Sí, hay una emergencia climática. Y sí, hay que actuar para paliar el cambio climático. Pero también debemos adaptarnos a él. “Mitigar y adaptarse”. Es el mensaje que dejaron este miércoles en la VII Semana de la Ciencia “Margarita Salas” de LA NUEVA ESPAÑA Cristina Linares Gil y Julio Díaz Jiménez, codirectores de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III. No quisieron ser catastrofistas, pero sí “realistas”. Y eso incluye su percepción sobre la respuesta que los líderes políticos mundiales están dando a un problema con numerosas implicaciones en la salud humana, tal y como dejaron claro los dos prestigiosos expertos.

“Los científicos tenemos que mover la cerrazón inamovible de los políticos, hay que seguir empujando”, asumió el físico Julio Díaz, mientras que su compañera Cristina Linares recordó el mito griego de Casandra. “Nos sentimos como ella. Una sacerdotisa del templo de Apolo que tenía el don de predecir lo que iba a pasar pero, por otra parte, no tenía la capacidad de persuasión. Los científicos nos sentimos un poco así. Sabemos lo que va a pasar, vemos que se va cumpliendo lo que pronosticamos, pero parece ser que tampoco nos acompaña el don de la persuasión a la hora de que nos pongamos manos a la obra contra el cambio climático”, señaló en la tercera conferencia de la Semana de la Ciencia “Margarita Salas”, organizada por LA NUEVA ESPAÑA con el patrocinio de Bayer, Asturagua, Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Telefónica, Unicaja Banco, Fertiberia, Química del Nalón e IEDUCAE, y subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias.

Los dos expertos dejaron claro que la temperatura no va a dejar de subir y el fenómeno “va a durar cientos de años aunque dejemos de emitir” gases de efecto invernadero, pero “es un problema de responsabilidad y ética”. “No me gusta pensar tanto que no hay una solución, pero sí hay un punto de mejora, de conseguir adaptarnos; tenemos la tecnología, los planes de prevención...”, señaló Cristina Linares. Julio Díaz puso cifras, en base a estudios que han hecho, a la mortalidad por las olas de calor y frío, eventos crecientes por el cambio climático. “De esto no se salva nadie. Las muertes atribuibles a olas de calor en Asturias son 33 al año, y 38 por olas de frío. Si son muertes evitables, ¿por qué no las vamos a evitar?”, se preguntó. En España esas cifras ascienden a 1.300 y 1.050, respectivamente. 

EN DIRECTO | Cristina Linares Gil y Julio Díaz Jiménez hablan sobre crisis climática y salud en la Semana de la Ciencia

Con sus estudios, además, han logrado establecer “para cada capital de provincia a partir de qué temperatura se produce mortalidad por calor”. Y en Asturias es de 30 grados, diferente a los 34 de Madrid o los 40 de Sevilla, lo cual indica la diferente adaptabilidad a las altas temperaturas crecientes en cada zona. Pero Julio Díaz puso sobre la mesa un hecho algo esperanzador. “Como consecuencia de mejoras en infraestructuras, en servicios sanitarios y otras cuestiones, el impacto del calor está bajando. Nos estamos adaptando”, señaló. Es decir, aunque suben las temperaturas, ya no lo hace tanto con ellas la mortalidad asociada al calor. “Lo estamos consiguiendo, no es ciencia ficción: cada vez se necesita más calor para generar mortalidad”, afirmó.

Díaz hizo hincapié en que es pertinente bajar a una escala menor, no ya hacer estudios por provincias sino por distritos o barrios porque son múltiples los factores que afectan en la mortalidad por el calor o el frío. “Mata más el código postal que el código genético, mata más donde vives que tu propia genética. Se está viendo que donde hay menos impacto de calor es en las zonas del sur, porque están más preparados”, explicó. Pero no es solo una cuestión geográfica: “Influye el número de ancianos, la renta, la precariedad, la pobreza, la cohesión social, calidad de la edificación, rehabilitación de viviendas…”.

De ahí que el físico del Instituto de Salud Carlos III llamase a hacer “planes integrales” de prevención. “Tenemos que mover más hilos. La mortalidad atribuible a los extremos térmicos no es solo cuestión sanitaria, son cuestiones sociales, son cuestiones urbanísticas. Todo eso influye en la adaptación. Si somos capaces de modificar lo que hace que una ciudad se adapte al calor y otra no, tendremos la mitad de la batalla ganada. No hay que ser pesimistas, hay que ser realistas y ponerse a trabajar ya”, señaló.

Los doctores Linares y Díaz, que fueron presentados por Adonina Tardón, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo, quisieron dejar claro que el cambio climático es un problema de salud. “Muchas veces se nos ha tachado de alarmistas, se ha llegado a decir que el cambio climático es una cuestión ideológica. Y yo firmemente vengo a desmentir esta idea. Es un proceso que está ocurriendo, está apoyado en datos, no es una cuestión de fe. Está aquí y estamos notando sus efectos. El sistema tiene una inercia y parar su desarrollo va a ser complicado, pero no por ello tenemos que dejar de intentarlo”, expresó Cristina Linares, que hizo un relato de los efectos en la salud que está generando el cambio climático, que, quiso matizar, no es lo mismo que el calentamiento global: mientras este último concepto se refiere al incremento de la temperatura, el cambio climático incluye una “amplia gama” de fenómenos globales provocados por la acción humana (aumento de temperatura, aumento del nivel del mar, derretimiento de los polos, eventos meteorológicos extremos...). La experta puso cifras al incremento que se está produciendo de esos eventos extremos: “Se ha visto cómo se han triplicado; si de 1980 a 1984 hubo 226 eventos; de 2014 a 2018 se produjeron 698”.

Estos eventos extremos ya causan problemas claros de salud. “Además de lesiones, generan problemas de ansiedad, estrés postraumático, mayores tasas de depresión, trastornos relacionados con enfermedades mentales y pérdida de adherencia a tratamientos. Aumentan el número de ingresos hospitalarios”, enumeró. Pero también se refirió a las consecuencias para la salud que generan las sequías o la contaminación atmosférica. “Todo ello genera más pobreza, más conflictos bélicos, migrantes climáticos… En 2019 ya había mas desplazados por el clima que por guerras”, señaló, queriendo dejar claro que, además, los efectos son desiguales. “Los países desarrollados hemos creado el problema (del cambio climático) pero las consecuencias van a caer principalmente en los menos desarrollados”, indicó.

Y, como no, surgió el problema de la energía y su generación, tan asociada a la emisión de gases de efecto invernadero que están detrás del calentamiento global. “No solo se trata de cambiar unas fuentes energéticas por otras, es que tenemos que reducir ese consumo. Hay tecnología suficiente para que se reduzca. Siempre hemos hablado del crecimiento, igual hay que hablar de decrecimientos. Igual tenemos que dejar de comprar cinco prendas de ropa por temporada, o a lo mejor tenemos que dejar de ir con el coche a por el pan. A lo mejor en verano no podemos estar en casa a 20 grados y tenemos que estar a 24. Hay que reducir el consumo, y luego ir a las renovables”, opinó Julio Díaz.

Ana Lluch, Catedrática emérita de la Universidad de Valencia, interviene hoy en la Semana de la Ciencia a las 19.30 horas: "El médico que no sienta empatía con el paciente debe dejarlo"

“Nuevos retos en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama en la sanidad pública” es el título de la conferencia que impartirá hoy la doctora Ana Lluch, catedrática emérita de la Universidad de Valencia, coordinadora del Grupo de Investigación de Biología en cáncer de mama-INCLIVA, una de las investigadoras de referencia dedicadas al cáncer en España. En 1978 se graduó en la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Valencia y realizó la residencia en la especialidad de Hematología y Oncología Médica en el Hospital Clínico Universitario de la ciudad. En 1985 obtuvo el doctorado. Ha trabajado como investigadora invitada en el Istituto Nazionale dei Tumori de Milán, el Laboratorio de Biología Experimental y el Hospital MD Anderson Cancer Center de Houston. La presentará Rosa Sainz Menéndez, directora del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias.

–¿Cuáles son las novedades inmediatas que veremos en onco­logía?

–Algunas ya están presentes. Gracias a la investigación y a los estudios de biología molecular que hacemos en los tumores podemos conocer las alteraciones que tienen las células para actuar de forma específica y dar en la diana. Ya no se realizan tratamientos iguales para todos. Esa es la medicina de precisión. Se basa en conocer las alteraciones moleculares de las células que constituyen el tumor. Tenemos fármacos que se desarrollan para bloquear esas alteraciones.

–¿Y en cáncer de mama?

–Es de los tumores en los que más se ha avanzado, entre otras cosas porque es uno de los tipos de cáncer más frecuentes, con más de 35.000 casos al año en España. Es cierto que se ha adelantado muchísimo en el conocimiento de la biología del cáncer de mama. Gracias a los tratamientos que ya tenemos a nuestra disposición conseguimos curar hasta el 85 o el 90 por ciento de los casos.

–Quedan entre un 15 y un 10 por ciento sin curar...

–Es el porcentaje que se nos escapa. A esos tumores más complejos los hemos subdividido en varios subtipos. Uno de ellos es el que depende de las hormonas ováricas, el que expresa unos receptores en la membrana de las células y en el que más se ha avanzado en estos años. El de peor pronóstico es el cáncer llamado triple negativo, en el que estamos invirtiendo más en investigación. Tenemos inmunoterapia para ese subtipo y fármacos específicos. Es muy agresivo. Actualmente el 90 por ciento de los tumores se curan gracias a la detección precoz, que también se hace en Asturias, y a la mejora de los tratamientos.

–¿La medicina de precisión es la gran esperanza?

–Es en la que estamos trabajando para tratar cada tipo de tumor. Se basa en estudios moleculares, lo que llamamos una secuenciación genómica. Sabemos qué alteraciones presentan las células de un tumor determinado. Lo bueno es que tenemos un tratamiento que va dirigido a esas alteraciones, lo que evita tener que aplicar tanta quimio que es inespecífica y mata a todas las células, sin distinguir las que están bien de las que no.

–De este modo también se evitan los efectos secundarios a los pacientes.

–Claro. Suelen ser tratamientos orales. Aún tenemos que investigar más. Por eso considero tan importante que al lado de cada hospital exista un servicio de investigación.

–¿Se encuentra la sanidad pública en España al mismo nivel que otros países europeos para tratar el cáncer de mama?

–Nuestra sanidad pública es de las mejores del mundo. Excepto en ocasiones que pueda retrasarse algún diagnóstico, en investigación y aplicación estamos en niveles internacionales. Los fármacos más avanzados son para todos, no solo para los que tienen un gran seguro o pueden pagar. Sí hay un poco de retraso en la aprobación del uso de nuevas medicinas, pero incluso pueden conseguirse en el extranjero. Aquí todo el mundo tiene el mismo derecho. No hace falta irse a una clínica extranjera para recibir el mejor tratamiento.

–Está usted considerada la mejor especialista de España en cáncer de mama y figura en la “lista Forbes” de los mejores médicos de este año.

–No es mérito mío. Se debe a que he visto pasar por mi consulta a muchas pacientes y al gran equipo humano con el que trabajo. Los que vemos a los pacientes y los investigadores debemos estar muy unidos.

–Ha tratado a miles de pacientes, pero seguro que siempre es duro ese momento de contarles lo que les está pasando.

–Los oncólogos y el resto de los médicos debemos prestar mucha atención a la comunicación. Tenemos que mostrar empatía y acompañar a los pacientes. Sin eso, por mucho que sepamos de ciencia, no les estaremos atendiendo bien.

–Entonces, no es de esos médicos que hablan al paciente mientras teclean en el ordenador...

–Yo trato de mirar a la paciente que tengo frente a mí. Es importante hacerles una hoja de ruta, explicarles lo que va a pasar desde el principio hasta el final: como desarrollaremos el tratamiento. No podemos decir un día una cosa y luego otra. Hay que intentar comunicar cómo va a ser el proceso. Para eso necesitamos habilidades en comunicación. Lucho para que en la Universidad y en las facultades de Medicina se incluya la comunicación como asignatura, especialmente para los oncólogos y también para otras especialidades.

–¿Siempre quiso ser oncó­loga?

–Siempre. Cuando yo empecé la carrera esta disciplina estaba en los inicios. Lo único que teníamos era quimio. Yo intuía que iba a prosperar el conocimiento de la oncología. Soy hematóloga y oncóloga y sabía que teníamos que seguir a la hematología en la investigación, y así ha sido.

–Dice que el día que no llore al ofrecer un diagnóstico de cáncer lo dejará.

–Será así. Todavía siento esa empatía con ellas. Me las llevo conmigo, no puedo separar mi trabajo del resto de mi vida. Pienso en cada una de ellas. Les doy vueltas, intento ponerme en su situación. Escuchar a las pacientes es una parte del tratamiento y de la curación.

–¿El médico debe implicarse en los sentimientos del paciente ante una situación tan dura?

–Resulta esencial. Pienso que tal vez hay gente que se encuentra cansada de su trabajo, esa gente debería dejarlo. Así no puedes presentarte ante un paciente.

–¿Ve cercano el día en el que el cáncer pueda ser tratado como una enfermedad crónica?

–No estamos muy lejos, pero aún no podemos curar todos los tipos de cáncer.

–¿Le hace ilusión participar en la Semana de la Ciencia “Margarita Salas”?

–Me hace mucha ilusión. Margarita Salas y yo éramos muy amigas. La quería muchísimo. Pertenezco a su Fundación Conchita Rábago.

Javier García y la química circular, mañana


La Semana de la Ciencia “Margarita Salas” se clausurará el viernes con la intervención de Javier García Martínez, catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, que abordará la novedosa cuestión de la química circular aplicada a la construcción de una nueva economía a escala molecular. García Martínez ha realizado contribuciones en el desarrollo tecnológico y comercialización de catalizadores que reducen las emisiones de CO2. Su labor empresarial le ha valido el reconocimiento de algunas de las instituciones más importantes en el ámbito nacional e internacional.



Mañana la ponencia llevará por título "Nuevos retos en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama en la sanidad pública", y estará impartida por Ana Lluch, catedrática emérita de la Universitat de València. Llucha es, además, coordinadora del Grupo de Investigación de Biología en cáncer de mama-INCLIVA. El público puede interaccionar con los ponentes enviando preguntas al correo eventos@lne.es

El viernes cerrará la Semana de la Ciencia Javier García Martínez, catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). Su ponencia lleva por título "Química circular: cómo construir una nueva economía a escala molecular".

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