A los políticos asturianos les pido que piensen en Asturias con el máximo cariño, con un patriotismo bien entendido, constructivo e integrador, que nos permita, siendo cada vez más asturianos, ser, por eso mismo, más universales. Hay que planificar desde el presente el futuro del Principado, pensando qué podemos y qué queremos ser, y perseguir esa meta con la constancia y el tesón del que se juega en ello la vida; del que tiene la obligación de conseguir que los asturianos podamos seguir viviendo en nuestra tierra.
La Asturias del "post-carbón" debe poner en valor todas las capacidades que emanan de su paisaje sin parangón en la península, y del carácter acogedor y abierto de sus habitantes, para una vez solucionados los últimos problemas derivados de nuestro injusto y ancestral aislamiento, volver a ser un referente en la economía española.
Esta es una tarea colectiva, de todos, no solo de los políticos, aunque ellos son los que tienen la capacidad de promover e impulsar los proyectos.
No hay tiempo que perder, el futuro es heredero del presente.
