La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ALEIDA GUEVARA | Hija del Che Guevara

"La religión del Che era la fuerza del amor, y él amaba de forma intensa"

"Mi papá se fue a luchar por un mundo más justo para todos nosotros, arriesgó su vida para que yo tuviera una vida mejor"

Aleida Guevara, ayer, en el Festival de Cine Documental de Guía de Isora. PATRI CÁMPORA

Aleida Guevara (La Habana, 1960), integrante del Partido Comunista de Cuba, es doctora como su padre, el mítico guerrillero argentino Ernesto "Che" Guevara, un parentesco que ha marcado su vida. Es concretamente hija del segundo matrimonio del Che, el que formó en los últimos años de su vida con la guerrillera cubana Aleida March, con la que tuvo cuatro hijos.

-¿Es difícil ser hija del Che, uno de los personajes más icónicos de la historia?

-No, todo lo contrario, es un orgullo enorme. Mi papá siempre decía que no quería que sus hijos fueran personas especiales, sino personas dignas del pueblo donde vivían. Y yo creo que eso lo hemos logrado.

-¿Cómo vería el mundo hoy?

-Papá miraba siempre al futuro. Presagió cosas importantes. En 1965 ya hablaba del derrumbe del bloque soviético. Además, escribió mucho... y bien. Insistía en que el imperialismo yanqui no se podía aceptar. Y es verdad. Cada vez que Cuba ha bajado la guardia, lo ha pagado con creces. El enemigo es muy poderoso. Ésa es la realidad de América Latina, y en eso todo sigue igual. Por ejemplo, ahí está Venezuela. El problema de Venezuela es muy fácil de entender si se sabe que Estados Unidos compraba el barril de petróleo entre 5 y 7 dólares. Ahora tiene que pagar el precio internacional y eso no le conviene.

-Su madre, en el libro "Evocación", en el que habla de cómo se enamoró del Che, aclara algunas versiones falsas.

-Hay tonterías tremendas, algunas mentiras que son tan absurdas que nunca nos han importado en absoluto. El Che y Fidel son seres humanos y, por tanto, no son perfectos. Eso significa que pueden cometer errores. Pero es como decía Martí: "El sol tiene manchas, pero como da tanta energía nadie es capaz de ver esas manchas". Y eso nos pasa con estos personajes: dieron tanto que si tienen manchas prácticamente ni las vemos.

-El Che escribió en 1965 a su madre: "Estoy cada vez más enamorado de ti y cada vez más atraído por la casa, por los niños, por todo ese mundo que me limito a imaginar, dado que no me es posible vivirlo".

-El Che era un hombre muy romántico. Hay una carta que a mí me encanta en la que él le deja dicho a mamá: "Si sientes mi presencia, no des vuelta, no rompas el conjuro". La religión del Che era la fuerza del amor. Y él amaba de forma intensa. Es lindo que un hombre valiente como él tenga esa sensibilidad. La gente siempre piensa en una parte del personaje, pero no ve al personaje completo. Y el sacrificio humano que hacen estos hombres es extraordinario. Es desprenderse de lo que más aman, de lo que les gustaría tener y no pueden.

-¿Se sintió abandonada por él?

-En absoluto. En primer lugar, mi papá no se fue a otro planeta, se fue a luchar por un mundo más justo para todos nosotros. Yo estoy en el centro de ese mundo, soy parte de él. Así es que mi papá arriesgó su vida para que yo tuviera un mundo mejor. Claro que hay añoranza. Es lógico. Yo crecí sin ese papá. Pero al mismo tiempo entiendo el amor inmenso de mi madre hacia él. Años después, ella se volvió a casar. Pero el Che era un capítulo aparte. Ella no nos hablaba apenas de él. Hizo un dique de contención para soportar esa añoranza del profundo amor que sintió por él, y si hablaba, temía romper ese dique.

-Aleida March nunca ha dado una sola entrevista. Debió de ser duro para ella escribir ese libro.

-Sí, debió de ser muy duro. Pero el libro ha sido un regalo para toda la familia. Nos dimos cuenta de que éramos fruto del verdadero amor. La gente me insiste en que soy hija del Che. Y sí, lo soy, y me siento muy orgullosa de serlo. Pero, por encima de todo, me siento un ser humano muy especial porque soy hija de un amor. Eso es un enorme privilegio.

-Fue un romance tan complicado, salvando las distancias, como la propia Revolución cubana.

-Mi madre era combatiente. Formaba parte de la división de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, creado para derrocar la dictadura de Batista. Era una mujer dura, pero, aclaro, nunca, repito, nunca pusieron una bomba donde se pudiera dañar la vida de un civil. Por eso, entre otras cosas, fue un movimiento tan respetado y admirado por todo el país. Mi madre se fue del campo a la ciudad a estudiar Magisterio y ahí se hace guerrillera.

-Según cuenta ella, se conocieron en plena revolución.

-Estando ella en la clandestinidad, la mandan llevar dinero al Che a la sierra de Escambray. Mi mamá tenía unos 26 años y nunca había tenido novio pese a que trabajaba con hombres todo el tiempo. Ella cuenta que cuando lo vio se quedó sorprendida por su mirada. Él también contó que ella le llamó la atención desde el primer momento.

-Pero ella se resistió durante algún tiempo...

-Ella trabajaba para él e intentaba guardar las distancias. Él se dormía con facilidad cuando ella lo llevaba en el jeep. Es un mal de familia, porque a todos nos pasa. Terminaba dejando caer su cabeza sobre el hombro de mamá. Ella aguantaba estoicamente, pero cuando había baches y la cabeza de él amenazaba con caer sobre sus pechos lo apartaba. Los que iban atrás en el jeep bromeaban diciéndole que cuando el argentino se quedaba dormido le entraba a besos... Entonces, mi madre les peleaba. Pero se fue enamorando del hombre que tenía siempre a su lado. El Che fue su primer amante, su primer novio, su primer gran compañero, su guía, su maestro...

-¿Cómo era el Che padre?

-Era muy niña, pero recuerdo sobre todo que era muy besucón. Nos abrazaba constantemente. Ella no era así. Mi mamá murió en vida cuando murió el Che. Si siguió adelante al principio fue casi por inercia. Le costó mucho superar todo aquello... Él trabajaba 16 horas diarias. Cuando llegaba a casa, yo ya estaba durmiendo. A veces me iba al cuarto de mamá y le decía que iba a quedarme con ella para que no estuviera sola. Me acostaba, me dormía y, cuando él venía, me cogía y me llevaba en sus brazos hasta mi cuarto. Recuerdo que me besaba tan fuerte que casi siempre me despertaba. Tengo una anécdota muy bonita. De niña le cogí miedo a la oscuridad. Mi mamá, entonces, me leyó un cuento de un niño al que le pasaba lo mismo pero que venció ese miedo porque lo protegía un león. Mamá se lo contó y él me regaló un león de peluche. Iba a todos lados con él y se me fue el miedo. Todavía conservo el león. Siempre estaba lejos, pero siempre estaba presente y al tanto de todo.

-La muerte de Fidel Castro y la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de Donald Trump abren un futuro sombrío para Cuba. ¿Se plantea el país una transición hacia la democracia?

-En Cuba no habrá transición, habrá un proceso de continuidad. Tenemos que potenciar la educación porque en Cuba pensamos que para que un pueblo sea libre debe ser culto. En eso estamos, en perfeccionar nuestro socialismo. Somos un país del llamado Tercer Mundo y sin recursos. Los españoles nos dejaron el níquel porque no sabían que tenía valor. Fueron siglos de explotación. Y luego llegaron los gringos... Entonces se produce el efecto dominó desde el momento en que la Revolución cubana inicia el proceso de nacionalización de los bienes del país. Porque sin la titularidad de los bienes, habría sido imposible ofrecer a los cubanos una sanidad y una educación completamente gratuitas. Cuando EE UU se da cuenta de que empieza a perder todo lo que manejó a su antojo, reacciona.

-Pero en Cuba no hay elecciones, no hay alternativas políticas al comunismo.

-En Cuba sí hay elecciones: hay elecciones municipales, provinciales y nacionales. Sí es verdad que no hay partidos, pero son elecciones donde el pueblo denomina a los candidatos desde la base. Cada ley se discute con el pueblo: con los comités de defensa de la revolución, con las federaciones de mujeres, con los centros de trabajo...

-¿Cómo se ve en Cuba que en España haya monarquía aunque, eso sí, constitucional?

-No logro entender que en Europa todavía haya reyes, como en España. Me parece una cosa absurda, pero eso es un problema de los españoles. ¿Hablan de democracia en un sitio donde hay una corona? ¿Quién elige al rey? ¿Qué es eso? No entiendo qué democracia puedes exigir cuando todavía vives en el feudalismo. La democracia es el poder del pueblo. Yo he visto a la vieja Europa salir a las calles en contra de las guerras. Sin embargo, sus gobiernos mandan tropas a esas guerras. ¿Dónde está el poder del pueblo?

-¿Cómo fue el día en que murió el Che?

-Mi madre, que se hizo historiadora, estaba haciendo un trabajo de investigación. Nosotros, los niños, estábamos en el colegio. Nos sacaron de allí de repente sin saber por qué. Yo estaba contenta porque me habían sacado de la escuela, la verdad. Recuerdo que tenía un flemón. Andaba por los 6 años. Me llevaron al médico y empecé a ver fotos grandes de mi papá por todas las calles. Algunas fotos eran inmensas. Yo no estaba acostumbrada a ver tantas fotos de él. Nadie me decía nada, todo el mundo callado. Esa noche fuimos a casa de Fidel y él habló con mi hermana mayor y conmigo. Nos dijo que mi padre había mandado una carta en la que decía que si caía en combate nosotros no debíamos llorar por él, porque habría muerto haciendo lo que quería. Aquella carta era un invento. Le dimos nuestra palabra de que no lloraríamos. Al día siguiente fui a ver a mi mamá. Recuerdo que le llevaba un plato de sopa. Ella no paraba de llorar. Pero no me dijo directamente que papá había muerto. Me sentó junto a ella y me leyó la carta de despedida, ésta sí real. De repente, me acordé de lo que me dijo Fidel y le dije a mi mamá: "No podemos llorar porque él murió como quería, combatiendo". Mi madre se quedó sorprendida por mi determinación.

Compartir el artículo

stats