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Radiografía de la innovación en Asturias: poco dinero para tanto “capital humano”

Radiografía de la innovación en Asturias: poco dinero para tanto “capital humano”

Un estudio de la Universidad urge a elevar el esfuerzo inversor para no echar a perder los altos niveles de formación y empleo en alta tecnología

Fernando Rubiera, profesor de Economía Aplicada y director de la Cátedra para el Análisis de la Innovación de la Universidad de Oviedo, trae una noticia buena y otra mala. El sistema innovador asturiano, y está empezando por el tirón de orejas, figura en el mapa de España entre los que realizan un esfuerzo inversor menos intenso y se duele de una brecha de gasto especialmente acusada en la aportación del sector privado. Necesita más dinero, “un plan presupuestario que permita a la región converger con las cifras medias nacionales o europeas”, porque además hay indicios de que va a saber aprovecharlo. Lo llamativo, y aquí empieza la parte positiva, deja a Asturias muy bien parada en sus niveles de capital humano, en la formación, el número de doctores e investigadores y la porción de empleo tecnológico… La conclusión, y la conexión entre la mala noticia y la buena, dice que “debería ser prioritario para Asturias el impulso de la inversión en I+D+i” sabiendo que por la base que da el factor humano cualquier inyección inversora va a tener en el Principado un notable efecto multiplicador y un “resultado rápido”. Urge pues invertir también “para no perder lo que tenemos de bueno”, para “como mínimo mantener el capital humano que tenemos”.

Es el poso que deja el tercer informe de la cátedra de la innovación, un desmenuzado de “primera aproximación” a la situación de la región en el contexto nacional y europeo de la I+D+i que pone otros acentos en la necesidad de que los programas inversores, los del Gobierno estatal y la UE, incorporen “efectos espaciales” y “un componente de cohesión social y territorial más relevante en la distribución de sus fondos”. Rubiera y su equipo investigador presentaron ayer el documento en compañía del consejero de Ciencia y Universidad, Borja Sánchez, y la vicerrectora de Transferencia y Relaciones con la Empresa de la Universidad de Oviedo, Susana Menéndez.

¿El mundo al revés? Para empezar, Asturias no es una excepción en el contexto de la España y la Europa con menor dinamismo económico. La región, constata el análisis de Rubiera, invierte en I+D+i el 0,82 por ciento de su PIB, muy por debajo de la media nacional (1,25 por ciento) o de los valores de la UE (2,1). En general, las demarcaciones con menores niveles de renta per cápita, las que por tanto “necesitarían realizar mayores esfuerzos en inversión en I+D+i para converger con las más desarrolladas, son normalmente las que realizan una menor inversión en su sistema científico e innovador”, “agravando las diferencias territoriales existentes”. Pasa en España y en Europa, “vamos en dirección contraria”, y de ahí la demanda de los autores respecto a la necesidad de ajustar los criterios de reparto “si se quiere aprovechar el potencial de la ciencia y la innovación como elemento capaz de contribuir a la reducción de las brechas económicas y sociales”.

El “efecto sede”. La evidencia de la necesidad de “fuertes incrementos de inversión” en el Principado admite sin embargo una salvedad que no excluye que los datos de Asturias estén aquejados por la distorsión de un “efecto sede” según el cual la inversión de las grandes empresas suele imputarse al lugar donde se localiza su sede central, normalmente Madrid o Barcelona. En lo que atañe a las pymes, también “es posible que haya muchas realizando pequeños esfuerzos innovadores que no quedan reflejados en las estadísticas oficiales”.

La colaboración público-privada. En el desmenuzado del dinero que Asturias destina a la investigación y la ciencia “predomina claramente”, igual que en el resto de España, “el esfuerzo inversor del sector privado”. Sus valores son, sin embargo, inferiores en un 34,5 por ciento a la media nacional, lo que explica la admonición de los expertos sobre la necesidad de activar los estímulos del gasto privado. No se trata tanto, precisa Rubiera, de “inyectar dinero”, porque eso “probablemente no dé resultado”, como de “buscar cauces de colaboración público-privada”.

El capital y el “capital humano”. En general, en Asturias “todos los indicadores del gasto salen mal”, pero la radiografía del sistema innovador no debe ceñirse únicamente a un recuento de recursos e inversiones. La cara mejora cuando el análisis llega al factor humano. Asturias, constata el informe, figura entre las regiones españolas mejor situadas en “tres de los cinco indicadores considerados”, sobre todo en el porcentaje de empleados en sectores de alta tecnología y en el nivel de formación de su población. Ocupa la cuarta posición de España en cuanto a su porcentaje de trabajadores tecnológicos, con un 3,5 por ciento que la sitúa detrás de Madrid, Cataluña y muy cerca del País Vasco, y repite puesto en la clasificación de los habitantes con formación superior y doctorado: su 44,2 por ciento la ubica inmediatamente por detrás de Navarra, Madrid y País Vasco y supera en doce puntos porcentuales la media europea en este indicador.

Las producción científica, más calidad que cantidad. No de forma tan destacada, el Principado está también por encima del promedio –es novena– en número de tesis defendidas anualmente por cada millón de habitantes y baja de la media y es décima en el ranking de empleo en actividades de I+D+i. Destaca, por lo demás, la sexta plaza de Asturias en solicitudes de patentes por millón de habitantes, y aunque la región rebaja el promedio nacional de publicaciones científicas, la producción presenta “una alta tasa de excelencia”, situándose entre “entre las seis regiones de España con un mayor porcentaje de publicaciones dentro del diez por ciento de los artículos más citados en su área…”

Las empresas innovadoras. Asturias no destaca en número (537), pero las que sí lo hacen “tienen una alta intensidad”, lo que equivale a decir que “el gasto que destinan a actividades innovadoras supone una gran proporción de su cifra de negocios”. Este dato lleva a los autores del estudio a la constatación del “gran potencial de las empresas asturianas”, pero también a la imposición de una tarea para el Gobierno, enfocándolo a “fomentar y motivar la creación de nuevas empresas de base innovadora”.

¿Y el presupuesto? El consejero de Ciencia encuentra en el documento de la cátedra motivos para celebrar la disposición de “un observatorio de datos continuo” para monitorizar el estado del sistema innovador asturiano. Tras matizar que la foto del informe está hecha con datos de 2019, expone su intención de encarar el futuro con la pretensión de “ir cerrando la brecha (inversora) que existe, sobre todo en el sector privado”. No obstante, es aún “temprano” para hablar del reflejo que esas intenciones tendrán en el presupuesto de 2022, afirma el Consejero. Afirma que su departamento se propone “incidir en el incremento del número de empresas innovadoras” y evita el asunto espinoso de las cuentas públicas afirmando que si efectivamente hay en todo esto “una cuestión presupuestaria, también es muy importante el componente regulatorio”, en referencia a la ley que articulará la Agencia de Ciencia e Innovación y a la Ley de Ciencia.

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