Seis meses después del fallecimiento del jefe de estudios de la Fundación Masaveu por covid-19, el centro recuperó ayer la normalidad académica con la reapertura de las aulas, pero a la dirección, el claustro y los alumnos les costó sonreír. Avelino Uña Gutiérrez fue la primera víctima del coronavirus en Asturias, en un primer brote que afectó a personas relacionadas con el centro, que fue también el primer centro escolar cerrado en marzo por la pandemia en la región. La institución salesiana sufrió su pérdida en silencio ante la imposibilidad de celebrar un funeral o recibir en persona el pésame de los seres queridos. Por eso, la fundación le rendirá tributo próximamente. Así lo confirmó ayer a LA NUEVA ESPAÑA el director del centro Masaveu: "Le haremos un homenaje a su debido tiempo". No quiso añadir nada más inmerso en el control y organización del primer día de clase de un centro con 350 matriculados.
Un enorme cartel en la fachada del centro, en la calle Pedro Masaveu, recibió a los chavales de los ciclos de Grado Medio, Superior y FP: "Bienvenidos". Los estudiantes entraron y salieron por turnos, escalonadamente. Por ejemplo, los alumnos de Mecanizado de Grado Medio llegaron a las 8.30 horas, mientras que los de 1º y 2º de FP Básica lo hicieron a las 11.30 horas. Y lo mismo para volver a casa. "Nosotros entramos a las nueve y media. El director nos dio una charla para explicarnos bien las normas de seguridad e higiene por coronavirus y luego estuvimos con el jefe de estudios. Mañana entraremos una hora antes". Javi González y David Martínez, ambos de 17 años, únicamente tuvieron una "presentación formal" antes de comenzar las clases del ciclo medio de Técnico en Instalaciones Eléctricas y Automáticas. A la salida esperaron pacientemente y con las mascarillas puestas a que fueran a buscarles en coche. "Lo de las mascarillas y el gel hidroalcohólico es lo de menos. Ya nos hemos acostumbrado", dijeron antes de irse.
Un profesor del ciclo de Electricidad calificó la primera jornada lectiva del Masaveu como "de normalidad absoluta" y destacó el buen hacer tanto de profesores y alumnos a la hora de respetar las señalizaciones internas (caminar por la derecha u ocupar sólo una mesa por alumno aunque algunos pupitres sean de más de dos metros) o la buena disposición para impartir y asistir a las clases "online". En este caso, los chavales del Masaveu se dividen en grupos; presenciales y a distancia que cambian cada semana. Si un grupo acude al centro tres días por semana y el otro dos; a la semana siguiente será al revés.
Un sistema parecido han implantado en otros centros de Secundaria de la capital asturiana, como el IES La Ería. "Estoy algo nervioso por el nuevo curso. Cambio de ciclo y de edificio, y claro, es todo nuevo. Lo de la mascarilla, el gel y la distancia me preocupa menos. Ya estoy acostumbrado". Yoel Moen, de 12 años, comenzó allí 1º de la ESO. Fue con su madre, Ana Suárez, minutos antes de las 8.30 horas. Esa era la franja horaria que le correspondía a su grupo, el B. Tres cursos de primero entraban a esa hora y otros tres a las 9.15. La dirección del centro ha pautado así las entradas y las salidas para evitar aglomeraciones. Los alumnos de 1º y 2º de la ESO, y de 2º de Bachillerato estudiarán de forma presencial, mientras que los de 3º y 4º de la ESO y 1º de Bachillerato lo harán de forma mixta; unos días en el propio centro y otros a distancia, es decir, de manera semipresencial.
"La presencialidad en 2º de Bachillerato es muy importante, por eso hemos establecido que esos alumnos acudan a clase. Habilitamos el gimnasio y la biblioteca para esos grupos", explicó la directora del IES La Ería, Emma Álvarez. El centro tiene 1.000 alumnos, de los que 800 son de la ESO y Bachiller, y el resto de ciclos formativos a distancia.
