Gijón, M. CASTRO

Thomas Fraissl es un jubilado austriaco que hace algunos años escogió afincarse en Gijón con su mujer. Ya conocía la ciudad, al haber trabajado entre 1980 y 1988 en la factoría de Suzuki como responsable deportivo de carreras. Como dice, «vine a gastarme mi pensión a España». Ahora se muestra crispado con el funcionamiento de un país de acogida donde las reclamaciones pueden convertirse en un círculo vicioso y poco resolutivas. Fraissl se niega a admitir que haya estado a punto de acabar en un listado de morosos por la reclamación que le efectúa la compañía telefónica Yoigo, atribuida al impago de las facturas de un número de teléfono que este austriaco de 58 años asegura que nunca tuvo.

La reclamación no es cuantiosa, 29 euros. Pero para su mentalidad germana es inconcebible lo que le ha ocurrido. La compañía telefónica recurrió a una multinacional especializada en la gestión de cobros, que le ha remitido una carta en la que le pide los 29 euros y en la que le instan a que realice el pago de la cantidad adeudada ya que «de mantenerla en las circunstancias actuales le puede crear problemas a la hora de solicitar créditos, financiaciones y operaciones con pago aplazado». Esto es, «me amenazan con incluirme en un listado de morosos», señala Fraissl.

Este vecino de la zona oeste de la Gijón había presentado en octubre en el registro municipal una reclamación contra The Phone House, al creer que no había anulado el contrato de un número móvil que asegura que nunca ha tenido. En la citada empresa también contrató la linea que sí utiliza para navegar por Internet y cuyas facturas ha pagado religiosamente. Pero por causas que asegura desconocer, la operadora también le facturó por una segunda línea.

Tras la queja al departamento de consumo del Ayuntamiento, pensó que la solución a su problema estaba encarrilada. La sorpresa y el sobresalto se produjo cuando hace unos días recibió la carta en la que le dan a entender que acabará en el listado de morosos.

Ahora la pesadilla está a punto de acabar para Thomas Fraissl. Al menos a eso se ha comprometido Yoigo, al ser consultada por este periódico acerca del caso. Tras revisar el caso, el operador atribuye ahora a «una activación accidental» del número todo el enredo, «pues está hecha justo después de la otra en el mismo día y misma tienda y nunca se usó». El número fue cancelado, pero quedó pendiente un saldo que le reclamaron. Yoigo también pide disculpas a su cliente. Sin embargo, Fraissl se pregunta si el suyo ha sido un caso aislado o si «están haciendo lo mismo con personas mayores» que no tengan tanta capacidad de defensa.