Las enfermeras catalanas, el primer "basta" al ninguneo de las profesionales del cuidado.

Una enfermera trabajando

Una enfermera trabajando / Cedidas a LNE

Esteban Gómez Suárez. Presidente del Colegio de Enfermería de Asturias.

La complejidad de los sistemas de salud y su gestión tiene más que ver con la presencia de Lobbies interesados y una burocracia brutal de los sistemas y administraciones públicas que con los propios procesos de atención sanitaria o de cuidado de la salud y bienestar de los ciudadanos. 

Quizás sea esta la primera premisa a tener en cuenta cuando queremos analizar un fenómeno poco habitual por no decir realmente excepcional como es la huelga mantenida en el tiempo por las enfermeras catalanas. 

La segunda premisa está en la propia profesión enfermera, lo mal que es entendida por la sociedad y lo discriminada, sí discriminada que se encuentra en el sector sanitario español tanto público como privado. Quizás más adelante podamos abordar en profundidad las causas de esta discriminación, pero están muy relacionadas con la primera premisa y una tercera premisa. 

La tercera premisa es el valor que nuestra sociedad le da al cuidado de las personas, en este sentido, cuidar a las personas es una “tarea” que puede hacer cualquiera, de cualquier manera y que no requiere ninguna competencia específica, ni conocimientos, ni habilidades ni actitudes específicas. Esta premisa tiene mucho que ver con esa concepción patriarcal de la sociedad, que está ahí como una niebla que lo inunda todo, y aquí con mucha densidad. 

Con estas tres patas del banco se puede entender lo que pasa con las enfermeras catalanas, que no es diferente que lo que sentimos y pensamos en otras tierras y que viene gestando un profundo malestar entre las profesionales del cuidado, que se manifiesta en el abandono de la profesión, la falta de profesionales, o como en el caso catalán brota como una erupción volcánica que me atrevería a barruntar no será la única… ¿Recuerdan que en Asturias se dio una situación muy similar en 2022? 

¿Qué piden las enfermeras catalanas? Por lo que podemos leer en la prensa piden muchas cosas, pero fundamentalmente que se las empiece a respetar en el sistema y a tratar como las profesionales cualificadas que son. 

Para acceder a la profesión de enfermera, hay que estudiar muy duro durante el bachillerato, y alcanzar una excepcional nota de corte, muy superior a otros grados universitarios que más adelante tendrán un tratamiento “normal” en la administración. 

Cuando una enfermera termina su grado se encontrará con una rápida empleabilidad, que no se verá reflejada en unas condiciones dignas sino con contratos precarios. El sueldo y las posibilidades de promocionar en la administración no serán los mismos que sus compañeros que cursaron otras carreras como derecho, biología, psicología o ciencias económicas entre otras que pasarán a ser reconocidos en la administración como grupo A1. Las enfermeras permanecerán en el grupo A2, lo que les resta no solo unas cantidades salariales importantes sino la posibilidad de promocionar o incluso de ejercer diferentes responsabilidades para las que están sobradamente cualificadas cuando no son las profesionales ideales. 

Se puede entender un tiempo prudencial para adaptar esta realidad académica de la enfermería a la norma de la administración, pero ahí toca lidiar con la burocracia y con la voluntad política que nunca dice no, pero tampoco dice sí. Y es que el dinero que se ahorran con las enfermeras todas las administraciones es muy muy alto. 

Varias enfermeras cogiendo material sanitario

Varias enfermeras cogiendo material sanitario / Cedidas a LNE

Les pongo otro ejemplo discriminatorio, la prescripción regulada en la ley de uso racional del medicamento. Una ley muy mejorable, por cierto, no solo por la regulación de la indicación enfermera, sino por la escasa atención que presta a la realidad y procesos de utilización de los medicamentos y los productos sanitarios. Esta legislación entorpece por discriminación la indicación de medicamentos y productos sanitarios que podrían sin problema hacer las enfermeras (Que de facto ya hacen) frente a profesionales como odontólogos, podólogos y por supuesto médicos. No había diferencias de formación en el uso de medicamentos y productos sanitarios, simplemente se dijo no porque eran enfermeras y es algo que se supone en una lógica ancestral, que las enfermeras no deben hacer (Aunque de facto lo tengan que hacer). 

Así las cosas, las enfermeras vemos que tenemos un potencial importante para darle un nuevo impulso a los sistemas de salud, pero que no tenemos herramientas, que no se nos permite desarrollar nuestro potencial simplemente por el hecho de ser enfermeras y vemos como se sigue un día tras otro volviendo a alimentar un modelo caduco con más de 70 años, repitiendo errores y dejando los cambios normativos que precisan las enfermeras para otro momento. 

Sí, es cierto, las cosas de las enfermeras tardan más, se retrasan, no avanzan. No es por su complejidad técnica, similar a otras reformas que se pueden hacer incluso en semanas, hay algo detrás que no permite que las normas que afectan a las enfermeras avancen… y así las enfermeras del s XXI, las más preparadas de la historia tienen que cumplir la máxima de callarse y hacerse las tontas porque así lo marca el sistema. 

Hablemos de retraso y falta de voluntad política. En España hay reconocidas 7 especialidades de enfermería desde hace 18 años (2005). En realidad, son 6 porque hay una de ellas que no está ni se la espera (Quizás por ser la principal y más abundante). Se han tardado 18 años en crear en los servicios públicos de salud las categorías correspondientes a esas especialidades, 18 años y no tenemos un plan de adaptación a corto plazo. Todo parece indicar que tardaremos en cubrir otros 10 años las plazas susceptibles de ser ocupadas por especialistas… Si sabemos que van a hacer y si encontramos suficientes especialistas. 

Sí, no se crean que exageramos, en España apenas se forman 2000 enfermeras especialistas al año, que en una plantilla de más de 300000 enfermeras supondría sin contar con jubilaciones que necesitaremos 30 años para contar con un 20% de especialistas (150 años si queremos el 100%). ¿Se imaginan una situación así en el ámbito de nuestros compañeros médicos? 

Y estas cuestiones de las que hablamos no afectan solo a las enfermeras, son causa directa de una pérdida de oportunidad de ofrecer a los ciudadanos cuidados de alta calidad, causa de que hayan casi desaparecido las enfermeras en el sector sociosanitario, causa de la ineficiencia de la atención primaria o la deshumanización del sistema. 

Son estas cuestiones las que encontrarán directa o indirectamente en las demandas de las enfermeras catalanas y son las mismas que puede expresar una enfermera asturiana o extremeña. En Asturias, no somos un ejemplo de agilidad en acomodar el sistema y a las enfermeras al siglo bien entrado en el que vivimos. 

Las administraciones y los interlocutores sociales quizás no creen posible un cambio y por eso seguimos trabajando en modos de negociación muy anticuada, condicionados por lobbies, con márgenes escasos que ya no contentan a nadie y con una estructura burocrática en la que todo el mundo tiene motivos para sentirse agraviado frente a otros. 

Por otro lado, no parecen entender o no lo quieren hacer que delante hay una nueva profesión, con otras expectativas y con mucho más potencial que pueden aportar al sistema. Un soplo fresco que entidades como la OMS o la OCDE consideran fundamental para la sostenibilidad y la mejora de los sistemas de salud. 

Quizás ahora, con nuevos consejeros y nueva ministra, encontremos esa oportunidad para dejar de hacer lo mismo de siempre y pensar en un plan que mejore nuestros sistemas de salud, un plan en el que entren las enfermeras como cualquier otro profesional de la salud. 

Y, por último, que nadie se engañe, lo que está pasando en Cataluña podría haber pasado en cualquier parte de España, y no descartemos el efecto dominó, la situación es propicia. Es el momento de las enfermeras. Sólo esperamos que tanto ministerio como consejerías tomen buena nota de los acontecimientos y lo entiendan así.