Enrique Dueñas, secretario general del sindicato de actores de Asturias. Desde finales de 2020, este avilesino con raíces familiares y residencia en Illas preside el Sindicato de Profesionales de las Artes Escénicas y Audiovisuales del Principado (SAPAEA). Su vida profesional, como la de tantos actores y actrices, está marcada por la incertidumbre en una región pequeña, con un apoyo limitado por parte del presupuesto público, pero que, en cambio, tiene una buena cantera y profesionales de mucha calidad interpretativa.

"Descubrí el teatro porque una amiga estaba haciendo arte dramático en la ESAD. Yo le dije: ‘¿Pero eso se estudia?’. No había hecho teatro en mi vida. En la ESAD ofrecen espacios a los alumnos para hacer representaciones teatrales y mi amiga necesitaba a alguien que tocase el chelo. Yo había ido a clases. Pero, como le fallaron actores, tuve que actuar también. A mí me pareció que lo que había sentido, esa experiencia, me lo tenía que quedar, y nada más salir de esa función cogí los papeles para hacer las pruebas de acceso. Y hasta hoy".

"Tendría como 19 años. Eso de ser artista es como un poco excepcional en mi familia, de obreros y agricultores de toda la vida. El día que se lo dije a mi madre, se quedó flipada. ‘¿Pero qué me estás contando?’. Pero, bueno, la vida es así".

"Mi abuela se crio en esa casa de Illas donde vivo yo ahora. Yo siempre he apostado por vivir en lo rural, vivir de la huerta, tener producto cercano. Y como me quería independizar, qué mejor que vivir en esta casa, que es de 1900, y darle vida".

"Illas es un concejo muy pequeño, somos muy pocos, eso tiene sus cosas positivas. Por ejemplo, al alcalde, a Alberto, lo conozco personalmente y puedes acudir a él cuando haya cualquier problema. Desde la pandemia y un poquito antes se ha venido a vivir gente joven de mi edad, gente sobre los 30 años. Ha aumentado un poco la población, ahora que es mucho más difícil encontrar casa por Illas".

"Es un poco también un concejo dormitorio, te voy a decir, porque aquí todo el mundo trabaja en Avilés y comarca, o en Gijón. Lo bueno que tiene es que estamos a media hora de todos los sitios. Aquí se vive muy bien, muy tranquilo. Me encanta salir con mi café por la mañana a escuchar el cencerro de las vacas y el arroyo de la fuente".

"Esto de ser actor es muy complicado, tengo que trabajar para un montón de compañías. Ahora estuve con una compañía, Arte Producciones, de José Rico. Estrenamos una pieza del Siglo de Oro, de Bances Candamo, en el Festival de Almagro. Estuve también con Alevosía Teatro, que hacen esos espectáculos de inmersión que se llaman ‘Nana’ y que ahora, tras la pandemia, los han retomado. Me encanta, la verdad, ese tipo de teatro. También estoy con una compañía de Cantabria haciendo una versión de Shakespeare que se llama ‘I love Catalina’. También trabajo con una de Siero que se llama Kamante Teatro... Si no estoy con tanta gente yo no podría llegar ni al salario mínimo casi. Para que te hagas una idea de cómo está la situación".

"Tengo trabajo programado hasta diciembre. Pero me parece un lujo. El año que viene no sé lo que voy a hacer, pero siempre confío en que algo venga. Algo va a salir. El año que viene haría diez años trabajando en esto, que no me parecen pocos. Me considero un superviviente de la escena asturiana".

"Y una persona muy afortunada. Porque estoy consiguiendo vivir de ser actor. Esta profesión te da cosas que no las da ninguna. Cuando un espectador viene y te dice que le has hecho olvidar todos los males por un rato es genial, o que se ha reído o que se ha emocionado. Eso es lo bueno y lo bonito de esta profesión. Es lo principal y lo necesario: despertar conciencias de las personas. Me parece muy bonito" .

"Pero, bueno, no me puedo planear económicamente como otra gente que tiene un trabajo fijo y estable. Un banco no me podría dar una hipoteca porque, si ven mis nóminas, fliparían. O tampoco podría comprarme un coche nuevo. Con esas cosas que hace la gente para tener una vida normativa, por decirlo de alguna manera, una casa, piso y una familia, un actor o una actriz se lo tendría que pensar mucho en esta comunidad. La cosa no está muy boyante, y donde primero recortan es siempre en cultura".

"Hay muy poca cantidad presupuestaria y somos muchos. Todas las compañías están luchando a ver quién se reparte el pastel. Los actores que salen tienen muy complicado entrar en las compañías porque son bastante herméticas. Es lógico: tú trabajas con tu gente y cuando tienes un poco de dinero siempre quieres darle cierta estabilidad. Así que, y esto es una visión personal, los actores y las actrices que salen de la Escuela pues se ven un poco imposibilitados. Entonces se van a Madrid o crean sus compañías. Y eso genera que haya mayor número de compañías con el mismo presupuesto y que se intente repartir más ese dinero para Cultura, que cada vez es menor. Eso hace que con el dinero que se invierte en las producciones la calidad merme y merme el nivel de trabajo. Igual habría que revisar un poco el tema de la industria de las artes escénicas en Asturias. Pero, claro, yo ahí no me puedo meter porque no es mi función".

"No hay un problema de calidad interpretativa. La ESAD, obviamente, ayuda a la profesionalización y a la formación del sector. Pero hay poco presupuesto, y con menos dinero, menos ensayos y eso, quieras o no, se nota en la calidad. Hay muy buenos artistas en esta comunidad y se hacen cosas de mucha calidad, pero tenemos el hándicap de que somos una región muy pequeña y que no hay mucho dinero, que somos muchos y que no se rentabilizan tanto los productos que se hacen. Pero esto es una opinión personal".

"Sería bueno que todos pudiéramos salir fuera y exponer nuestros productos, a Galicia y Cantabria y Castilla y León, tampoco pido que hagamos una gira nacional. Pero es que es muy difícil, los productos se agotan demasiado y estamos continuamente produciendo para poder sobrevivir. Si hubiera más programas como, por ejemplo, el ‘Camino Escena Norte’ y la gente pudiera salir más, pues igual nos iría a todos bastante mejor".

"La cultura me parece un bien de primera necesidad. Pero luego, a la hora de la práctica, y eso también es una opinión personal, la cultura no mueve nada al negociar unos presupuestos en una autonomía, un ayuntamiento o, mismamente, en el Estado. Pero bueno, nosotros vamos a tener esa capacidad de resistencia siempre. El teatro es un arte milenario que no ha muerto nunca y espero que siga así, ha resistido todo".