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El balance del covid en el 2020: tantos asturianos muertos como fallecidos en 113 años de accidentes de tráfico en la región

Salud recopila todo el impacto de la enfermedad en el pasado año, que ha llegado a los 1.548 fallecidos y más de 28.000 positivos

Balance del covid en Asturias en el 2020.

Como si en un año se hubieran triplicado los muertos por infartos de miocardio. El 2020 quedará en la memoria como un año trágico para los asturianos. El coronavirus ha alterado la forma de vida de los ciudadanos y ha golpeado duramente a la sanidad y a la economía de la región, especialmente al sector hostelero y al pequeño comercio. Las cifras de fallecimiento y contagios que ha dejado el coronavirus en Asturias durante el pasado año son un reflejo de lo dura que ha sido (y continúa siendo) la lucha contra un virus que ha golpeado con fuerza a la sociedad. El Observatorio de Salud en Asturias ha publicado un informe completo del 2020 en el que recoge los datos de contagios y mortalidad en la región. Unas cifras en las que destacan los 1.548 fallecidos y 28.410 casos que se han confirmado con covid-19, atendiendo a los criterios de caso con prueba de confirmación de laboratorio.

La crudeza de la cifra de fallecidos se entiende mejor con la comparativa que ha hecho el Principado: han muerto tantos asturianos por coronavirus en la región en 10 meses -ya que la pandemia empezó a expresarse en el inicio de marzo- como el acumulado de 113 años de fallecidos en accidentes de tráfico en la región; o como el acumulado de tres años de muertos de infartos de miocardio en Asturias.

Este es el relato en cifras de ese olvidable 2020.

Finales de febrero, el virus hace acto de presencia en Asturias

La evolución de la pandemia en Asturias se iniciaba con la aparición conocida de su primer caso el día 29 de febrero, "quedando relativamente estable la aparición de casos durante una semana", según apunta el informe. Es, posteriormente, cuando brotan casos en un centro educativo de Oviedo y salvo en ese centro, se va difundiendo el virus de forma puntual.

En la semana siguiente los casos aparecen en forma de brotes localizados en los que se puede referenciar adecuadamente sus contactos e incluso yugular la aparición de más casos conociéndose en un 90% su vínculo epidemiológico. En la semana 4 tras el inicio de la pandemia en Asturias comienzan a aparecer casos que proceden de exposiciones en Madrid y viajes al levante o sur español. En esas fases aún se controlan adecuadamente los casos, sin mayor afectación. En dicha semana comienzan a aparecer casos en residencias de personas mayores y con el cierre de circulación con el confinamiento se observan repatriaciones considerables de personas procedentes de Italia, Madrid y Barcelona que hacen, presumiblemente, que la llegada de virus sea masiva.

Es en ese momento donde el fenómeno acelera considerablemente y se hace ya incontrolable con el modelo de intervención de contención, detección precoz de casos, estudio y aislamiento de casos y contactos y la difusión pasa a comunitaria con el inicio de fase de intervención de mitigación.

Solo es a mediados de abril cuando el proceso comienza a ralentizarse y las curvas se aplanan considerablemente llegando a una fase mesetaria que evolucionaba hacia la aparición mínima de casos y pequeños brotes en determinados colectivos institucionalizados y algunos centros sanitarios.

La mayor intensidad de la pandemia en su ola 1 tuvo su mayor número de casos el 19 de marzo, coincidiendo con actuaciones en varias residencias. En términos semanales el acmé o momento culminante de la ola 1 sucede en la semana 13 (la que va del 23 de marzo al 29 de marzo) del año 2020. Excluyendo estas actuaciones la transmisión comunitaria desvela una mayor frecuencia a fines de marzo y comienzos de abril con unos 70 casos nuevos al día.

En la primera semana de abril comienzan a remitir los diagnósticos considerados de PCR. A partir de ahí los diagnósticos con test rápidos y ELISA reemplazan a los de PCR y comienza otra nueva onda que no es tal dado que presumiblemente esos casos no eran recientes sino de unas semanas anteriores. A mediados de abril ya comienza el declive de “nuevos” casos con test rápidos y los propios de PCR llegando a producirse un fenómeno en cola que se prolonga durante bastantes semanas hasta la aparición de casos considerados 'repositivizaciones' que no se consideran casos nuevos, aunque tengan PCR positivas dado que ya habían estado previamente curados o recuperados. Como elemento reseñable en ese periodo, solo hay la aparición de un brote en una residencia de Gijón a finales de mayo

Desde el 11 de junio no hubo más casos hasta el 6 de julio cuando comienza una nueva situación con la aparición de nuevos positivos ligados sobre todo a la llegada de casos importados de otras Comunidades Autónomas. Unas semanas después comienzan a aparecer casos ligados a casos secundarios familiares o procedentes de los importados previamente y a la aparición de focos asociados a brotes epidémicos, siempre de escasa cuantía comparando con otras comunidades. Todo ello empieza a configurar una segunda ola.

La segunda ola, peor que la primera

La segunda ola, que en agosto era incipiente, se va reforzando a lo largo del mes de septiembre hasta consolidarse, al menos en cuanto a casos confirmados, como una ola más importante que la primera en número y tasas de casos. Es en octubre donde se dispara la aparición de casos y número de fallecidos llegando a su máximo en el mes de noviembre. Ya en octubre fue necesario implementar medidas especiales en la población general y servicios, que se ampliaron en noviembre, con los que se consiguió limitar la diseminación de la infección y la aparición de fallecimientos ligados al COVID. En la semana más álgida de aparición de casos llegó a haber cerca de 1.900 casos semanales. En la primera ola la la semana con más casos apenas llegó a los 800 casos, cifra que fue superada en un solo día en la ola 2, en concreto el 12 de noviembre de 2020 con 807 casos diagnosticados. 

Un dato relevante también es el de las hospitalizaciones. El tope de la primera ola fue fue de cerca de 300 nuevos ingresos en una semana. Ya en el mes de abril declinó considerablemente esa necesidad reduciéndose, pero manteniéndose relativamente las cifras de nuevos ingresos diarios hasta la segunda quincena de abril, siendo a partir de ahí testimonial y casi nulo a partir de junio.

En la segunda ola ha tenido un comportamiento similar en sus momentos álgidos, si bien la proporción total e incluso evolutiva de las hospitalizaciones ha sido considerablemente mayor. Se producía un brusco incremento en las hospitalizaciones en la semana 42 (del 12 al 18 de octubre) donde una gran proporción de los nuevos casos precisó hospitalización. En la semana 46 (del 9 al 15 de noviembre) se alcanzó el pico máximo de hospitalizaciones.

En cuanto a las UCI, el mayor número de casos en la primera ola se produjo en la última semana de marzo, con un total de 10 ingresos diarios, reduciéndose durante la primera quincena de abril. Desde principios de mayo no hubo nuevos ingresos en UCI por COVID-19 salvo casos esporádicos hasta el fin de la primera ola. En la segunda ola, el pico llegó en la semana 46, igual que las hospitalizaciones, si bien no superó los niveles alcanzados en la primera ola.

Respecto a los fallecimientos, se producen dos picos claros en las dos olas: uno en la semana 15 (primera ola) y posteriormente en la semana 48 (dos semanas después del pico de casos incidentes) con más de 170 casos semanales, es decir casi 25 fallecimientos cada día en esa semana. Posteriormente ha ido descendiendo paulatinamente.

Más mujeres infectadas que hombres

De los 28.410 casos que se producen en Asturias en 2020, 15.550 fueron en mujeres y 12.859 en hombres. En relación a la edad, para el conjunto de las dos olas, se observa que las edades de aparición de casos son superiores en las mujeres que en los hombres en unos casi 4 años, siendo el promedio para todos los casos de 51,2 años. Otro dato siginificativo se produce en la diferencia de edades de hombres y mujeres. Si bien en los hombres, la mayoría de los casos positivos se producen en las franjas de edad comprendidas entre los 40-49 (2.029) y 50-59 (2.107), en mujeres se produce también entre 40-49 (2.513), 50-59 (2.427) y 85-95 años (2.800).

Del total de fallecimientos ha habido 826 (53,3%) en mujeres y 722 en hombres (46,7%). La edad promedio de fallecimiento es de 83,8 años, aunque el rango es más amplio: entre los 28 y los 105 años de edad. No obstante, fallecen más las personas con más años de edad: en mujeres, la media es de 84 años y en hombres de 80.

En la primera ola, el pico de fallecidos se alcanzó en la semana 15, con 69 fallecidos. Una cifra que queda superada con creces en la segunda ola, con siete semanas por encima de esa cifra. Especialmente duro fue el mes de noviembre, donde en solo una semana se registraron más de 150 fallecidos

El considerable tamaño del número de personas fallecidas en Asturias en menos de 10 meses naturales por covid-19 (1.548 personas) y atendiendo únicamente a los casos confirmados con prueba de laboratorio, significa en términos comparativos el equivalente a 113 años de accidentes de tráfico a niveles de 2020, o bien equivale a la mortalidad de más de 86 años de tuberculosis. Equivale también a toda la mortalidad por cáncer de mama de ocho años en Asturias, o bien siete de próstata o 5 de colon, 53 años de cáncer de cérvix, tres de años de mortalidad de infarto de miocardio.

Y lo peor es que los datos van a seguir sumando y se avecina una tercera ola -los datos de contagios del lunes así lo demuestran- que puede ser muy peligrosa, o al menos así lo temen los responsables de salud de la región.

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