Cae la noche y mi hijo, Óscar de Ávila, me comunica desde Madrid, donde se encuentra, una triste noticia. Acaba de fallecer en Grado Eliseo Nicolás Alonso, a quien todos conocíamos por Lise. Un gran tipo asturiano, sin duda alguna. Tuve ocasión de conocerle hace unos años con motivo del rodaje de un vídeo sobre el azabache en el que él, como artesano y presidente de la asociación de azabacheros de Asturias, era uno de los protagonistas. Luego, tiempo después, acudí a su casa de Grado en donde pasé una muy agradable velada hablando sobre nuestra querida Asturias, en compañía de su esposa, María del Canto García Abadía, y uno de sus hijos. Ya había sufrido una delicada operación en la cabeza de la que se estaba reponiendo muy bien y, al despedirnos, me entregó una emotiva carta para que la publicara en LA NUEVA ESPAÑA, de agradecimiento al personal médico del Hospital General de Asturias por el excelente trato recibido, encargo que inmediatamente cumplí. Pasó otro año y el bueno de Lise no ha podido superar su dolencia.

Lamento de veras su pérdida. Siento que se nos haya ido, así, en la flor de su vida, sin haber visto extraer azabache de la única explotación que hay en el Principado, en Oles (Villaviciosa), parada desde hace años, cuando también murió el último minero asturiano de este preciado mineral, Tomás Noval. Pero, ahora, la mina está a punto de reiniciar la actividad gracias al empuje de una empresa especializada que si no ha podido comenzar antes los trabajos, es por la lentitud de nuestra Administración autonómica, siempre muy insensible a la problemática de los azabacheros, lo que Lise jamás se cansó de denunciar.

Sólo en Gran Bretaña y en Asturias hay yacimientos de azabache, mineral, como digo, perfecto para la elaboración artesanal de adornos y motivos ornamentales. El azabache, siempre lo dije desde que conocí a Lise, cobraba vida en sus manos. Para Lise, el azabache, en propias palabras, «tiene una afinidad con el ser humano increíble porque en cuanto lo tienes en la mano automáticamente coge tu temperatura. Es un material que nunca notas frío. Sedoso al tacto, es algo parecido al ámbar. El azabache en bruto tiene un brillo natural que atrae. El brillo se pierde al ser trabajado pero se recupera otra vez al pulirlo. Lo que hizo entender a los primeros seres humanos que era un material mágico fue posiblemente que entró por los sentidos».

Lise creaba también arte con madera y piedra y, en el caso de la madera, hizo interesantes obras mezclándola con azabache. Triste noticia, pues, la que me llega de Grado cuando ya ha entrado la noche de este junio recién estrenado. Uno de nuestros mejores artesanos se ha ido. Seguro que Lise, allá donde esté, continuará creando belleza a través del azabache. Descansa en paz, buen amigo.