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La guía secreta de Asturias

La vida sigue en La Focella

El pueblo tevergano, a 1.100 metros de altitud y que sólo cuenta con un vecino en invierno, se refleja varios meses en una laguna que desaparece con el verano

La vida sigue en La Focella

La Focella, Páramo y Villa de Sub son conocidos en Teverga, concejo al que pertenecen, como "Los pueblos del Privilegio". Su particular historia se refiere al privilegio concedido a sus habitantes por el rey Bermudo III, que nació como una prerrogativa de exención tributaria y terminó convirtiéndose en un privilegio de hidalguía.

Ahora bien, para los que gustan de perderse por lugares hermosos y únicos, como este precioso pueblo tevergano que se asoma, entre otros picos, a la Peña Sobia, lo que es un auténtico privilegio es recorrer sus caleyas y charlar con alguno de los nacidos en él. Tal es el caso de Conrado Álvarez, paisano afable que alguna vez sube con los hijos, con quienes reside en Oviedo, a visitar el lugar donde vivió tantos años y donde aún mantiene su casa. "Vine a ver el peral, que me dijeron que lo echó abajo el oso. Y mire, no dejó ni una pera", dice con voz que no denota, sin embargo, amargura alguna, más bien lo entiende como algo natural. Y añade que "otra vez vuelve a haber osos por aquí, como cuando yo era guaje".

En invierno sólo se queda viviendo allí una persona, Enrique Flórez, aunque eso no quiere decir que sea éste un pueblo deshabitado. Si bien es cierto que casi todos sus vecinos -excepto una mujer que sólo deja el pueblo cuando llega el frío intenso- se fueron a vivir a otros lugares, una buena parte mantiene en buen estado su casa y va al pueblo algunos fines de semana y en periodos vacacionales, además de subir a cuidar de su ganado, como es el caso de Jacinto y sus caballos. De hecho existen unos acogedores apartamentos rurales abiertos durante todo el año.

Luego está la otra cara de la moneda, son las casas del no regreso, alguna en mal estado e, inclusive, alguna otra, como algún hórreo y alguna cuadra, derruida y recordando que al final es la naturaleza la que se abre paso entre lo que antaño fueron fuertes paredes de piedra. Y, aun así, La Focella es un pueblo precioso, levantado en un enclave único y donde una de sus joyas es una laguna glaciar que se forma con la nieve del invierno en los praos cercanos a las casas, un fenómeno natural que a nadie deja indiferente y que sólo puede contemplarse a partir de marzo, si el tiempo ha mejorado, y durante un corto periodo de tiempo más pues, llegada la primavera, la laguna empieza a desecarse hasta desaparecer totalmente, como sucede en estas fechas. Eso sí, con o sin laguna, sigue siendo un privilegio subir hasta La Focella y compartir unos minutos del día charlando en la caleya con vecinos como Conrado.

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