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¿Cuántos hórreos, paneras y cabazos hay en Asturias? Casi 15.000 según los catálogos urbanísticos

El Principado ha presentado el borrador de la normativa para los nuevos usos

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Paneras asturianas, tesoros más largos que un día sin pan Ana Paz Paredes

La Consejeria de Cultura, Política Llingüística y Turismo del gobierno regional ha presentado hoy en la Mesa del Horru los resultados de un trabajo realizado a lo largo de 2020 que se concreta en la configuración de la primera base de datos unificada del conjunto de hórreos, paneras y cabazos protegidos en Asturias. Además, el organismo patrimonial ha iniciado el debate sobre la modificación de la normativa que regula estos elementos etnográficos con el fin de completar y aprobar la parte técnica que, entre otros aspectos, está vinculada a sus posibles nuevos usos.

La base de datos unificada cifra en 14.566 los hórreos, paneras y cabazos protegidos a través de su inclusión en los catálogos urbanísticos municipales. Este trabajo constituye la primera aproximación solvente y rigurosa para conocer el número de estos elementos etnográficos en Asturias. El hecho de que varios concejos aún no hayan realizado la labor de catalogación de su patrimonio en este campo elevará sin duda este censo.

Por otra parte, en la reunión de la Mesa del Horru, presidida por la consejera Berta Piñán, se ha presentado un borrador para el inicio de la modificación normativa que regula este patrimonio etnográfico y que tiende a facilitar nuevos usos en hórreos y paneras con protección parcial, con el fin de favorecer su reutilización y su utilidad. Estos usos alternativos a los tradicionales deberán respetar los valores culturales del elemento etnográficvo y favorecer su conservación.

Además, la modificación normativa que plantea la consejería permitiría reducir notoriamente los trámites de autorización para obras de conservación y mantenimiento que mantengan las características originales de hórreos y paneras. El borrador propone también que estas actuaciones puedan ser autorizadas directamente por las administraciones locales, sin necesidad de un informe específico de Patrimonio Cultural, siempre que se ajusten a una serie de indicaciones que se recogerán en la propia normativa.

En el encuentro, Piñán también ha informado acerca de la puesta en marcha de una iniciativa que permitirá depositar en un almacén habilitado por la Fundación Cetemas piezas procedentes de hórreos y paneras desmontados como consecuencia de declaraciones de ruina, derrumbes u otros accidentes, que se pondrán de forma gratuita a disposición de interesados en aprovechar estas piezas en la restauración de otros elementos etnográficos de similar naturaleza.

La Mesa del Horru, promovida por la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo en febrero de 2020, está integrada por expertos, profesionales y representantes de asociaciones y entidades de diferentes ámbitos relacionados con el estudio, la restauración y la conservación de este patrimonio etnográfico.

El hórreo y su historia

El hórreo asturiano es muy fácil de reconocer porque es muy voluminoso. A diferencia del gallego, que es poco más que un baúl elevado, el del Principado tiene un porte bastante grande. El hórreo tradicional tiene una cámara de planta cuadrada, hecha en madera de roble o castaño, rematada por un tejado a cuatro aguas, que puede ser de tejas (zona centro y oriental), de pizarra (zona occidental) o incluso de paja u otro material vegetal, como sucede con algunos hórreos de la zona de Somiedo.

En la zona de los Beyos se desarrollaron los llamados hórreos beyuscos, bastante más pequeños y con tejado de teja a dos aguas. Una particularidad del hórreo y la panera asturianos es que en muchos casos van montados sobre otra construcción, quizá un establo o un almacén de aperos. Al espacio libre entre esa construcción y el hórreo se le denomina frecuentemente camaranchón.

A medida que la agricultura asturiana mejoraba, especialmente con la llegada de la patata y el maíz de América, el hórreo empezó a quedarse pequeño y evolucionó. Desde el siglo XVI, son frecuentes en Asturias las paneras, hórreos de planta rectangular, con mucha más capacidad y montados sobre seis o más pegollos. Y es que la construcción de miles de hórreos no fue una moda, sino una necesidad, la de almacenar un nuevo cultivo. A esto se le une un elemento externo que provocó el ingenio de los habitantes y propició su construcción: el clima.

El hórreo asturiano es la respuesta de los agricultores ante una climatología no demasiado amable. Los hórreos acabaron por ser muy populares y prácticamente cualquier casa de labranza asturiana tenía el suyo. Sin embargo, al principio solo se los podían permitir las familias más pudientes. Por este motivo, el hórreo y la casona asturiana siempre han estado unidos.



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