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Los acusados de la muerte de Ardines, culpables tras la deliberación más larga de un jurado

Fiscal y acusación particular solicitan la pena máxima, 25 años de cárcel, y las defensas piden el mínimo posible a la vista del veredicto: 20 años | El tribunal se ciñó al atestado de la Guardia Civil y a la confesión inicial de un sicario: “Por fin podemos descansar”, exclaman la viuda e hijos de la víctima

Culpables por unanimidad. El jurado del “caso Ardines”, sin fisuras, y muy ceñido al atestado de la Guardia Civil y a la declaración autoinculpatoria que ofreció uno de los sicarios, Djillali Benatia, ante la jueza de Llanes en febrero de 2019, despejó en la tarde de este miércoles la incertidumbre que pudiera desprenderse de su larga deliberación –tres días, más de veinte horas reunidos–, la más prolongada en Asturias desde que se iniciaron, hace 25 años, los tribunales populares. Los nueve miembros del jurado también elaboraron el veredicto más extenso y prolijo de cuantos se hayan realizado. Su lectura se desarrolló durante una hora. Después de que el presidente del tribunal, Francisco Javier Ruiz Iriarte, hubiese agradecido al jurado que cumpliese “con creces”, el cometido que se les había encomendado, la fiscal Belén Rico y el abogado Antonio Pineda, letrado de la acusación particular, reclamaron la pena máxima: 25 años de cárcel. Como dijo Rico, se trata de “uno de los hechos más graves del Código Penal, si exceptuamos los delitos de terrorismo”. Las defensas debieron acomodarse al veredicto y pidieron el mínimo posible, veinte años de prisión.

Los reos no mostraron grandes emociones. A Pedro Luis Nieva, presunto instigador del crimen por la “desesperación” y el “rencor” que le produjo la infidelidad de su mujer con Javier Ardines, se le vio en algún momento con la mirada clavada en el suelo. Jesús Muguruza, intermediario entre Nieva y los sicarios, miró divertido a Djillali Benatia cuando el jurado trajo a colación que lo había amenazado de muerte si hablaba. El jurado estimó que los cuatro se concertaron para planificar el crimen, y que Benatia y Maamar Kelii “tenían una intención clara no solo de provocar, sino de asegurarse de la muerte de Ardines”.

Djillali Benatia. Uno de los autores materiales del crimen, participó en la planificación y ejecución del asesinato junto a Maamar Kelii

El jurado, que se opuso a la posibilidad de indulto o de beneficio de suspensión de la pena para los acusados, hizo un pormenorizado relato de los hechos que llevaron al asesinato. Todo empezó el 8 de diciembre de 2017 con la grabación que hizo Pedro Nieva a su mujer y a Ardines, en la que “a pesar del lenguaje sutil, ve confirmadas sus sospechas de infidelidad”. Frente a lo declarado por Nieva, esa grabación fue deliberada. Meses después, en julio de 2018, Nieva “no había rehecho su vida” y había alimentado aún más su frustración, rencor y odio a Javier Ardines, al que se refería despectivamente como “el Pescador”, especialmente tras conocer que su mujer iba a viajar a Llanes para pasar las vacaciones. Fue entonces cuando contactó con Jesús Muguruza para buscar a un sicario que matase a Ardines. Antes, había hablado con su amigo de ir a con una pistola a matar al concejal.

Maamar Kelii. Culpable de asesinato como uno de los dos autores materiales del crimen junto a Djillali Benatia

Los nueve miembros del jurado descartan la existencia del “tal Julián”, con el que tanto Nieva y Muguruza dicen haber viajado a Llanes el 27 de julio de 2018. El jurado estima que no hay prueba alguna de su existencia y considera que es parte de la estrategia de defensa para esconder que realmente hicieron ese viaje preparatorio con el argelino Djillali Benatia. Los jurados dan por bueno el informe policial que coloca a Nieva. Muguruza y Benatia en Pechón, cerca de la frontera con Asturias en la tarde de ese viernes.

Lo mismo ocurre con el día del crimen. Los posicionamientos de los teléfonos de Benatia y Kelii en Bilbao, las imágenes de un vehículo similar al del primero a lo largo de la Autovía del Cantábrico en sentido a Asturias, el posicionamiento del teléfono de Kelii en Belmonte de Pría a las 5.28, 5.34 y 6.15 –esta última, la hora del crimen–, la imagen del coche de Benatia entrando en Bilbao a las 7.28 y lo que es más importante, la declaración de este último ante la jueza de Llanes son suficientes para el jurado para demostrar la culpabilidad de los sicarios.

Jesús Muguruza Butrón. Culpable como cooperador necesario e intermediario entre Nieva y los sicarios, con participación en la planificación del crimen

El jurado se detuvo especialmente en la declaración de Benatia. Según éste y su letrado, Adrián Fernández, la declaración fue sacada bajo presión, incluso física. Para el jurado, “la declaración es voluntaria y libre presiones”, también “veraz en su mayor parte”, salvo en los pasajes en los que trata de rebajar su responsabilidad. No estuvo “influenciada”, al haber sido prestada mientras estaba incomunicado, y aporta además “datos que solo él podía conocer”.

Un mes terrible

La familia de Ardines recibió el veredicto con el lógico alivio, tras un mes terrible en el que han salido a la luz aspectos muy íntimos del concejal llanisco. “Por fin podemos descansar”, indicaba algún miembro del grupo, entre quienes se contaba la viuda del concejal, Nuria Blanco, y sus dos hijos, Alba e Iván.

Pedro Luis Nieva Abaigar. Culpable de asesinato como instigador y planificador del crimen por el rencor hacia Ardines por la infidelidad de su mujer

Pedro Luis Nieva Abaigar. Culpable de asesinato como instigador y planificador del crimen por el rencor hacia Ardines por la infidelidad de su mujer

Las defensas, sin embargo, no podían estar más sorprendidas, no tanto por el veredicto de culpabilidad como por el hecho de que el jurado hubiese seguido el atestado policial casi al milímetro. “Para llegar a esa conclusión les hubiese bastado con darlo por bueno al principio del juicio, sin escuchar a ningún testigo más. Al menos en cincuenta ocasiones citan el atestado policial, que según la ley del Jurado no tiene valor probatorio. Por supuesto que vamos a recurrir”, indicó Javier Beramendi, letrado de Pedro Luis Nieva. Luis Mendiguren, abogado de Jesús Muguruza, valoró: “El veredicto puede ser legal, pero es injusto”. Y mostró su extrañeza sobre la unanimidad del jurado. Adrián Fernández, abogado de Benatia, indicó que se trata “del primer capítulo” y que no tienen la guerra en absoluto perdida.

Fernando Barutell, abogado de Maamar Kelii aseguró que “el jurado no ha justificado ni motivado el veredicto y además ha introducido una declaración, la autoinculpatoria que hizo Jesús Muguruza ante la Guardia Civil, anulada por el TSJA”. Todo ello son motivos de recurso ante el TSJA y el Supremo, finalizó el letrado.

El jurado evita meterse en jardines

Los miembros del tribunal optan por la justicia que les reclamaban la familia de Ardines y la Fiscalía antes que por las dudas invocadas por las defensas 

Las acusaciones finalizaron sus alegatos el jueves de la semana pasada reclamando Justicia con mayúsculas para Javier Ardines y su familia, un mensaje redondo y visceral que apelaba a la fibra más sensible de los miembros del jurado. Se trataba de validar la versión de los hechos aportada por la Guardia Civil, la concatenación de indicios de todo tipo, que no pruebas directas, reunida con bastante esfuerzo por los investigadores. Las defensas les pedían sin embargo un ejercicio mucho más intelectual, especulativo y complejo –sin duda menos atractivo en estos tiempos turbulentos que reclaman seguridad y unanimidad a toda costa–, poner en duda el aparentemente granítico edificio levantado en seis meses de investigación.

El jurado ha optado por no meterse en jardines y ha validado la versión de las fuerzas de seguridad, que, no hay duda, han construido un relato bastante plausible y coherente, apoyado aquí y allá por indicios, que son destellos de verdad: individualmente, valen muy poco, pero reunidos conforman una verdad deslumbrante. El jurado ha preferido una visión de conjunto antes que liarse desmenuzando cada indicio hasta las últimas consecuencias, lo que podría haber arrojado un resultado menos unánime.

Se dice que la labor del jurado es difícil, pero bien mirado, tampoco lo es tanto. Basta sentido común y visión de conjunto. Al fin y al cabo, si se equivoca, hay instancias superiores que pueden modificar el resultado final, incluso de forma diametralmente opuesta a la primera decisión, como ocurrió con el “caso Wanninkhof” que varias defensas sacaron a colación durante el juicio, aprovechando que se ha puesto muy de moda gracias a dos buenos documentales de Netflix y HBO. Las defensas están empeñadas en que hay algo más que un aire de familia entre ambos casos. Dolores Vázquez, lesbiana y malencarada, resultaba tan antipática como los protagonistas del crimen de Ardines, individuos poco recomendables, con lazos con el mundo de las drogas y el latrocinio. También a Vázquez la condenaron en base a indicios, que no pruebas directas, como parece haber ocurrido con los asesinos de Ardines.

Justicia es condenar a los asesinos, pero también es absolver a un acusado del que no se tienen pruebas, aunque todo un aparato policial apunte a lo contrario. A Dolores Vázquez le llegó finalmente esa Justicia en forma de absolución, pero solo después de que destruyesen su vida. Claro que, en el caso de Vázquez, no había una declaración autoinculpatoria, como sí hay en el caso de Ardines.

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