué género tiene la vida, con esta función nos pasa lo mismo. Sí, como le he dicho, es una comedia, pero habla del paso del tiempo, del amor, de asumir lo que somos, de lo que en verdad queríamos haber sido. Tiene cierta melancolía. Pero, vamos, "La clausura del amor" era... un grito tremendo. Y con un nivel de exigencia física y emocional muy alta. "El tratamiento" tiene que ver con otra cosa y, además, es una obra coral, donde yo no llevo el peso como sí pasaba en "La clausura del amor".

- Pablo Remón llegó a la sala de ensayos solo con la idea de una función. ¿Se siente autora?

-Bueno, siento que la apertura con que se presentó Remón tiene que ver con su manera de entender lo dramatúrgico, es decir, él escribe la función en torno a lo que va ocurriendo en la sala de ensayos. Particularmente, siempre he tenido la suerte de trabajar en teatro con autores que me han dado la oportunidad de aportar, de cambiar, de acercar o alejar de mí la historia. Así que, en ese sentido, no he visto mucho cambio entre trabajar con Remón a hacerlo con otros. Lo que sí que he visto es que el texto que leí al principio se ha transformado mucho y eso no siempre pasa. Y esto está bien porque una, de una cierta manera, se sienta autora de la función.

- ¿Piensa que "El Pavón Kamikaze" está revolucionando el teatro?

-Ojalá, ojalá que sí. Sus gestores, aparte de mis amigos y de gente a la que quiero y admiro profundamente, son un ejemplo de una apuesta real por la cultura. Es como pasar del discurso a la acción: eso es lo que han hecho. Están proporcionando a Madrid, a España, un espacio de creación, de apertura y de exposición de obras teatrales que es nuevo. Todo, además, desde el sector privado mayormente. Lo que hacen ellos no estamos acostumbrados a verlo en España.

- Decía Núria Espert que en el teatro las mujeres alcanzaron la igualdad antes que en otra profesión. ¿Está de acuerdo?

-Es cierto que cuando ella empezó a hacer teatro, España vivía una realidad distinta a la presente. En comparación con otras artes, el teatro tiene algo bastante horizontal que tiene que ver con el dinero y con el poder, como casi siempre. Como en el teatro hay poco dinero, hay menos desigualdad, a diferencia del cine. Es cierto también que se han escrito muchos más grandes personajes femeninos para la escena que para el cine.

- Sin embargo, su idilio con el cine es espectacular. ¿No le parece?

-Es que he tenido mucha suerte y he podido afrontar mujeres protagonistas en cuatro o cinco películas este año, pero eso no es lo habitual. Este oficio es muy inestable y cada vez que terminas una tienes que volver a empezar y ver por dónde te va a llevar la vida. No es nada fácil: no se escriben buenos -o bastantes- personajes para mujeres.

- ¿Y dónde la vamos a ver después de "El tratamiento"?

-Tengo pendiente de estreno varias cosas. Las películas "Petra", de Jaime Rosales, "El reino", de Rodrigo Sorogoyen y "Todos los saben", del director iraní Asghar Farhadi.

- Tiene una agenda muy completa.

-Voy a estar, además, acompañando a estas películas, que es algo que me apetece mucho.

- ¿Y teatro?

-A final de año voy a volver a trabajar con Pascal Rambert a final del año.

- El autor de "La clausura del amor".

-Sí. Será otra producción teatral, un texto suyo del que todavía no puedo hablar mucho, aunque sí le diré que también será el director y que habrá más mujeres. El resto de las cosas no están cerradas, así que hablaremos de ellas según se vayan acercando.