"Hemos rugido como auténticos leones". La soflama final de la manifestación resumió de ese modo ayer, al filo de las dos de la tarde, el agradecimiento impresionado de los promotores a los muchos auténticos leoneses, entre 17.000 y 20.000 según los organizadores, que se echaron a la calle para exigir que "León no pierda el tren" y la alta velocidad ferroviaria se abra paso hacia el Noroeste pasando "necesariamente" por la ciudad. El poeta Rafael Saravia, que leyó el manifiesto de la marcha en nombre de los convocantes -medio centenar de colectivos sindicales y ciudadanos de la provincia-, lo dijo subrayando mucho el "necesariamente", sin referirse a la demanda del Principado de más trenes directos de Asturias a Madrid pero arrancando la cerrada ovación de la muy nutrida concurrencia.

La multitudinaria marcha había terminado y el portavoz se dirigía a los concentrados en la explanada de la vieja estación ferroviaria de León, inutilizada desde que en 2011 se inauguró la nueva, "la del Adif", la que empezó planteada como provisional y tiene en la práctica trazas de definitiva, que está enclavada en un "fondo de saco" que obliga a los trenes de la línea Asturias-Madrid a entrar en León perdiendo cerca de media hora en maniobras marcha atrás. Ayer, Saravia leyó las reivindicaciones de la ciudadanía leonesa delante de la vieja terminal, pero mirando deliberadamente hacia la nueva, vecina de la antigua y visible al fondo desde el escenario armado para la ocasión.

Por encima de la convocatoria flotaba la demanda efectuada desde el gobierno del Principado para que se habiliten más trenes directos entre Asturias y Madrid, sin parada en León. Serían servicios adicionales a los que ya circulan para evitar el retraso de la marcha atrás sin merma para el servicio ferroviario en la capital leonesa. Sin reproches directos durante la marcha, pero antes y después hubo entre los convocantes quien reclamó unidad en las reivindicaciones ferroviarias a los dos lados de la Cordillera. "Podemos viajar en el mismo barco", afirma Manuel Mayo, secretario provincial de UGT en León, convencido de que "no es incompatible que todos a una pidamos lo mismo", las inversiones necesarias y suficientes para "la llegada del AVE en doble vía hasta León, para que la parada aquí sea la mínima imprescindible y Asturias tenga sus propias infraestructuras, que yo apoyo". Es la tesis del empuje colectivo, la impresión de que "la alta velocidad tendrá más futuro si lleva a mucha gente que si se reclama sólo desde una comunidad autónoma".

Es la versión del todos a una, la teoría de la buena vecindad y el viaje en el mismo tren que también defiende Carlos González Antón, secretario de la Federación Leonesa de Entidades Locales Menores, muy involucrada en la defensa de los pueblos de León afectados por las filtraciones de agua a los túneles de la Variante de Pajares, ejemplo de hasta qué punto el tren hace confluir los intereses y los problemas de asturianos y leoneses. Él exige "que se revierta el trasvase a la provincia de León" y además "solidaridad para todos" en la resolución de los problemas ferroviarios, en la "presión para que se hagan bien las cosas". La actitud asturiana frente al "fondo de saco" de León "molesta un poco", afirma, "por ese elemento de insolidaridad, porque lo que nos interesa a todos es que los trenes lleguen a su destino sin perjudicar a los pueblos ni a las poblaciones del recorrido intermedio".

Esto no es sólo geografía, pero "si el AVE llega a Asturias", abunda Ignacio Fernández, secretario provincial de CCOO, "llegará inevitablemente pasando por León". Y haciendo propias las demandas de la manifestación y de la población leonesa, el camino del tren en la ciudad "es el que siempre tuvo", asegura, "el pasillo que siempre ha utilizado a través de León, enterrado o no". Recuperando ese recorrido con la fórmula que decidan las autoridades competentes, asegura, "estaremos todos satisfechos, los asturianos y nosotros". Y "juntos debemos reivindicar", remata, esta solución y "la puesta en funcionamiento de la Variante, tan urgente como lo que estamos tratando aquí".

La movilización, multitudinaria y tranquila, una de las más voluminosas que se recuerdan en la capital leonesa, recorrió el centro de la ciudad discurriendo muy significativamente entre dos estaciones de ferrocarril inutilizadas, desde la vieja de Feve hasta la antigua de Renfe, de Matallana a la calle Astorga. La primera, punto de salida de la marcha, también ha quedado sin uso, sustituida por otra en La Asunción, un barrio de la periferia, que en teoría era provisional y en la práctica se está volviendo definitiva para disgusto de los usuarios habituales de la vía estrecha en León. A la segunda llegaron los miles de manifestantes después de hora y media larga encabezados por una pancarta que resumía sus aspiraciones en la certeza de que "León no puede perder el tren". Por la avenida del Padre Isla, la plaza de Santo Domingo, Ordoño II, el puente de los leoneses, la avenida de Palencia y la calle Astorga, leoneses de toda la provincia, de distintas edades y diferentes colectivos -de las mujeres mineras de Ciñera de Gordón a asociaciones de vecinos, partidos políticos y sindicatos- tomaron la calle para reclamar, sin gritos ni apenas más sonido que las consignas que enviaba la megafonía de un coche, la llegada de la alta velocidad y la integración en el centro urbano del tejido ferroviario y las estaciones perdidas.

Entre los líderes políticos de la comitiva caminó junto a varios de sus concejales el alcalde de León, Emilio Gutiérrez, del PP, que eludiendo la censura directa a sus compañeros de partido interpretó la concentración con la sensación de que toda la ciudad "está unida para exigir unas infraestructuras necesarias para el desarrollo y el progreso de León y sus pueblos". También participaron otros regidores populares de municipios afectados, como el de San Andrés del Rabanedo, Gregorio Chamorro, o el de Pola de Gordón, Francisco Castañón.

Al final, de vuelta al principio, si por eso se entiende terminar el recorrido en el mismo sitio adonde llegó el primer ferrocarril que entró en León, en 1863, Rafael Saravia reclamó el cumplimiento de los compromisos ferroviarios con la ciudad en cuatro estaciones. Pidió "la llegada urgente de la alta velocidad a León en doble vía, su coexistencia con el transporte ferroviario convencional, el mantenimiento de la centralidad de las estaciones y la garantía del empleo en el sector", recordando aquí la promesa de instalar en la ciudad el centro de control del AVE del Noroeste.