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MANUEL DÍAZ-FAES | Economista de Sadei

"El 'caso Villa' ha sido la guinda para una transición hacia el metal y el turismo"

"Me parece infantilismo decir que donde se cierre un pozo se pone una empresa encima; las decisiones tendrían que abarcar toda Asturias"

Manuel Díaz-Faes. LUISMA MURIAS

La minería ya era un sector en declive, pero al caer su clave de bóveda, a causa del "caso Villa", la pregunta es, aún más, hacia dónde camina Asturias. Manuel Díaz-Faes Intriago, que fue desde 1967 hasta su jubilación economista de Sadei (Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales), analiza en esta entrevista el tiempo de "transición" en el que se halla el Principado. Formado en Bilbao, a los 23 años se incorporó a Sadei y también fue profesor seis años en la naciente Facultad de Económicas de Oviedo. Colaboró con Rafael Fernández en el Consejo Regional de Asturias (1978-1982), como director general de Economía (comisión mixta de transferencias), y después fue, por UCD, Consejero de Agricultura, Ganadería y Montes en el primer Gobierno del Principado (1982-1983). Tras el periplo político, "volví a la casa madre", a Sadei. Fue autor de "La minería de la Hulla en Asturias", libro de referencia sobre el carbón regional.

-¿Hay relación entre la caída de Villa y el final de la historia minera?

-La hay. Ese suceso es la guinda y la gente se pregunta: "Ahora, ¿qué?", porque estamos en medio de una transición regional.

-Antes de entrar en ello, ¿de dónde veníamos?

-Al llegar a Sadei, me encontré con que estaba finalizado un estudio sobre la reconversión de la mano de obra en Asturias. Sadei fue creado y estaba presidido por José López Muñiz, presidente de la Diputación, que fue la persona con mejores ideas para el futuro de Asturias (la "Y", planificar un área central metropolitana, el Hospital Central); y no sólo tuvo las ideas, sino que fue capaz de gestionar la mayoría de ellas. López-Muñiz crea Sadei poniendo el acento en el tema minero.

-¿Qué decía ese estudio?

-Con la debida antelación y con gran dosis de responsabilidad, recomendaba un calendario anticipado de cierre de minas y un plan de Formación Profesional adaptado al persona excedentario. En ese momento, en Europa ya se estaba cogiendo el toro por los cuernos en cuanto al carbón, en Bélgica, Holanda, Alemania, la cuenca del Ruhr? Curiosamente, en 1968 colaborábamos con el Instituto de Economía de Rotterdam, cuyo presidente, Klaassen elaboró aquel famoso informe que causó escándalo y chanzas. Decía que en las cuencas mineras había que cerrar las explotaciones y potenciar el sector agrario. Y también decía que había que impulsar un sector clave que todavía sigue vigente: las industrias transformadoras con base en el metal, por ejemplo el sector metal mecánico o la calderería. Y, por último, el turismo. El informe fue denostado, pero su diagnóstico sigue vivo actualmente.

-Unos 25 años más tarde, Manuel Castells realizó el informe Estrategias para la Reindustrialización de Asturias (ERA). ¿Coincidían?

-Básicamente sí. Castells hacía un análisis más profundo y pormenorizado de mercados y sectores que promocionar. Era muy denso y muy amplio, pero las conclusiones eran similares.

-Eso decían los informes, ¿y mientras tanto?

-En el siglo XX, el sector hullero privado, manejado por grupos de presión muy importantes, tuvo un gran crecimiento durante la Primera Guerra Mundial y posteriormente, hasta 1961, año de máxima producción y personal empleado. Se vendía todo el carbón y a buenos precios, pero dejaron de hacerse inversiones y no se atendían debidamente las instalaciones, Proliferaron empresas de todo tipo, por ejemplo, con los famosos chamizos, explotados en condiciones ridículas de seguridad. Y en 1961 se invierte la tendencia: cae la producción porque se limita a dos consumidores, centrales térmicas y siderurgia (el ferrocarril ya no demandaba). Estos grandes grupos privados logran vender unos activos sobrevalorados, y algunas veces inexistentes, y el Estado crea Hulleras del Norte S.A. Lo de "S. A." es una broma, porque realmente Hunosa, que nace viciada en origen y con unas pérdidas tremendas, es un fondo social raro para preservar la paz social en las Cuencas.

-¿Papel de los sindicatos?

-Tuvieron poco que decir durante la dictadura franquista, pero desde la democracia, y particularmente desde 1982, su poder omnímodo impidió abrir un proceso como en Europa, de cierre escalonado con ayudas y reconversión de los trabajadores. Hacia 1983 o 1984 tuve una conversación informal con un ministro socialista: Felipe González había tratado de atajar esta situación y seguir un proceso más racional, pero resultó un fracaso. El poder sindical lo impidió. Los sindicatos mineros e incluso el gobierno regional tuvieron una gran responsabilidad en esta cuestión, porque la situación se dilató en el tiempo. Luego llegaron los famosos fondos mineros (más otros fondos europeos, como los FEDER), que, según expusimos en algunos informes, tenían que haberse gestionado directamente por el gobierno regional con eficacia eficiente y no estar tan mediatizados por el sindicato, aunque no se olvidara que era fondos mineros. Y hubo otro error: las ayudas se enfocaban exclusivamente a las cuencas mineras y eso me parece, por ser suave, de un infantilismo total, es decir, donde se cierre un pozo se pone una empresa encima. Las decisiones tendrían que haber sido ser más frías y racionales y abarcar toda Asturias de cara a atraer empresas foráneas.

-Pero la CECA preveía la preservación de explotaciones por motivos sociales.

-Efectivamente, eso fue puesto de relieve en alguna ocasión. Yo también estoy de acuerdo con que la hulla debería ser una reserva estratégica para España. Pero hay que tener presente que la hulla asturiana sale lastrada por unas condiciones naturales muy deficientes (capas con cortes irregulares y de estrecha potencia), más impurezas de azufre y fósforo.

-Desde el populista Girón (en el franquismo), hasta el PP, pasando por UCD y PSOE, todo el mundo bajó la cabeza ante la minería asturiana.

-Pero no por razones económicas, sino sociales y por temor a qué iba a pasar. Ya digo, el mantenimiento de la paz social.

-Afluyó mucho dinero, pero ¿cuáles eran las expectativas económicas del empresariado asturiano?

-La sensación de despilfarro no sólo la tengo como economista, sino como ciudadano. Creo que lo manifestamos en muchos estudios de Sadei y cómo la economía asturiana se caracterizaba por un desequilibro espacial (corregido en parte a partir de 1983 por el Gobierno de Pedro de Silva), y sectorial, porque nuestra industria es de cabecera, siderúrgica y minera.

-¿En qué punto estamos ahora mismo?

-Esa etapa ha evolucionado y ahora estamos en una fase de transición que ya dura bastante. Se va hacia un nuevo modelo económico, pero no se sabe muy bien hacia dónde. Creo que hace falta definir la Asturias que queremos, qué modelo económico queremos, porque da la sensación de que los sucesivos gobiernos van poniendo parches según se producen determinadas eventualidades. Pero no hay un plan estratégico.

-Entonces, ¿habría que volver al comienzo y a Klaassen?

-Hay coincidencias con aquel informe Klaassen. Actualmente, con la siderurgia privada potenciada, hay un caldo de cultivo importante y el gobierno debería dedicar recursos a promocionar la industria metal mecánica. El turismo rural es también importante y se han hecho cosas positivas, como el sello Paraíso Natural. He viajado bastante por el extranjero y economistas franceses, alemanes u holandeses me han dicho: "Ustedes no se dan cuenta de lo que tienen, un paraíso (belleza paisajística y clima templado) para el turismo, en primer lugar, pero no sólo eso sino para el establecimiento de nuevas empresas porque hay muchas para las que el territorio es un factor de localización". Eso es cierto y está sucediendo en EE UU.

-¿Los poderes públicos?

-El gobierno regional debería tener una estrategia para decir la Asturias que queremos y el cambio de modelo económico, que no se hace en una legislatura ni en dos. Y necesitamos personas que lideren ese gran proceso de la Asturias que necesitamos, un gran líder como lo fue López-Muñiz en su momento. Y ya que le menciono a él, quiero mencionar al director de Sadei que me encontré al llegar, Ricardo Gómez Muñoz, que nos inculcó honestidad, calidad de trabajo y esfuerzo, además de no dejarse llevar por nada. En Sadei, ni en dictadura ni en democracia, he tenido ningún tipo de censura.

-Y el tema eterno, ¿las comunicaciones?

-Sería básico potenciar un ferrocarril que comunicase los núcleos del área central en 20 minutos. En Europa es lo habitual. Y, desde luego, una conexión férrea con el aeropuerto. Por otro lado es un error que el Gobierno regional no promocione con todos los medios posibles las conexiones aéreas que te acerquen a los centros de decisión, como son Madrid y otras ciudades de Europa. Eso es básico.

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