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Serie universitaria "Investigación, divino tesoro"

La educación sexual empieza por los profes

El pedagogo Diego Fernández pelea para que las universidades formen a los docentes en sexualidad, dado que la adolescencia se ha adelantado en las escuelas: “Los niños de 5.º y 6.º de Primaria ya consumen porno”

Diego Fernández, junto a su directora de tesis, Soraya Calvo, sobre un mural de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación. | Irma Collín | IRMA COLLÍN Irma Collín

Dice Diego Fernández Fernández que, como pedagogo, siente “la responsabilidad de significarse y posicionarse”. Y eso es lo que está haciendo a través de su tesis doctoral: aspira a incorporar la educación sexual en la formación inicial del profesorado. Es decir, en los planes de estudios de las carreras de Infantil, Primaria y Pedagogía, y en los posgrados de Secundaria, Bachillerato y FP de toda España. ¿El motivo? Porque “no podemos pretender –explica Fernández– que en las escuelas se forme en sexualidad si el profesorado no tiene antes una base, y porque los docentes suelen sentir incomodidad, inseguridad y hasta temor por carecer de las competencias necesarias para abordar la educación sexual con el alumnado”. La adolescencia se ha adelantado. En 5.º y 6.º de Primaria los niños ya consumen pornografía. Y eso pasa sin el acompañamiento del profesorado, que no es ni siquiera consciente de ello”, advierte la sexóloga Soraya Calvo, que es directora de la tesis junto a José Luis San Fabián.

Según los expertos, la educación sexual es la gran asignatura pendiente del sistema escolar español. Y eso a pesar de que organismos clave, como la OMS o la Unesco, demandan “desde los años setenta” que esta materia esté presente en los currículos. El problema, denuncia Calvo, es que en nuestro país “se sigue abordando esta formación desde el punto de vista moral o político, cuando es algo científico”. Diego Fernández considera, en este sentido, que la ley Celaá o LOMLOE es “muy poco valiente” y “se queda a medio camino” al incluir contenidos sexuales dentro de la asignatura Educación para la Salud. Esto quiere decir, además, que “entienden la sexualidad como una enfermedad que hay que curar en vez de una dimensión que ha de ser educada, cultivada y resuelta”. Por ello, la apuesta de este pedagogo ovetense de 28 años no es solo ambiciosa, sino también polémica.

Diego Fernández Fernández

“Si queremos cambiar y mejorar la vida de la gente, tenemos que dar la cara, no hacerlo desde la timidez. Los educadores tenemos que posicionarnos”, recalcan los investigadores del grupo Análisis, Intervención y Evaluación Socioeducativa (AIES). Y ellos se posicionan a favor de que la educación sexual, con una perspectiva feminista, entre en las aulas, tanto escolares como universitarias. Porque, “para poder hacer avances en la ley educativa, primero hay que formar al profesorado”, explica Fernández, que añade: “No pretendemos que sean especialistas, pero sí que sepan proporcionar la información adecuada y adaptada a cada etapa y a las necesidades de determinados colectivos. La realidad está yendo mucho más deprisa que la legislación”. El joven investigador dice aún más: “Los docentes no podemos convertirnos en apagaincendios y hacer educación sexual solo cuando surgen problemas; la educación sexual propicia, a lo largo del proceso educativo, los elementos necesarios para construir y desarrollar la manera propia de estar en el mundo”.

Para conseguir ese gran objetivo, Diego Fernández ha creado un grupo de trabajo compuesto por el propio equipo investigador y por profesorado de las titulaciones de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad de Oviedo. En ese grupo también hay docentes de Secundaria, personal de los departamentos de Orientación, expertos en educación sexual, técnicos de las consejerías de Educación y Salud, y del Instituto Asturiano de la Mujer, mediadores del grupo de salud del Consejo de la Juventud de Asturias y personas vinculadas al tejido asociativo.

Con todo este respaldo, el ovetense ha analizado 843 asignaturas de 189 titulaciones de universidades públicas españolas, con el fin de diseñar “un mapa del estado de la oferta formativa sobre educación sexual”. Aunque el análisis todavía está en proceso de elaboración, Fernández confirma lo que ya se suponía: que los docentes salen de la Universidad sin apenas herramientas para poder guiar y acompañar al alumnado en temas sexuales, ya que no hay casi asignaturas específicas en los planes de estudios, y las que las hay son optativas.

El estudio comenzó en septiembre de 2018

Diego Fernández comenzó la tesis en septiembre de 2018, gracias a una beca del Ministerio (FPU, de formación de profesorado universitario), y prevé defenderla a finales de 2022. “Si no hubiera tenido ayuda económica, probablemente no estuviese aquí”, admite el sexólogo, que asegura que el proceso de solicitud fue largo y complejo. “Sin el apoyo de la Facultad y, sobre todo, de Soraya Calvo y José Luis San Fabián, no hubiera sido capaz de sacarla adelante”, afirma. Fernández también comenta que el salto de estudiante a investigador es “muy desconocido”. “Pasar de estar sentado en el aula a un despacho es un cambio muy grande, que requiere de un proceso de adaptación”, agrega.

Para una de sus directores, Soraya Calvo, la labor que hacen jóvenes investigadores como Fernández es vital. “Sin personas como Diego la Universidad no crecería”, confiesa. Además, en su caso, “aprendo de él; yo veo la tesis como un camino compartido, somos un equipo, no un director y un alumno”. Al investigador le “encantaría” seguir vinculado a la Universidad de Oviedo una vez finalizada la tesis, y sobre todo dar clases. “Eso es lo que menos se valora en la academia y para mí es muy importante. No sé qué pasará con mi futuro laboral cuando acabe mi investigación, es una incertidumbre total. Pero no lo quiero ver como algo negativo, sino como una oportunidad”, concluye.

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