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La frase que Cela nunca dijo de la Santina

El exalcalde de Cangas, Ortiz Cortés, recién fallecido, declaró al Nobel “persona non grata” por una supuesta ofensa a la Virgen de Covadonga y aún hoy no se ha derogado

Camilo José Cela y Juan Cueto, a la derecha, con el ejemplar de “Los Cuadernos del Norte” en el que apareció la polémica frase en septiembre de 1982. | LNE

Camilo José Cela dijo muchas burradas, pero nunca aquello de “¿Que la Virgen de Covadonga es pequeñina y galana? Pues que se joda”. La frase fue pronunciada por la primera esposa del profesor Emilio Alarcos, una mujer suiza afincada en Oviedo y con tendencia a ese tipo de afirmaciones categóricas y jocosas.

Da igual. La historia ha convenido que la ofensa a la Santina se debe al Nobel gallego de Literatura que llegó a ser declarado “persona non grata” en Cangas de Onís siendo alcalde el recientemente fallecido Luis Miguel Ortiz Cortés, primer regidor democrático de la localidad. Ortiz Cortés promovió la declaración de rechazo a Cela, que aún hoy no se ha derogado.

La polémica saltó en septiembre de 1982 cuando Cela publicó en “Los Cuadernos del Norte”, la revista que dirigía Juan Cueto, el artículo “El jardín del Ábaco”. En el texto Cela recogía varias notas que le solían enviar. “Esquelas, carteles, rótulos de camiones, dichos, cualquier cosa”, explica Evaristo Arce, que estaba junto a Cueto en aquella aventura.

¿De dónde salió la frase? Pues Arce explica que se pronunció en la librería La Palma, en la ovetense calle Ramón y Cajal, junto a la plaza de Riego. Allí estaba la profesora Lola Mateos, que vivía encima del negocio, y la primera esposa de Emilio Alarcos. “Había una revista con la imagen de la Santina y ponía aquello de ‘pequeñina y galana’, entonces la primera esposa de Alarcos dijo la frase: ‘¿Que es pequeñina y galana? Pues que se joda’ ”, explica Arce, que añade: “Lola Mateos tomó nota de aquello”.

La segunda parte es cómo llegó el exabrupto a Cela. “Teníamos mucho contacto con Cela por medio de su secretario personal, Fernando Corugedo, que era cuñado de Juan Cueto, así que Lola le debió mandar aquella frase”, añade Evaristo Arce.

Cela recoge de manos del entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, el Premio de las Letras el 29 de octubre de 1987. | LNE

La explicación de Arce concuerda con la que ha dado siempre la cocinera Esmeralda González. Alarcos estaba enamorado de la merluza que cocinaba Esmeralda y fue el profesor ovetense quien llevó al gallego a degustar semejante manjar al restaurante El Nalón, en la calle Fray Ceferino, en Oviedo. Cela y Alarcos se reunieron varias veces en aquella casa de comidas, siempre alrededor de la mesa y con merluza en el menú. “Jamás en la vida diré a quién oí tal cosa mientras ponía las merluzas en la mesa”, mantiene Esmeralda, que asegura que “no fue por boca de Cela”. “Es posible que en aquella comida de la que habla Esmeralda estuviese varias personas y se repitiese la frase”, conjetura Arce.

Todo surgió de aquel número de “Los Cuadernos del Norte”. Un escrito “larguísimo que tuvimos que dividir en dos entregas”, explica Arce. Los editores nunca pensaron el impacto que tendría aquello, aunque algo ya se esperaban. A Evaristo Arce le habían advertido. “Cuando mandamos los textos a Gráficas Summa me llamó Constante, el gerente, y me preguntó que si había leído aquella frase de Cela, yo le contesté que sí, que lógicamente había revisado todo el texto”. Aun así le quedó “un resquemor” y lo habló con Juan Cueto, que era el director de la publicación. “La frase no era de Cela, él solo la citaba y además quien la había escrito era él, no nosotros”. Esa fue la decisión que tomaron, mucho más cerca de la libertad de expresión que de la autocensura.

El Jardín del Ábaco” se publicó y estalló la guerra de Asturias contra Cela. “Los Cuadernos del Norte” recibió cientos y cientos de cartas de protesta y la polémica saltó las montañas asturianas para conquistar todo el país desde Covadonga. Eso no impidió que Cela recibiese en 1987 el premio “Príncipe de Asturias” de las Letras.

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