El miedo a la tercera ola, que se ve venir en “escenas” recientes de calles llenas que “dejan poco margen a la tranquilidad”, lleva a Asturias por la senda de la Navidad menos permisiva y más controlada. De entrada, el Principado se apuntó ayer en la lista de las autonomías que prevén reducir número máximo de comensales admitidos en las celebraciones navideñas y que el Gobierno plantea pasar de diez a seis, manteniendo la exigencia de no sentar a la mesa personas de más de dos familias, o “unidades de convivencia”. Este temor inédito a las Navidades más extrañas de la historia ha llegado a tal punto que el presidente del Principado, Adrián Barbón, ya da una cautelosa bienvenida a la tercera oleada del coronavirus. “Ya ha llegado”, dijo ayer. “De nosotros depende frenar su impacto”.

Reincidía, receloso pese a la mejoría de una curva epidémica en descenso, en el mensaje de su consejera de Derechos Sociales y portavoz, Melania Álvarez, que antes había expuesto sin ambages la “preocupación” del Ejecutivo y su convicción de que directamente ya “no cabe en cabeza humana que aún haya quien piense en pasar unas Navidades como las de hace un año”. Por eso el planteamiento de la reducción a seis de los banquetes de las fiestas. De ahí también el lanzamiento, anunciado ayer, de un plan adicional de cribado para quienes vuelvan a casa por Navidad: el Principado hará pruebas PCR a los visitantes, pero con limitaciones en cuanto a su edad y sus procedencias. Sólo se abre a aquellos de entre dieciocho y treinta años que vayan a convivir con personas mayores de 65 o con enfermos crónicos, y que vengan de zonas especialmente sensibles del mapa de España.

El miedo a la tercera ola lleva a Asturias a endurecer las restricciones de Navidad

Se plantea como una estrategia “más global” que un cribado, como un llamamiento “preventivo y de refuerzo de las medidas de protección” pensado sobre todo para quienes residan en comunidades autónomas con un alto nivel de incidencia de la enfermedad. Eso precisa el Principado, que efectuará además un seguimiento de su situación y les llamará durante su estancia para detectar posibles síntomas e insistir sobre las medidas preventivas. Los interesados tendrán a su disposición un formulario de solicitud habilitado en la web www.astursalud.es y un número de teléfono –984100400–. En la práctica, eso sí, la restricción etaria de los 18 a los 30 reduce los potenciales destinatarios del cribado, haciendo que casi sea exclusivo de aquellos que vayan a convivir en estas fechas con sus abuelos, reduciendo de facto a la mayor parte de los que vuelvan a casa de los padres, salvo en situaciones muy concretas de hijos de treinta años con progenitores de más de 65. Fuentes de la Consejería de Salud explican el corte, no obstante, aludiendo que es en esta franja donde “en líneas generales” se ha encontrado “población que ha sido más asintomática y por tanto con más riesgo de poder transmitir la infección”. También se ha tenido en cuenta la hipótesis de que hubieran podido tener más circunstancias de riesgo previo al viaje.

“No cabe en cabeza humana que aún haya quien piense en pasar unas Navidades como las de hace un año”, señala Melania Álvarez

Todo lo que antecede ilustra la preocupación y el miedo de los responsables públicos, el “no seamos ingenuos e irresponsables” de Melania Álvarez, su convicción de que “sigue estando en nuestras manos elegir entre transitar hacia una cierta normalidad o volver a una Asturias cerrada a cal y canto”, o el “no pasa nada si por una vez reducimos el número de comensales o incluso eliminamos las celebraciones”. Es la súbita desesperación por la contención de la curva en esta zona de aproximación a la vacuna y la apelación, también la que ha hecho la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la responsabilidad individual incluso por encima de la de los gobiernos. “Hay una diferencia entre lo que las autoridades te permiten hacer y lo que deberías hacer”, dijo ayer el director del organismo en Europa, Hans Kluge, en unas palabras que bien pueden esconder una crítica a las naciones laxas en la restricción.

El ministro de Sanidad le diría que no es el caso de España, porque ayer Salvador Illa, lejos de sentir enmendado su plan nacional celebró la diversidad de regulaciones navideñas distintas. “No hay 17 navidades distintas” y la variedad, o la adaptación, “es la forma correcta de proceder, porque la pandemia “no es exactamente igual” en toda España.

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“Andar por lo segao”

En Asturias, donde vuelve una y otra vez, con sus formulaciones distintas, la recomendación de la portavoz del Gobierno de “andar por lo segao”, asumiendo “un esfuerzo colectivo, cuidándonos y cuidando”, se reduce el máximo de comensales siguiendo ejemplos de otras cinco comunidades autónomas –Madrid, Galicia, Valencia, Baleares y Canarias– y se mantiene en la recámara –nada hay previsto todavía– la acción sobre el cierre perimetral o el toque de queda excepcional de la una y media de la mañana en Nochebuena y Nochevieja.

Asturias vuelve en este contexto a evidenciar comportamientos opuestos a los de otras comunidades autónomas. Desde el 27 de noviembre, ha pasado de ser la comunidad con una mayor incidencia acumulada de España –en tasa por 100.000 habitantes a siete días– a la cuarta con menos. La cifra de nuevos positivos se mantiene por debajo de cien diarios –ayer se volvieron a anotar 91, correspondientes al jueves, los mismos del miércoles– con una tasa de positividad del 3,6 por ciento después de realizar 3.448 pruebas. Aún se han registrado ocho muertes y permanece a la baja la presión hospitalaria, con 370 ingresados y otros 81 en UCI, pero aquí hay ya experiencia suficiente para que nadie se fíe del descenso de la curva.

Hay barbas de vecinos que se han visto pelar, suficientes para poner las propias a remojar. “Aunque hayamos tenido una tendencia favorable”, se prevenía ayer el director general de Salud Pública, Rafael Cofiño, “todavía estamos en riesgo alto de transmisión y ocupación asistencial. Otras autonomías que se encontraban en situación favorable han vuelto en pocos días a tener un incremento”.