Mélani Menéndez San José jamás imaginó que se iba a dedicar a la ganadería. Hoy, con 24 años, habla con una asombrosa madurez de lo que quiere, de lo que espera, de lo que piensa del campo asturiano, del mundo de la ganadería y del futuro de los jóvenes, y no tan jóvenes, en el medio rural. "Nací en Oviedo, luego vivimos en Proaza, tiempo después marchamos toda la familia para Cádiz, de donde es mi madre, y de regreso a Asturias mi padre compró un camión para dedicarse al transporte de ganado. Nos establecimos en San Claudio, donde yo sigo residiendo", afirma.
No fue, sin embargo, este motivo el que la llevó a convertirse en ganadera, oficio en el que decidió iniciarse tras conocer a quien desde hace ya tres años es su pareja, Nacho. "Su familia siempre ha tenido vacas. Él hace ya cinco años que se dedica de forma profesional como joven ganadero, y yo estoy dada de alta desde 2017. Cuando le conocí y vi su trabajo, le dije que por qué no podía yo dedicarme también a lo mismo y, bueno, aquí estoy y encantada con este trabajo, no sabía que me podía gustar tanto", matiza esta joven, que sin duda transmite mucha pasión tanto por lo que hace como por el lugar donde ejerce como ganadera. Y es que anda a caballo entre el lugar donde vive, San Claudio (Oviedo), y el concejo de Grado. Así, explica, "me paso la vida de un lado a otro. De hecho, estoy gran parte del día con las vacas y en muchas ocasiones ya me quedo en Grado, donde están mis suegros, o en Villanueva, donde viven los tíos de mi novio", dice.
Si bien es cierto que ella no viene de una tradición ganadera como su pareja, también es verdad que pronto aprendió con él cuanto tiene que ver con el oficio, además de prepararse estudiando los cursos que le pedían para ejercer oficialmente como joven ganadera. Ambos están al frente de la ganadería Villanueva, con unos ochenta animales entre vacas y terneros. Su proyecto futuro es continuar aumentando el número, según afirma, al tiempo que recuerda que el trabajo no les permite apenas tiempo libre. "Estamos trabajando de la mañana a la noche. Desde las nueve de la mañana ya estamos atendiendo a los animales, hay mucho que hacer. Sacar el cuchu de las cuadras, limpiar, darles de comer, echar los xatos a mamar, hacer bolos, volver a darles de comer, y luego están los praos. En fin, que no paramos, pero es que a los dos nos gusta lo que hacemos. ¡Quién me iba a decir a mí que me iban a gustar tanto las vacas!", afirma sonriente.
Su juventud no le impide hablar con claridad sobre el momento que pasa el campo asturiano y los que quieren emprender en él. Dice, entre otras cosas, que el mundo rural "está un poco chungo, la verdad. A mí me da pena ver cómo se van quedando los pueblos deshabitados. Yo soy joven, pero me encanta vivir en el pueblo, me encantaría llegar a vivir en el pueblo de Rodiles, que son cuatro casinas y apenas quedan también cuatro vecinos, pero es que aquí hay una paz, una tranquilidad, que nada tiene que ver con la ciudad y, además, trabajando en lo que nos gusta".
Hace un llamamiento tanto a la gente en general como a la Administración en particular para que se tengan en cuenta las necesidades de quienes habitan en el medio rural para evitar el progresivo abandono del campo. "Yo animaría a todos a volver al campo, no sólo a los jóvenes. Pediría a la gente y a quien proceda que miren un poco más por nosotros, por los pueblos; que la carne, la leche y los productos de la huerta que comen salen de aquí. Lo que pasa es que la gente valora poco el campo, cuando es esencial", matiza Mélani, una joven ganadera con las ideas muy claras.
Ella, como otras profesionales del ramo, es miembro del grupo "Ganaderas Asturianas", donde se siente muy a gusto, y considera que es muy útil para todas ellas. "Aquí hay mujeres de todas las edades. Basta que una pregunte una duda en el grupo de wasap para que enseguida varias aporten sus conocimientos y sus consejos", destaca.
