Las casas no es que tuviesen entonces los colores de ahora, pero sí eran alegres, vistosas, contagiadas por el «espíritu burbuja». El «obrero feliz» vivía, con las principales necesidades cubiertas, en los poblados de Llaranes, La Marzaniella y Trasona. Ensidesa había planificado otros grupos de viviendas para otra escala social intermedia de empleados, no menos felices, en Las Estrellas y La Rocica, en Villalegre, y pisos de 300 metros cuadrados para los ingenieros y sus familias en los bloques de Fernández Abarca, en el centro de Avilés.

El poblado ejemplar, el mundo aparte, todo aquello existió y permitió, al mismo tiempo, establecer la teoría de las dos ciudades que desgranó Toni Fidalgo en «Avilés XX. El siglo que vivimos», otro libro que pide reedición. «Junto a la vivienda, la educación privada gratuita servida por la Iglesia. Los Salesianos se ocuparon de los niños, y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, de las niñas».

La iglesia domina el poblado sobre una colina. Se trata de un edificio que quiso ser audaz pero no pasó de escurialense. Después de un paseo por el parque, me acerco hasta allí para ver los frescos y las vidrieras de Javier Clavo. Coincide que está cerrada, y doy la vuelta. Me he quedado sin pantocrátor.

Bogaerts cuenta en su libro cómo Clavo, un pintor notable de aprendizaje italiano que se movía entre el clasicismo y las vanguardias, quiso reflejar caras conocidas en los angelotes y las angelotas, rostros de hijos de los ingenieros y directivos. Al igual que otros personajes, incluido él mismo, representan los apóstoles.

En aquel mundo aparte de Ensidesa, todo eran guiños. La idea inicial, que más tarde decayó por agotamiento de la propia empresa, más preocupada ya de la actividad industrial que de la social, era crear una identidad siderúrgica compenetrada con el trabajo, pero repartida en diferentes castas. El cura José de la Borbolla era, por ejemplo, al mismo tiempo párroco del poblado y capellán de la Fabricona. No había espacios exclusivos para las almas fuera de la empresa. Todo pertenecía a Ensidesa y Ensidesa velaba por todo. Y así sucedió durante años.

Hoy apenas vive en el poblado un tercio de los pobladores originales, como recuerda José Ángel del Río. «Hubo dos Llaranes. La primera, aquélla en la que nos mirábamos unos a otros con recelo por lo que suponía de novedad llegar, y la que vino después, en los sesenta, la eclosión, y en los setenta. Al principio, hay que admitirlo, todos fuimos algo coreanos, pero la integración se produjo en seguida».

Avilés, la ciudad del mote ingenioso y simpático para los suyos, eligió entonces un apelativo desconsiderado para los que llegaban expectantes y en medio de expectación. La guerra de Corea, con sus largas colas de refugiados, estaba de actualidad. Eran imágenes de desolación, así que a los recién llegados, viniesen de aquí o de allá, se les llamó despectivamente «coreanos». Y «los coreanos», muchas veces y al principio, se replegaron en su concha.

Llaranes, «la burbuja», se mantiene, cincuenta y pico años después, dentro de un orden. Con las casitas reparadas y los gasómetros vigías. El Muro de Zaro y La Toba. Tranquilidad a bordo. La plaza Mayor, puro pastiche, apenas tiene actividad a primera hora de la tarde. Allí, el 17 de junio de 1968, Toni Fidalgo formó con los grupos de empresa para recibir a Franco, que vino a inaugurar el aeropuerto y el encendido del último horno alto. Lo recuerda así: «Formamos colegios, asociaciones, grupos folclóricos y resto de la tropa. Desde los equipos de fútbol a los hombres rana. Los del tiro con arco, los del mus y los bolos, los filatélicos..., y el general, que se preciaba de llegar tarde a todas las citas, se presentó con dos horas de retraso, cuando el aburrimiento y el cansancio habían cundido ya entre la infantil infantería, que no podía disgregarse, ni sentarse, ni perder el sitio y la compostura. Llegó al fin, cruzó con pasitos de pájaro la explanada y ni se dignó mirarnos tras las gafas de sol que lo ocultaban».

En la misma plaza espero ahora el autobús de vuelta.

-¿A qué hora sale?

-¿...?

Viene de la página anterior