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El rescate que mantuvo en vilo al país

Paisanos antes que portentos

Los ocho mineros de la Brigada de Salvamento no se ven "héroes", sólo el elemento "exótico" de un operativo que sobrecogió a toda España

En primera fila, por la izquierda, Rubén García, Adrián Villarroel y José Antonio Huerta. En la segunda fila, Maudilio Suárez y Antonio Ortega. Y en la tercera, Lázaro Alves y Jesús Fernández, con el escudo de la brigada a sus espaldas. MIKI LÓPEZ

Ni "héroes" ni "superhombres" ni "portentos". Los mineros asturianos que rescataron a Julen son ocho tipos normales, que visten camisas de leñador, vaqueros y zapatillas deportivas. Nada cachas, más bien delgados; con gestos de incomodidad, como de querer salir pitando del foco mediático. Son jóvenes, rondan los 40 años, y todos, menos uno, son padres de familia. Padres de niños de corta edad como Julen. Por eso, sus caras siguen desencajadas dos días después del triste desenlace.

Los integrantes de la Brigada de Salvamento Minero llegaron ayer con nueve minutos de retraso sobre la hora fijada (12.30) a la sede del Grupo Hunosa en Oviedo. Más de diez cámaras de vídeo de medios regionales y nacionales aguardaban para grabar el momento en el que Sergio Tuñón, Rubén García, Adrián Villarroel, José Antonio Huerta, Maudilio Suárez, Antonio Ortega, Jesús Fernández y Lázaro Alves salían de dos ascensores para entrar en la sala donde se celebraría una rueda de prensa larga, de 38 minutos. Esta vez no descenderían, sino que ascenderían. A la fuerza, porque, más tarde lo dirían, "nuestro hábitat natural" está bajo tierra. En la sala todo estaba dispuesto. La mesa principal sólo sería ocupada por uno de los mineros, Sergio Tuñón, y el resto se sentaría en un lateral con el escudo de la brigada detrás. Así fue.

El director del equipo y responsable del rescate del niño malagueño habló por todos. A su lado, tres hombres de traje y corbata, que ayer fueron duramente criticados en las redes sociales por usurpar el sitio de los verdaderos protagonistas: el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal, y el presidente y vicepresidente de la asociación de salvamento de minas, Raúl González y José Manuel Embil, respectivamente. Los dos últimos, por cierto, guardaron silencio. "Os rogaría que evitarais preguntas del tipo morboso a las cuales no vamos a responder", advirtió Rabanal al inicio. Sabía lo que tenía enfrente y el amarillismo con el que algunos programas televisivos -el Colegio de Periodistas de Andalucía pidió "responsabilidad"- habían tratado el caso. Pese al aviso, algún interrogante incómodo hubo. Pero Tuñón eludió en todo momento referirse al estado en el que hallaron el cuerpo del pequeño, aunque admitió, casi a punto de caerle una lágrima, que el desenlace "nos deja un sabor muy amargo porque...". Tras un breve silencio, completó la frase: "No te sientes al cien por cien útil".

Entre sus compañeros, que empezaron y acabaron la rueda de presa con los brazos cruzados, hubo muchas miradas perdidas, muchos gestos de cansancio y muchos cuchicheos, que a veces culminaron en risas. Algunas fueron públicas, como cuando Sergio Tuñón afirmó que "quitando uno, todos somos padres". "Desde aquí animo a que dé el paso. ¿Eh, Lázaro (Alves)?", dijo, avivando una rueda de prensa especialmente fúnebre.

-¿Se sienten héroes?

La respuesta del ingeniero Sergio Tuñón fue instantánea: "No lo somos, eso por supuesto". Y a él y al resto de brigadistas, confesó, no les gustó "nada" que le pusiesen la etiqueta "antes de no hacer nada". Un ejemplo: la campaña de recogida de firmas para el premio Princesa de Asturias, que se inició antes de que clavasen un martillo en la tierra. Eso, aseguró, les generó "un estrés añadido", que por suerte se deshizo en cuanto descendieron a las entrañas de la Tierra. Hasta cierto punto entiende que ellos fueron el ingrediente "exótico" de un rescate que mantuvo en vilo a España, pero insisten en que su fama acabó ayer. No son "figuras mediáticas" ni quieren serlo. Sólo son ocho paisanos que hicieron "lo que sabíamos hacer".

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