En poco más de un mes, Rafael C. L. llamó un total de 301 veces a su exnovia para que reanudase la relación. La mujer llegó a sentir tanto "el aliento en la nuca" de este hombre, que tuvo que cambiar de casa, irse con sus padres y cambiar de trabajo. El Juzgado de lo penal número 4 de Oviedo acaba de condenar al acosador a un año y tres meses de prisión, así como al pago de mil euros a la víctima por los evidentes daños morales sufridos.

El magistrado Francisco Javier Iriarte considera probado que el acusado contactó o intentó contactar con su exnovia en numerosas ocasiones mediante insistentes llamadas telefónicas, hasta un total de trescientas un veces entre el 1 de enero y el 7 de febrero de 2017, llamadas que a veces tenían lugar a altas horas de la madrugada y que se repetían con independencia de que la mujer las contestara o no. También que merodeó persistentemente por las inmediaciones del establecimiento de hostelería que regentaba ésta, minorando la velocidad cuando pasaba por delante del local y mirando hacia el interior, como hizo, entre otras ocasiones, en la mañana del 13 de febrero de 2017; y se personó, de forma igualmente reiterada, en el domicilio de la joven, llamando insistentemente a la puerta de su vivienda para que le abriera, como hizo, entre otras ocasiones, el 6 de febrero de 2017. Hay pruebas de que, un día concreto, el 30 de enero de 2017, el hombre llamó hasta en 52 ocasiones. Y fue sorprendido aporreando la puerta de la joven a altas horas de la madrugada.

"No podía descansar", llegó a asegurar la víctima en el juicio celebrado el pasado día 11. "Le dije que me dejase tranquila, pero él me llamaba constantemente, me controlaba cuando salía. Tuve que cambiar de trabajo, de domicilio, irme a vivir con mis padres, cambiar de vida completamente", aseguró la joven, que regentaba en aquella época una cafetería. "Me llamaba a la puerta de casa a las dos, a las cinco de la mañana. Dejaba plásticos en las juntas de la puerta para saber si estaba o no", añadió. Su padre, que llegó a pasar las madrugadas en el coche debajo del portal de su hija, corroboró el acoso; "Él pasaba por delante de la cafetería en coche, caminando, corriendo". Y cuando salía un cliente, dijo, le amenazaba: "Esa es mi mujer".

En el juicio, Rafael C. L., defendido por Marco Pintado, intentó convencer al tribunal de que el acosado era él, que la mujer actuaba por celos de su actual pareja y que le había dicho que le haría la vida imposible y que le echasen del trabajoel acosado era él, . Ni el ministerio público ni el magistrado han aceptado esta tesis, considerada inverosímil. La fiscal, que inicialmente pedía seis meses de cárcel. La acusación particular, ejercida por la joven bajo la dirección letrada de la abogada Ángeles Lázaro, pidió aún más, año y medio de cárcel. En la sentencia, el magistrado estima que la pena impuesta al acusado no debe sustituirse por trabajos en beneficio de la comunidad. Aparte de la pena de prisión, el magistrado prohíbe al acusado acercarse a menos de 200 metros de la víctima, y eso incluye su domicilio, su lugar de trabajo o cualquier lugar donde se encuentre, por espacio de tres años.