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"Ser una misma": el consejo que da una directiva asturiana para llegar a lo más alto de una empresa

La ovetense Arancha Fernández creó su primera firma con tan solo 27 años, ahora dirige una compañía de interiorismo y aspira a entrar en el ranking "Top 100 Mujeres Líderes de España"

Arancha Fernández García

"Para llegar a donde quieras, lo mejor es ser una misma, honesta y transparente". Ese es el consejo que da a otras mujeres la directiva ovetense Arancha Fernández García, que aspira a entrar en el ranking "Top 100 Mujeres Líderes de España". Su trayectoria es de éxito.

Con tan solo 27 años se convirtió en emprendedora. Creó primero Hat Trick, compañía especializada en programas de incentivo a través del deporte y del ocio, que es propiedad hoy en día de una de las aseguradoras más grandes del mundo (AON). Y fundó después la consultora Ivory Soluciones. Sin embargo, Fernández, que estudió Empresariales en la Universidad de Oviedo, decidió dejarlo todo en 2018 para dedicarse a su gran pasión: el interiorismo. “Empecé un máster en diseño de interiores y, al acabarlo, me sentí completamente en blanco. Me di cuenta de que había aprendido muchísimo sobre la profesión, y prácticamente nada sobre qué tenía que hacer para crear mi estudio. Porque toda la parte empresarial, indispensable para vivir del interiorismo, no se enseña en las universidades y escuelas del sector”, explica. Y así es como nació su tercera compañía: Interior Design Masterclass, de la que ya forman parte hoy en día más de mil profesionales. 

Fernández es una de las asturianas candidatas a entrar en el ranking “Top 100 Mujeres Líderes en España”. El objetivo de la organización que promueve esta clasificación es visibilizar el talento femenino para construir “una sociedad basada en la igualdad”. Cualquiera puede votar por ella y por el resto de aspirantes regionales en la página web lastop100.com. El plazo para hacerlo termina hoy. 

Con motivo de ello, la empresaria asturiana refexiona sobre su experiencia y aporta las fórmulas para llegar a la cumbre respondiendo a dos preguntas. 

 -El peso de mujeres directivas se sitúa hoy en el 35% en España. ¿Qué cree que hace falta para que esa cifra aumente?

-Creo que es un tema cultural. Viví y trabajé en Suecia y hace veinte años no existían diferencias laborales entre hombres y mujeres porque su cultura y su educación hace que las empresas no cuenten con horarios interminables por un lado, y por otro que el hombre y la mujer no hacen distinción para conciliar. Si logramos que se nos mida por nuestro trabajo en lugar de por la presencialidad, y si a nivel pareja no hubiese distinción alguna de quién o cómo deba hacer qué cosas, no habría ningún tipo de traba ni obstáculo para las mujeres, y por supuesto tampoco para los hombre

 -¿Qué consejo daría a otra mujer para que llegase a lo más alto de una empresa?

-Que busque la excelencia en su trabajo. No creo en fórmulas magistrales que hagan que si todos hacemos las mismas cosas logremos los mismos resultados. Creo que lo mejor es ser uno mismo, honesto y transparente para lograr llegar a donde quieras llegar. Creo que las mujeres tenemos unas habilidades innatas para organizarnos y sacar adelante las tareas. Como decía antes, es posible que te tengas que enfrentar a una cultura que premia esa presencialidad, ese tener que estar con el ordenador a las siete de la tarde, y el primer paso es creer en nosotras mismas, poner en valor lo que hacemos en lugar de nuestra disponibilidad horaria, y comunicarlo firmemente. Con nuestras parejas, en el caso de que exista algún elemento del tipo que sea en el que se dé por sentado que, en caso de renuncia a un horario debe ser la mujer quien lo haga, pues igual que he dicho antes debemos enfrentarnos ante esa situación y poner de manifiesto que deben ser decisiones mutuas que parten de la igualdad absoluta. Pero de verdad no estoy hablando tanto de quién debe estar en el parque a las seis de la tarde como que deberíamos estar ambos. Hoy en día la productividad y la eficiencia se ha multiplicado y hay tiempo de sobra de 9 a 17 horas para hacer un montón de cosas.

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