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¿Por qué atacó el oso ("posiblemente un macho”) de Cangas del Narcea? La Patrulla tiene muestras de su pelo y maneja hipótesis

Ejemplares “tan grandes solo se ven” en época de celo | Los guardas ya tienen pelo del animal para identificarlo si reincidiese, algo que ven remoto

Buscan al oso que atacó a una mujer vecina de 75 años de Sonande

Buscan al oso que atacó a una mujer vecina de 75 años de Sonande. MIKI LÓPEZ

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Buscan al oso que atacó a una mujer vecina de 75 años de Sonande. MIKI LÓPEZ Pablo Tuñón

La Patrulla Oso de la guardería del medio natural de Asturias se mantiene vigilante, junto a la Guardia Civil, en la zona del valle de Cibea (Cangas del Narcea) donde se produjo el grave zarpazo de un oso a Carmen Suárez, vecina de 75 años de Sonande, mientras paseaba por la carretera hacia Sorrodiles. “Ya encontramos de dónde venía y hacia dónde fue, siguiéndole el rastro un kilómetro antes y un kilómetro después”, desveló Miguel Fernández Otero, guarda mayor de la Patrulla Oso. Tanto él como sus compañeros oteaban ayer, provistos de prismáticos y teleobjetivos, el valle desde una zona elevada cerca del puerto de Leitariegos.

El objetivo es “intentar localizarlo visualmente y descartar que sea un ejemplar problemático”. Se rechaza por completo y por ahora, tal y como adelantó este diario, la captura y traslado del oso. “Estamos totalmente seguros de que fue una incidencia, un encontronazo: el oso salió y se encontró con la señora. Estamos seguros de que no es problemático pero lo tenemos que constatar realmente”, aclaró el responsable del único equipo de guardas en España especializado en oso pardo. Respecto a la localización visual, los guardas trabajan sabiendo que es una misión casi imposible: solo obtuvieron una descripción del oso por terceros. No obstante, ya han recogido muestras de pelo del animal que, en su huida hacia el bosque a través de los praos de la zona, atravesó al menos tres alambres de espino donde dejó rastro. “Con la muestra obtendremos el ‘carné de identidad’ del animal”, explica Fernández Otero. Es decir, logran “individualizarlo” y, si en otra ocasión tomasen otra muestra coincidente, sabrían que se trata del mismo ejemplar.

“Es prácticamente imposible localizarlo visualmente pues nosotros no lo vimos. El dispositivo, más bien, busca que no haya en la zona un oso parecido, que encaje en la descripción, y problemático”, matiza el guarda mayor, que cree que con alta probabilidad, y siempre en base a los testimonios recabados, es un macho. “Nos dijeron que era un oso grande en comparación con los que suelen ver. Tiene que ser posiblemente un macho”, afirma, lo cual descartaría por completo que el ataque fuese protagonizado por una hembra con crías.

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Así se busca al oso de Cangas del Narcea que atacó a una vecina Miki López

La guardería cree fehacientemente que fue un hecho fortuito, un encuentro de sopetón en el que el animal reaccionó alzándose sobre sus dos patas traseras y soltando un zarpazo por el susto. Pero mantiene el dispositivo para descartar del todo que sea un oso agresivo con las personas y pueda reincidir. ¿Y qué pasaría si protagonizase otro episodio similar?

“Se trata de localizarlo si vuelve, o sale al pueblo, que es lo que nos interesa descartar. Estamos en la época de celo y los machos a veces pierden la noción de por dónde andan. De hecho, estos osos tan grandes solo se ven ahora. Con el celo hay osos divagantes, y aparecen a veces en lugares insólitos, como cuando hubo avistamientos en Portugal o San Vicente de la Barquera. Suelen ser adultos jóvenes, aunque este parece que era más grande. Teniendo su ADN, si hay otro encontronazo u otro problema, sabremos si es el mismo”, afirma Fernández Otero. Si repitiese otro ataque, el oso comenzaría a considerarse como problemático y sería sedado y trasladado a otro emplazamiento tras ponerle un localizador. Y si, de nuevo, insistiese en un comportamiento de riesgo para los humanos, la norma establecida permitiría medidas más contundentes, incluida la muerte del animal.

Respecto al temor que pueda tener la población de la zona, el guarda mayor de la Patrulla Oso resalta que “son gente que se criaron entre los osos porque es una zona donde siempre hubo, nunca desaparecieron, y saben perfectamente el comportamiento que deben tener, saben que no hay un peligro inminente”. Sin embargo, es cierto que los habitantes de áreas oseras sí aprecian que últimamente los plantígrados no guardan tanta distancia respecto a los humanos. Fernández Otero confirma que hay cierta tendencia en este sentido y lanza “una teoría”. “Venimos de un año de pandemia, no hubo mucha actividad humana, no se sale por las noches. Los bichos se acostumbran y toman nuevas posiciones”, señala.

Abundando en la cuestión, el guarda mayor hace hincapié en el especial problema que suponen los osos jóvenes que se acostumbran a acercarse a los pueblos para buscar comida en árboles frutales o contenedores porque “lo que aprenden de pequeños luego ya es difícil quitárselo”. “Se están habituando a los humanos, cada vez más. Y eso es lo que hay que evitar”, recalca.

Se pierde el rastro del oso entre la masa forestal

En el trayecto deja pelo en los alambres de espino

Sorrodiles

En la carretera se encuentra con la mujer

El oso sale de la parte baja del valle

Trayecto que recorrió la mujer

Sonande

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Sorrodiles

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Sonande

En la carretera se encuentra con la mujer

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Se pierde el rastro del oso entre la masa forestal

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