Asturias inició 2024 con el segundo peor desfase entre nacidos y muertos de la serie histórica

La elevada mortalidad del mes de enero, solo superada por la de noviembre de 2020, determina una pérdida media de 39 habitantes al día

Asturias inició 2024 con el segundo peor desfase entre nacidos y muertos de la serie histórica

Asturias inició 2024 con el segundo peor desfase entre nacidos y muertos de la serie histórica / LNE

Al perro flaco de la doliente demografía asturiana, las pulgas de la mortalidad. Las cifras disparadas de las defunciones de enero, 1.606, y su cruce con la estabilidad a la baja de los nacimientos, 397, han cocinado un inicio de año complicado para la crisis de la población asturiana. La resta de habitantes por motivos vegetativos, la mera diferencia entre partos y muertes que no cuenta aún el efecto corrector de los intercambios migratorios, alcanza los 1.209 en el primer mes del año, a una media de 39 al día que desborda los datos de toda la serie histórica mensual salvo uno, el de noviembre de 2020, en el pico más alto de la pandemia de covid. La comparación de este enero con el de 2023 enseña un descenso del cuatro por ciento en el número de alumbramientos, un subidón del veinte en el de las defunciones y una combinación entre ambos factores que desemboca en el abultamiento de la pérdida de población hasta niveles casi desconocidos.

En esa resta, cuyo ritmo medio de avance supera los tres habitantes menos cada dos horas, tiene mucho que decir la hinchazón que ha experimentado el recuento de defunciones por la explosión de infecciones respiratorias de este invierno, y que han subido este enero hasta el segundo puesto en la lista de los meses con más decesos en Asturias, sólo por detrás del dramático noviembre de 2020. Tampoco ayuda la aguda crisis de la natalidad, que no da tregua y ha empezado este año más o menos como terminó el pasado, el de la cifra más baja de alumbramientos de la serie histórica asturiana. Los 397 partos de este enero se parecen mucho al promedio mensual de 382 que marcó 2023 y son casi lo peor en un primer mes del año: únicamente los rebajan los 337 del comienzo de 2021.

Sigue habiendo pues pocos motivos para el optimismo cuando en el análisis demográfico no se cuenta el saldo de los intercambios migratorios, que aún está sin poner al día y es el responsable único de los incrementos que la cifra total de población ha experimentado en los más recientes recuentos actualizados. La otra pata, la de la diferencia entre los aportes y las pérdidas por nacimiento o defunción, renquea desde hace tiempo, incapaz de hacer que remonte el recuento de alumbramientos y seriamente afectada por las escaladas puntuales de las defunciones. De acuerdo con las cifras recién actualizadas por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), el desmenuzado por municipios concentra siete de cada diez nacimientos de enero en el triángulo de grandes concejos que configuran Gijón, Oviedo y Avilés, no deja registrado ni un solo parto en 42 de los 78 –más de la mitad– y sólo encuentra diecinueve sin defunciones.

Queda constatada la responsabilidad prioritaria de las muertes en las pérdidas que resultan de los movimientos naturales de la población en enero, pero hay motivos para pensar que todo ha ido algo mejor en febrero. El sistema de monitorización de la mortalidad diaria (MoMo), que tutela el Instituto de Salud Carlos III, observa una contención en el segundo mes del año. Estima poco más de mil fallecimientos, aproximadamente quinientos menos que en enero y más de cien por debajo de la cifra que se considera habitual a la vista de las medias de los últimos años. Para que se vea el profundo desfase del mes de enero, esta misma fuente le atribuye un exceso de 252 muertes sobre lo estimado como normal en Asturias.

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